Muros del Pasado

Capítulo 9

Pv Will

El tiempo cuando estabas con la persona que amabas pasaba como en un suspiro. Hoy hacia un año desde conocí a la persona que hacia mi mondo más brillante. En este año había conocido a todos sus amigos y a toda su familia que ya era bastante. Este tiempo junto a Alex había sido uno de los mejores de mi vida, sentía ese anhelo de tenerla eternamente a mi lado. Me encontraba en la concina preparando la cena para todos. Ya que me estaba quedando en casa y apenas hacia nada, me ofrecí voluntario para hacer todas las tareas de la casa. Quien dijo que ser ama de casa era un trabajo único para mujeres, déjenme decir que esa gente es estúpida, porque este trabajo pueden hacerlo tanto hombres como mujeres.

  • Buenos días primo, ¿Alex aún sigue durmiendo? – pregunto Pablo apareciendo por la puerta de la cocina.
  • Buenos días loco, si Alex sigue dormida cosa que me extraña porque siempre es la primera en levantarse. – conteste sirviendo el desayuno encima de la mesa.
  • A lo mejor ha pillado algo y ahora se encuentra más cansada de lo normal. – menciono dándole un mordisco a su tostada mientras que yo salía por la puerta de la cocina.

Alex llevaba dos semanas demasiado extraña, últimamente se pasaba la gran parte del día durmiendo o muy cansada. También tengo que recordar que estaba terminando sus prácticas como auxiliar de enfermería en el hospital y eso le cansaba demasiado. Pero ya me estaba mosqueando un poco, a lo mejor su primo tenía razón y mi chica había pillado algún virus que la estaba debilitando.

Entre en el cuarto que compartíamos los dos encontrándola completamente desnuda, estirada totalmente en la cama dejando que los rayos de sol que entraban por la ventana. Me acerqué a la cama y con delicadeza la moví un poco.

  • Vamos despierta duendecillo, que vas a llegar tarde a tu ultimo día. – le dije besando sus labios.
  • ¿Qué hora es? – me pregunto rodeando mi cuello para que la cogiera en brazos.
  • Las ocho y cuarto. – le conteste llevándola conmigo hasta el baño.
  • Tan tarde. – grito moviéndose con brusquedad.

Nos duchamos y desayunamos rápidamente para poder acompañarlas hasta el lugar donde mi chica se encontraba realizando sus prácticas. Se había convertido en una costumbre el desayunar juntos, yo le preparaba su almuerzo mientras ella se vestía y después la acompañaba hasta su trabajo. Al llegar

  • Cariño cuando llegues a casa y estés tu solo abre esto, por favor, es importante. -me pidió con una sonrisa nerviosa en el rostro.
  • Y porque no puedo abrirlo ahora delante de ti. – interrogue con intención de abrir la cajita.
  • Porque refiero que lo hagas tu solo y asimiles con tranquilidad los que hay ahí dentro. – me rogo evitando que lo abriera.
  • Está bien no lo abriré hasta que llegue a casa de acuerdo duendecillo. – le concedí besando sus labios.

Después de despedirme de Alex me pase por el supermercado para comprar lo que se necesitaba en casa y después regrese a casa con la clara idea de limpiarlo todo. Cuando terminara con las tareas de la casa abría aquel paquete y lo guarde en mi bandolera junto a la caja de terciopelo rojo. Me dirigí hacia la terraza de la cocina, me puse el delantal y me puse a limpiar toda la casa con tranquilidad, sin dejar de pensar en mi duende de la suerte.

En el momento que estaba terminando de fregar la última habitación mi móvil sonó con el tono que tenía asignado para la familia y enseguida me puse alerta. Era demasiado bonito para ser verdad. Ya me resultaba extraño que después de un año los Mckalisters no hubiesen realizado su movimiento y peor aún que hubiesen estado tan tranquilos durante cerca de un año. Mire la hora en el reloj de mi muñeca dándome cuenta que ya eran casi las cinco y media de la tarde, se me ha pasado el día volando. Deje todo de lado en la cocina y me encamine hacia la mesa de café que se encontraba en el cuarto de estar para coger mi móvil. Al ver quien era la persona que llamaba mis pelotas se pusieron de corbata.

  • Dime que ocurre papa. – le pregunte directamente sin saludar ni nada.
  • Hijo siento estropear tu felicidad con esa chica, pero tienes que volver a casa antes del domingo y con urgencia. – me ordeno fríamente dejándome ver la gravedad del asunto.
  • De acuerdo papa intentare regresar antes del sábado. – le informe pensando en cómo explicárselo a ella.
  • Hijo cuando todo se solucione aquí podrás volver con ella, yo mejor que nadie sabe lo que es estar lejos de la persona que pone tu mundo patas arriba y tu vida incompleta cuando no está. – explico mi padre con notable comprensión en su voz.
  • Papa, estoy preocupado por ella, no quiero que por dejarla sola ese estúpido de Evan se acerque a ella y le consiga hacer algo, recuerda que hace seis meses amenazo con tocarla. – le confesé sentándome en el sofá y escuchando la puerta del piso abrirse.
  • Hijo nada va a pasarle a ella eso tenlo muy seguro, tengo a un chico cuidando de ella en todo momento sin que se dé cuenta y que además es de su entera confianza, la única forma de que ese desgraciado se acerque a ella es matando a mi hombre y será difícil que este se encuentre solo, además mi hombre va a ser padre dentro de siete meses. – me comento con notable tono de triunfo en su voz.
  • Bueno papa hablamos en otro momento que Alex acaba de llegar. – le dije viendo a mi chica aparecer por la puerta del salón.
  • Está bien hijo hablamos en otro momento, me saludas a tu chica. – me pidió despidiéndose de mí.
  • Que tenga un buen día señor Valcárcel. – le saludo mi chica acercándose con cierta timidez.

Esa actitud me resulto extraño y aún más me extraño la palidez en su rostro. La vi mi bandolera suspirando al ver la caja aun cerrada. Que había ahí dentro que le impacientaba para que abriese. Guie mis ojos hacia la carpeta que se encontraba en la barra que conectaba con la cocina.

  • ¿No has podido abrir lo que te di esta mañana? – me cuestiono pasando sus dedos por los relieves de la caja.
  • Lo siento mi vida, me puse a limpiar toda la casa y me olvide completamente de ello, pero tengo algo que proponerte y que darte antes de abrir lo que me diste. – le conteste cogiendo su mano izquierda con mi derecha y la caja de terciopelo rojo con mi mano izquierda.




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