Muros del Pasado

Capítulo 4

PV Will

El sábado pasamos todo el día viendo películas, leyendo, besándonos y abrazados en el sofá. Ayer fue uno de los mejores días mi vida, cambiaría todo lo que implica mi familia por una vida entera a su lado. Sabía que tenía que volver a Estados Unidos y seguir los pasos de mi padre al igual que mi hermana, pero ahora no estaba muy seguro de seguir ese camino. Ella había entrado en mí ser como un tsunami arrasando todo lo que se encontraba al pasar. Desde aquel día que vi sus ojos verdosos con tonos marrones sabía que iba a perder esta batalla contra ese órgano llamado corazón que solo latía por y para Alex. Sabía que no podía cumplir mi promesa de estar siempre con ella, pero quería estar con ella todo el tiempo que me permitan. Quería ser todas sus primeras veces, quería que tuviera un buen recuerdo de mí y no aquel que todos tenían de mí. Quería que ella conociera toda mi alma, la parte que solo conocían las personas de mi familia y que conociese la parte más oscura de mí sin que huya al conocerla.

  • Mi talismán espero no dañarte demasiado con mi partida. – murmure acariciando su hermoso rostro.

Me levanto de la cama en la que estuvimos solamente durmiendo. Camino hacia la ventana viendo los coches pasar por la vía. Me sentía en una paz tan profunda que no quería perderla nunca. Miro el Rolex que tengo en mi mano izquierda comprobando que son las ocho de la mañana. Ajuste bien el elástico de mis boxers en mi cintura y me dispuse a hacer un poco de ejercicio. Debía volver a ponerme en forma lo antes posible para volver al trabajo, aún que no tenía mucha prisa por ello. Quería pasar el máximo tiempo posible a su lado.

  • ¿Qué haces despierto tan temprano un domingo y haciendo ruido? – protesto mi talismán desde la cama con voz adormilada.
  • Lo siento cariño, no quise despertarte. – le digo levantándome del suelo para mirar la hora.
  • ¿Qué hora es? -pregunto girándose para quedarse estirada en toda la cama.
  • Son casi las diez y media preciosa. – conteste sujetándome del marco de la puerta para seguir con mis ejercicios.
  • Ya es tan tarde, mierda, mierda, mierda, de esta no salgo con vida. – gruño removiendo se en la cama como una gacela, logrando así que dejara de lado mi sesión de tres horas de ejercicios.
  • Pasa que hoy no comemos en casa, es el cumpleaños de una de mis mejores amigas y como no me arregle rápido no llegamos ni queriendo. – me contesto acelerada rebuscando en el armario.

Lentamente me acerco hasta ella con mi cuerpo todo sudado. Paso mis manos por sus costados hasta rodear con mis brazos su abdomen.

  • Tranquila preciosa que llegaremos a tiempo a ese cumpleaños, ahora vamos a ducharnos y al lugar de la fiesta. – le digo besando su hombro.
  • Juntos o cada uno en un baño. – me pregunto con cierta timidez que me derritió enteró.
  • Juntos será más productivo y rápido no crees princesa. – le propuse girándola sobre su eje para ver sus ojos.
  • Vale, total ya nos hemos visto los ciclos mutuamente, una ducha no marcará diferencia. – me contesto rodeando mi cuello con sus brazos.

Me quedé mirándole fijamente a los ojos, incrédulo de que fuera tan directa. Para ser el primer hombre en su vida se comporta sin ninguna vergüenza ante mí. Es cierto que ya nos hemos visto desnudos en más de una ocasión, pero eran por casualidad. La primera vez que vi su cuerpo completamente expuesto ante mi lujuria, casi sufro del síndrome de los huevos azules.

  • Te aviso que estás a tiempo de cambiar de idea y que cada uno se duche en un baño. – le dije mirándole a los ojos.
  • Pero no voy a cambiar de idea. – protesto metiendo sus manos por mis calzoncillos apretando mi culo con firmeza.
  • Te di la oportunidad de cambiar de opinión, yo quiero ducharme contigo y ya está no va a pasar nada mientras yo no quiera o desee. – me contesto haciéndome sonreír.

Lentamente fui quitándole las únicas prendas que cubrían su cuerpo. Con una tranquilidad que no sabía que tenía le quite la camiseta de tirantes que cubría su abundante busto y sus braguitas rojas.

  • ¿Son mariquitas los dibujos de tus bragas? – le pregunté con la mirada fija en la prenda que había entre mis manos.
  • Si son mariquitas, me gustó el conjunto y son cómodas algún problema. – contesto con sarcasmo colocando sus manos en sus caderas.
  • Ninguno, solo me encantan. – mencione rodeando su cintura con mis grandes manos.

No sabía de donde sacaba la fuerza para no lanzarme encima de ella para devorarla y enterrarme profundamente en ella. Tenía que aguantar todo lo que fuera posible hasta que ella decidiera cuando dar el siguiente pasó. Llevaba dos meses queriendo que fuéramos algo más que amigos y llevaba dos meses con las pelotas doliendo me por la falta de sexo. Capture sus labios dejando mis manos en su desnudo culo para ayudarle a enrollar sus piernas alrededor de mis caderas. Camine con cuidado hasta la ducha entrando juntos sin separarnos el uno del otro.

  • ¿Que eres ahora un bonito koala? – le interrogué soltando la en el suelo.
  • Puede ser. – contesto girándose para abrir el grifo.
  • ¿Me dejas lavarte el pelo? – interrogué masajeando su espalda.
  • Vale, pero primero quiero regular el agua que me voy a volver pajarito del frío. –protesto tiritando.




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