Muros del Pasado

Capítulo 22

PV Will

Hoy iba a acabar con ese desgraciado, hoy era el día en que nos vengaría a los cinco. Iba a cobrarme las torturas a las que ese desgraciado había sometido a mi talismán, iba a torturarle hasta que pidiera clemencia por su boca y después iría derechito al infierno a pagar por sus pecados.

Me encontraba delante del espejo del vestidor acomodándome mi ropa. Llevaba un esmoquin negro totalmente, una camisa de manga corta con botones roja carmesí, una corbata negra y unos zapatos negros. Ese idiota no sabía que parte de los suyos se habían aliado a nosotros para salvar a Alex de sus sucias garras.

Al salir a mi habitación me encontré a la pequeña de ojos claros parada en la puerta de entrada. No había día que no preguntara por ella, no ha existido un solo día desde que ella se encuentra segura en esta casa que no haya hablado de su mama. Despacio me acerque hasta ella con cuidado de no asustarla. Pude darme cuenta que habían quedado muchos daños en ella en su corta vida y todos en la casa teníamos que hablar con delicadeza. Nos pudimos dar cuenta a los dos o tres días de llegar con nosotros que cualquier grito, aunque, no fuera por discutir, ella rompía a llorar asustada, se agachaba y se abrazaba a ella misma como si fuera un caparazón protector. Con paciencia habíamos conseguido que confiara en nosotros y que hablara tranquilamente con todos como si de un jilguerillo se tratase. Mi madre se había ganado a esta pequeñaja enseguida gracias a su pasión por la jardinería.

  • Señor Will, ¿me puede hacer un favor?- me pregunto la pequeña Selene con su mirada fija en el suelo.
  • ¿Qué necesitas pequeña?-le interrogue agachándome a su altura.
  • Escuche al señor elegante que usted veria hoy a mi mama, es verdad.-menciono la pequeña mirándome con ojillos brillosos.
  • Si pequeña hoy veré a tu mama y la traeré conmigo a esta casa.-le comente besando su frente.
  • Le puedes dar esto cuando la veas.-me pidió entregándome una hoja con un dibujo que no parecía de una niña de cuatro años.
  • Nosotros se lo entregaremos pequeña, ahora ve con la abuela que te está buscando para arreglar los lirios del vivero.-le aviso mi padre desde atrás que miraba sonriente a la niña.
  • Abuelito, gracias por avisarme.-le agradeció abrazando las piernas de gran Antoni Valcárcel.
  • Corre con la abuelita pequeño abejorro que ya te está esperando.-le animo revolviendo su pelo.

 Vimos como la niña salía corriendo haciendo que su vestidito azul vailara a su paso por el pasillo dejándonos solos y logrando con esa acción que nos riéramos en voz alta. Justo cuando me levante y mi padre comenzó a hablar, la pequeña apareció de nuevo con los mofletes sonrosados.

  • Me dijo yaya Kora, que te mostrara el vestido de Alicia que me regalo, el delantal y los guantecitos que me compro para ayudarla con las plantitas.-me informo dando una vuelta en donde se encontraba para hacer que el vuelo del vestido hiciera su juego y sus zapatitos resonaran con su dulce danza.
  • Te queda precioso pequeña, sabes que Alexi tiene el mismo vestido pero en color naranja.-le comente agachándome para colocarle bien el lazo que recogía parte de su pelo.

Selene no dijo nada más, solo se puso de puntillas y beso mi mejilla, para acto seguido salir corriendo por el pasillo llamando a mi madre o como ella la llama yaya Kora. La niña era idéntica a Alex al igual que Alexi aunque esta última tenía los ojos grisáceos y la pequeña Selene tenía los ojos marrones como su madre a lo mejor un poco más oscuros.

  • Si has terminado de vestirte vámonos ya a sacar a esa muchacha de aquel infierno al que no tenían que haberla metido.-me ordeno mi padre colocándose su esmoquin negro.
  • Cuanto antes lleguemos perfecto.-le confirme empezando a caminar fuera de esa habitación que esta noche compartiría con ella.

Bajamos las escaleras de la mansión hasta el amplio garaje que teníamos y donde guardábamos todos los coches. En especial los coches blindados que no lo parecían. Mi hermano se encontraba delante del BMW SUV negro que reservábamos para ocasiones especiales como estas y hoy iba a ser la guinda del pastel.

  • Yo me marcho con ustedes, esta es mi oportunidad de oro.-nos informó Ailan mi primo de ojos grises.

Sabía perfectamente cuales eran sus motivos y sinceramente le entendía porque me encontraba casi en su misma situación. Nos subimos a los doce coches que habíamos elegido para misión con una idea clara. Acabar con ese desgraciado.

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Bajamos los tres del suv negro blindado al mismo tiempo que mis hombres bajaban de los otro once suv. Nuestros trajes eran antibalas y tan ligero que parecía que ibas desnudo por la calle. Mi primo Ailan es un genio a la hora de crear armamento y ropa para las misiones como la de hoy.

  • ¿Preparado para reunirte con tu esposa primito?-me interrogo mi primo con una sonrisa socarrona en el rostro.
  • No sabes tú cuánto.-le conteste con frialdad dejando mi mente en blanco.
  • Te pido que me dejes torturar y asesinar a ese desgraciado.-me advirtió con los ojos oscurecidos por el odio.
  • Solo le daré unos cuantos golpes hasta cansarme, el resto te lo dejare a ti solo.-le confirme caminando hasta la puerta.

Al entrar mis ojos se perdieron en un lugar concreto de aquel lugar. Bajando las escaleras blancas de mármol blanco marfil, como si de una deidad se tratase con aquel vestido que en su cuerpo la hacía parecer una ninfa. La acompañaba Piero y una chiquilla rubia de ojos de color café que brillaban como destellos de sol. Algo en ese rostro angelical me recordaba a alguien pero no conseguía descifrar a quien me recordaba.

  • Hijo de puta, juro que ahora si voy a matarle dolorosamente y entre horribles sufrimientos.-juro mi primo sacando la pistola que guardaba en la parte trasera de su pantalón.
  • Idiota acabas de jodernos el plan, ahora no podremos sacar a Alex de aquí antes de la batalla.-grito mi hermano mirando a Ailan de muy mala forma.




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