Muros del Pasado

Capítulo 2

PV Will

Me despierto al sentir movimiento a mí alrededor. Me quedo con los ojos cerrados escuchando mi entorno, percibiendo unos delicados pasos que se acercaban donde me encontraba estirado. Apreté mi mano debajo de la manta lista para atacar al que se atreviera a atacarme. Mi cuerpo se relajó en el mismo momento en que una fina y delicada mano de dedos largos tocó mi frente. Todas las células de mi ser quedaron aletargadas al sentir su olor. Respire su olor a moras y frutos del bosque rozando toda mi alma. Aquel órgano de mi cuerpo que creí muerto hace tiempo pálpito lentamente al compás de sus caricias.

Quien narices tenía tal poder sobre mi persona y lo más importante donde diantres me encuentro. Un débil susurro me hizo prestar más atención a esta persona.

  • Me alegro que la fiebre haya disminuido, descansa. – murmuro sin saber que le escuchaba.

Era aquella chica que me ayudó ayer en aquel autobús. Ahora recuerdo todo con claridad después de que esos idiotas me sorprendieran por la espalda. Ella me trajo a su casa sin miedo al peligro, sin dejarse manejar por el miedo que sintió su cuerpo al ver pasar a Evan Mckalister. Ella solo me ayudó a escapar de esos idiotas poniendo su vida en peligro al salvar a un completo desconocido. Su imagen al curar y suturar mi herida sin ningún tipo de miedo, ni temblor se presentó en mis recuerdos. Ese recuerdo y sus caricias por toda mi cara me hicieron sonreír como un completo idiota.

  • Voy a ducharme y a buscar algo que pueda servirte. –volvió a murmurar besando mi frente.

Una sensación de pérdida se incrustó en mi pecho en cuanto se separó de mi persona. Lentamente y sin que se diera cuenta entreabrí mi ojo derecho, dándome cuenta automáticamente del error. Ella estaba cubierta únicamente por un conjunto de ropa interior de encaje blanco. El verla así provoco que mi amigo del sur despertara. Se encontraba delante del armario canturreando, bailando y rebuscando entre las perchas. Su lindo trasero botaba al ritmo de sus caderas dejándome idiotizado.

  • ¿Qué hora es? – pregunte asustándola.
  • Lo siento mucho, no quería despertarte, ¿Cómo te encuentras? – me pregunto caminando lentamente hacia donde me encontraba mientras que se pasaba un vestido blanco con estrellas azules por la cabeza.

La vi acercarse a lo que supongo que es la ventana y empezar a tirar de una tira para subir la persiana. En cuanto la luz del sol tocó mis ojos los cerré con fuerza por la molestia que causaba está en ellos.

  • Tengo la sensación que me ha pasado una manada de rinocerontes por encima. – le conteste mientras intentaba sentarme en la cama.
  • Quien le dijo a usted señorito que puede levantarse de la cama. – protesto con los brazos en jarra y una ceja fruncida.
  • No puedo quedarme aquí durante mucho tiempo, tarde o temprano esos idiotas me encontrarán. – le proteste impulsando mi cuerpo para levantarme.
  • Y yo digo que te tumbes en esa maldita cama y te recuperes lo mejor que puedas, así que no me hagas enfadar. – ordenó empujándome hacia la cama con sus manos en mis hombros.

Su aroma volvió a llenar mis fosas nasales consiguiendo así que le dejara hacer conmigo lo que deseara. No comprendía que me estaba pasando con esta chica, desde ayer que vi su rostro en el autobús.

  • Voy a traerte algo para desayunar y a la tienda de ropa que hay aquí al lado para traerte ropa de recambio. – me informo agachándose para rebuscar algo debajo de la cama.
  • No necesito nada de ropa, puedo usar la que traía ayer. – proteste con brusquedad haciendo que ella alzará el rostro muy cerca del mío.
  • Me estás hablando de aquella ropa que ahora mismo está en la lavadora junto con tu ropa interior y que estaba llenita de mierda. – menciono con una sonrisa socarrona que me provocaba el volver a devorar sus labios.
  • ¿Que eres una de esas chicas pervertidas que en cuanto tienen durmiendo cerca un portento de hombre le desnudan para quedarse con sus calzoncillos? – le interrogué llevando mi mano a mi extremo sur para que no se notará tanto.
  • Más quisieras tú que fuera una pervertida. – me contesto sentándose a mi costado.

Mi corazón se aceleró solo con el roce de su piel con la mía. Su larga melena negra cayó por los lados de su cara al agacharse a coger algo del suelo, haciendo que su hermoso culo se restregarse con mi costado. Podía sentir su nerviosismo al sentir mi roce en su cuerpo. Mi mano inconscientemente se acercó a su brazo acariciando su piel blanca y suave. Sus labios emitieron un leve sonido que me hizo sentir simplemente orgulloso de ser yo quien lo arrancará de sus labios. Su cuerpo se giró un poco hacia mí con una sandalia en la mano y una de sus piernas encima de la otra. Sus ojos verdes con tonos marrones me miraban brillantes, fijos a los míos mostrándome toda su alma. Me incorpore un poco y con delicadeza acaricie sus labios con mi mano izquierda, arrancando pequeños suspiros de sus labios.

  • Voy al súper a comprar y a un par de tiendas, no tardaré en regresar, si alguien llama no abras. – me dijo levantándose con agilidad para salir corriendo del cuarto.

Al poco tiempo de salir ella sentí la puerta de la calle cerrarse y yo dejé mi cuerpo derrumbarse sobre la cama. Que narices me estaba pasando, porque actuó como un crío con las hormonas revolucionadas. Mire el techo clavando mis ojos fijamente en la lámpara que colgaba de este.




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