Musica Ligera

CAPÍTULO 3.  MELODÍA  DESCONOCIDA

 

Perezosos mis párpados se obligaron a abrirse pero no de sopetón si no cansados y somnolientos, me vino la nebulosa  sensación de sentirme desorientada, por la vista   me sentía traicionada  era un borrón de imágenes inteligibles de marrón con verde. Entre un parpadeo y otro note mi mejilla derecha aplastada contra hierba mi sentido del olfato se accionó por el aroma a pasto natural, no de la masa absorbente artificial  de mi hogar el aroma a tierra húmeda se impregnaba en mi cerebro. El esfuerzo por recordar cómo me había caído me daba un dolor seco en la cabeza. Al quinto intento de enfocar la vista lo logre, la tierra estaba por atravesar mis pestañas.
Pase saliva con dificultad, temiendo muchísimas cosas. Ahora si ya sentía la alarma muy urgente de saber ¿ Dónde estaba? y ¿Como había llegado ahí ?
Puse mis codos como apoyo para hacer el primer esfuerzo de levantarme y me dio un mareo apremiante.
Mi primer impulso fue llamar a la última persona que estuvo conmigo. Recordé de golpe el auto marrón en el que me recargue, los chicos besándose, mi mejor amigo enfadado por nada . Grite.
-Uriel- la voz me salió ronca, tendría que estar junto a mí para escucharme.
Me quede a medias tratando de levantarme  por completo, haciendo un esfuerzo colosal para no vomitar.
A la derecha o a la izquierda estaba lo mismo alrededor había  árboles y más árboles.
Estaba muy aturdida aún, me agarre las sienes frotandolas para poder recordar otra cosa que no fuera la casa azul, como no pude traté de juntar fuerzas para salir de ahí. 

Volvió esa inflamable nube de desesperación "Alguien te vigila"
-¿Hay alguien?- tuve que preguntar azuzando los sentidos expectante.
La respuesta se encontró de pronto de la copa de un arce. Alguien o algo atravesó el forraje aterrizando cerca de mi. El disparo de adrenalina fue inmediato, incluso olvidé mis náuseas. Un ser de casi dos metros se irguió cuan largo era con su gabardina negra, su rostro estaba perfecto como la última vez que le vi, me pasme. Esos ojos rojizos llamativos del primer encuentro me observaban con vívidos destellos de malicia, veloz como el viento su mano se movió a una piedra del tamaño de su puño, la alzó para darme un golpe mortal.

Mis piernas se movieron a una velocidad descomunalmente desconocida dándome lo necesario para alejarme un poco de él, corrí  en dirección opuesta. No dure nada cuando algo me sujeto firmemente.

Con un zarandeo mis manos se retrajeron a mi espalda desbalanceandome, caí de bruces contra la tierra sin poder meter las manos, mi cara se estrelló al ultimo asi consegui mi labio sangrante, no le di importancia, trate de darme la vuelta para ver al desconocido aproximarse,  el pitido en mis oídos no me permitía saber que tanto lo había hecho.
-Para, ¡por favor!- La desesperación de temer por mi vida me hizo chillar, no detuvo su andanza empuñando el arma.
En mi lucha por zafarme toque un especie de metal grueso, cadenas, eso  me tenía amarrada, por eso ya hacía prácticamente inmóvil.
Le faltaban un par de pasos con un rostro inerte de emoción   y  su mirada amenazadora me miraba desde arriba, la ira lo embargo levantando de nuevo el brazo.

No podía imaginar que esto fuera a pasar, no debía ser real.
-¡Para!¡Te daré lo que quieras! ¡No me lastimes!
-Sólo esto necesito- dijo moviendo sus labios lentamente con la voz profunda haciéndola tétrica.
-No,por favor ¡por favor!- pedí cerrando los ojos por que la piedra descendía drásticamente sobre mi cabeza.
Después de eso quede de nuevo inconsciente pensé que se debía al trancazo en mi cráneo pero no, desperté completamente lúcida no tenía el mínimo dolor, solo me ardia un poco la espalda por que se encajaban ramitas sueltas. 

Me estaba arrastrando por el lugar de las cadenas de antes.
Mire la espalda del tipo mientras buscaba cualquier cosa para liberarme, los eslabones del metal eran enormes y me aferraban las manos hasta los antebrazos, de pronto estas se tensaron  para amarrarme a un árbol rugoso con moho en su base. Estaba aterrada aún no comprendía como me hallaba en el bosque y no se de que me asustaba tanto,  si del loco muchacho o de las leyendas encerradas en las ramas de estos árboles. Me parecía extraordinario que no mojara mis pantalones aún.

Estaba en indudable shock, esos paralizantes, de los que te traban la mandibula o te retuercen las tripas, era prisionera de alguna manera pero mi cabeza se oponia terminante a la histeria. Esta rara mente me escupía ideas como hablar con este individuo, ganar tiempo para mirar alrededor y de ser posible gritar por ayuda sin embargo no estábamos ni cerca de los bordes del bosque por que la luz con trabajo se filtraba y los árboles crecían muy juntos.
El comenzó a respirar  agitadamente,  el extremo de la cadena de metal no parecía tener fin  salía de su manga tras dos vueltas al árbol bajó drásticamente su mano y la punta de esta se enterró  estremeciéndose y esparciendo polvo en la tierra. Tan pronto como finalizó esto no se molestó en mirarme, del interior de su gabardina saco un libro, de tapas amarillas con bordes plateados y consultó con el ceño fruncido, lo cerró abrupto  dio zancadas veloces para alejarse de mí, quedándose sumamente quieto como una estatua de intenciones aterradoras.
-Es con abismal diferencia  la tarea de más complejidad.
Hablando de esa forma  me pregunté si no pertenecía a algún culto o secta, o quizá ser un radical, dudando su pertenencia al instituto.

Estaba mordiendo tan fuertemente mi lengua que se  abrió, considere que posiblemente no tendría otra oportunidad de  hablar quise hacerlo muy calmada y a pesar de que lo intente sonó  muy bajo.




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