PV Will
Me despierto al sentir movimiento a mí alrededor. Me quedo con los ojos cerrados escuchando mi entorno, percibiendo unos delicados pasos que se acercaban donde me encontraba estirado. Apreté mi mano debajo de la manta lista para atacar al que se atreviera a atacarme. Mi cuerpo se relajó en el mismo momento en que una fina y delicada mano de dedos largos tocó mi frente. Todas las células de mi ser quedaron aletargadas al sentir su olor. Respire su olor a moras y frutos del bosque rozando toda mi alma. Aquel órgano de mi cuerpo que creí muerto hace tiempo pálpito lentamente al compás de sus caricias.
Quien narices tenía tal poder sobre mi persona y lo más importante donde diantres me encuentro. Un débil susurro me hizo prestar más atención a esta persona.
Era aquella chica que me ayudó ayer en aquel autobús. Ahora recuerdo todo con claridad después de que esos idiotas me sorprendieran por la espalda. Ella me trajo a su casa sin miedo al peligro, sin dejarse manejar por el miedo que sintió su cuerpo al ver pasar a Evan Mckalister. Ella solo me ayudó a escapar de esos idiotas poniendo su vida en peligro al salvar a un completo desconocido. Su imagen al curar y suturar mi herida sin ningún tipo de miedo, ni temblor se presentó en mis recuerdos. Ese recuerdo y sus caricias por toda mi cara me hicieron sonreír como un completo idiota.
Una sensación de pérdida se incrustó en mi pecho en cuanto se separó de mi persona. Lentamente y sin que se diera cuenta entreabrí mi ojo derecho, dándome cuenta automáticamente del error. Ella estaba cubierta únicamente por un conjunto de ropa interior de encaje blanco. El verla así provoco que mi amigo del sur despertara. Se encontraba delante del armario canturreando, bailando y rebuscando entre las perchas. Su lindo trasero botaba al ritmo de sus caderas dejándome idiotizado.
La vi acercarse a lo que supongo que es la ventana y empezar a tirar de una tira para subir la persiana. En cuanto la luz del sol tocó mis ojos los cerré con fuerza por la molestia que causaba está en ellos.
Su aroma volvió a llenar mis fosas nasales consiguiendo así que le dejara hacer conmigo lo que deseara. No comprendía que me estaba pasando con esta chica, desde ayer que vi su rostro en el autobús.
Mi corazón se aceleró solo con el roce de su piel con la mía. Su larga melena negra cayó por los lados de su cara al agacharse a coger algo del suelo, haciendo que su hermoso culo se restregarse con mi costado. Podía sentir su nerviosismo al sentir mi roce en su cuerpo. Mi mano inconscientemente se acercó a su brazo acariciando su piel blanca y suave. Sus labios emitieron un leve sonido que me hizo sentir simplemente orgulloso de ser yo quien lo arrancará de sus labios. Su cuerpo se giró un poco hacia mí con una sandalia en la mano y una de sus piernas encima de la otra. Sus ojos verdes con tonos marrones me miraban brillantes, fijos a los míos mostrándome toda su alma. Me incorpore un poco y con delicadeza acaricie sus labios con mi mano izquierda, arrancando pequeños suspiros de sus labios.
Al poco tiempo de salir ella sentí la puerta de la calle cerrarse y yo dejé mi cuerpo derrumbarse sobre la cama. Que narices me estaba pasando, porque actuó como un crío con las hormonas revolucionadas. Mire el techo clavando mis ojos fijamente en la lámpara que colgaba de este.