Muros del Pasado

Capítulo 8

Pv Will

Los pocos rayos de luz del amanecer que se colaban por la ventana me obligaron a abrir los ojos, para hacerme ver la obra de arte más brillante y hermosa que haya podido ver. Su piel aterciopelada como el albaricoque y aceitunada brilla con la luz del sol. Despertar viendo su cuerpo relajado sobre mi cuerpo llenaba mi alma completamente de calidez.

Se encontraba tumbada de tal forma que una parte de su cuerpo se encontraba entra mis piernas y la otra se encontraba tumbada encima de mi torso con su cabeza bien recostada sobre mi pecho. Me sentía el hombre más afortunado que existe en el mundo.

No quería admitirlo, pero ella me hacía una persona completa. Cada sonrisa que me regalaba era como ver las estrellas, cada abrazo que recibía de su parte era un pedazo más de corazón que recupera y cada caricia suya era como rozar las nubes.

Acaricie su espalda delicadamente con miedo a que esa imagen desapareciera de mis retinas. Anoche confirme que no podría encontrar a otra mujer que llenase mi corazón como ella lo hacía, ni si quiera que otra ocupara su lugar en mi pecho. Aunque ella muriese y no pudiese verla nunca más, jamás dejaría de amarla.

Me tire tres horas sin moverme de mi posición solo contemplando como dormía con semblante relajado y seguro de la persona que la abrazaba. Yo nunca la dejaría caer, ni dejaría que la dañaran, soy capaz de dar mi vida por ella sin miedo a hacer alguna estupidez. Mi padre me dijo que cuando te enamoras de la indicada tu mundo gira alrededor de esa persona, que solo piensas en la felicidad de ella sin importarte la tuya y lo más importante solo piensas en el bienestar de tu alma gemela sin pensar en el resto. Su respiración empezó a cambiar indicándome que pronto la vería abrir sus hermosos ojos marrones verdosos y solo pude sonreír como un estúpido enamorado de la luna más brillante de la noche. Pude sentir como con su brazo pegaba mi cuerpo más al suyo para que no me alejara.

  • Buenos días. – me saludo con voz ronca y sin abrir los ojos.
  • Buenos días preciosa, ¿Cómo has dormido? – le pregunto besando su cabeza.
  • Mejor que nunca, eres un colchón muy blandito sabias. – me contesto cruzando sus brazos debajo de su barbilla para mirarme a los ojos.
  • Pues tú has sido mejor manta que cualquier trozo de tela que haya usado antes para quitarme el frio. – le asegure alzándola para poder besar sus labios.
  • Si todos los días me vas a despertar así, no quiero dejarte ir nunca. – me confeso rodeando mi cuello y haciendo que mi corazón creciera.
  • Nunca voy a dejarte amor. – le jure seguro de que cumpliré esa promesa hasta el día en que me muriese.
  • ¿Cómo llegue de vuelta a la cama? – interrogo estirándose para ponerse de rodillas encima de la cama.

Anoche se durmió entre mis brazos mientras la bañaba, ni se enteró cuando nos traje a ambos hasta la cama. Nos tumbe a los dos en la cama uno al lado del otro, pero tal parece que para ella ese no era su lugar y termino tumbándose totalmente encima mía, con parte de su cuerpo entre mis piernas.

  • Te quedaste dormida antes de atravesar la puerta del baño y te traje hasta la cama después de bañarte. – le explique cruzando mis brazos por detrás de mi cabeza contemplando su cuerpo aun desnudo causando un hermoso color rosa en sus mejillas.

En ese momento mi teléfono sonó avisándome de un mensaje en el chat privado de la familia. Gruñí y me senté para coger el móvil del suelo.

“Estaros alerta y Will estate preparado para volver en cuanto te avisemos.” Mi estado de relajación cambio automáticamente al leer esas letras.

  • ¿Ocurre algo? – me pregunto daleando un poco la cara.
  • Tranquila preciosa, es mi abuelo que se ha caído por las escaleras y han tenido que llevarle al hospital. – comente sin decirle del todo la verdad.
  • Bueno arriba loco que tenemos que irnos a casa. – me ordeno levantándose de la cama para perderse en el baño totalmente desnuda.

Una pequeña carcajada salió de mis labios y me puse a recoger las cosas que había tiradas por el suelo. Al escuchar el particular ruido de la ducha pensé que quizá mi chica necesitaría algo limpio para ponerse y sin pensarlo dos veces baje hasta la calle en busca de alguna tienda. Podía dejarle algo mío, pero sé que le sentaría enorme y ella no se sentiría coma con ello, lo más importante para mí es ella y en este caso su comodidad.

Cuando regrese a la habitación tenía entre mis manos una bolsa con ropa para ella. Como no sabía que preferiría ponerse le cogí, un short deportivo de color blanco y una falda de vuelo blanca sabiendo que ese estilo era su predilecto. Había comprado una camiseta con flecos en la parte baja con el dibujo de uno de sus personajes favoritos y ropa interior limpia que sabía le sentaría bien. Probablemente se enfadaría por haberle comprado ropa nueva, pero sabía por sus acciones que no se sentía a gusto usando la misma ropa interior dos días seguidos.

Al abrir la puerta la encontré con una toalla cubriendo su desnudez y con sus manos metidas en mi maleta rebuscando entre la ropa. Solté la bolsa en el suelo y rodeé su cintura con mis manos besando su hombro izquierdo.

  • ¿Me contaras que buscas entre mi ropa? – le pregunte con la voz ronca colando mis manos por la apertura de la toalla.
  • Busco algo que me pueda valer para ponerme, no pienso ir con las mismas bragas que use ayer. – me contesto girándose sobre su eje para rodear mi cuello y provocando que la tela que la cubría cayera al suelo.
  • En esa bolsa tengo algo que seguro te puede servir. – le informe ahuecando su trasero en mis manos.
  • Mi hombre salió en busca de algo para mi cuerpecito. – menciono coqueta saltando para rodear mi cadera con sus piernas.
  • Fui a por algo de ropa para ti duendecillo, pero ahora no es momento de que la estrenes. – le comenté sentándola sobre la mesa que había en la habitación.




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