Musica Ligera

CAPITULO 8. TENIENTE VIGIA.

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Me encontraba en el bosque cuando ese niño de ocho años me encontró, sus ojos negros me habían cazado por una gran extensión.

Escuche cuando degollaron a mi madre y oí cuando un cuchillo se clavó en la espina dorsal de mi padre, hice más que eso, lo vi en la periferia mientras corría sigilosamente para ocultarme. Yo tenía nueve años y fui la deshonra para mis padres los jefes de un clan mediocre cuyo nombre ya no recuerdo. Estaban obsesionados con las matanzas a los humanos radicales por eso nuestro número decreció cada día hasta que el refugio en los bosques a las afueras de un continente diminuto nos vimos atrincherados por un clan mayormente poderoso, exterminación de rutina. Mi madre lo predijo  sin ser vidente, habíamos causado revuelo, nuestra especie vendría a exterminarnos para no provocar conflicto con los patéticos y aberrantes humanos.

Yo fui la deshonra del clan a pesar de tener el dudoso honor de ser el heredero, fui muy inútil al combate en toda clase solo me permitían escuchar las planificaciones. Tuve miedo de mi propia vida cuando llegaron por nosotros y corrí a esconderme entre la maleza alta donde no me encontraría con facilidad pero ese niño de ojos negros con pestañas largas y piel moreno claro tenía un adiestramiento increible, me encontró al poner atención a un par de gotas de sangre en el suelo.

Tenía una cuchilla para cazar animales, el niño me volcó, luche con mi vida de por medio pero tuve la dignidad de no llorar, duró mi pelea  unos instantes, el niño me sometió. Ya en el piso con el labio abierto y la frente magullada, un hombro dislocado y un enorme tajo en el abdomen por donde se me saldrian los órganos, contemple boca arriba al chico que me daría muerte -¡Capitán!- chillo una niña con el cabello color del sol y ojos de tono agua cristalizada entrando a tropel con un conjunto de Tragaformas adultos. 

-¡Atrapó al cobarde señor!- felicito un idiota de su séquito.

Cada miembro de ese clan acababa de asesinar al mio, se congregaron para ver el espectáculo, alcanzaba a ver a un hombre enormemente alto, mirandome a mi y al chico sobre de mi cuerpo con desprecio infinito.

-Ruego me perdone la vida, gran señor- implore por piedad.

Aumente la dureza de mi tono por que no debía sonar tan débil, el momento había llegado si quería sobrevivir necesitaba indulgencia pero no compasión o solo seria ejecutado en el acto.

Los ojos negros  del chico me fijaron y en ellos encontré el mismo desprecio que el hombre por detrás de él . Apretó mas mi cuello debajo de su rodilla impidiendome hablar o respirar.

-No creo que lo valgas- Dijo el hombretón.

No puse resistencia, eso seria un desafio pero tampoco cerré los ojos estableciendo una pelea a miradas con el chico que tenía mi vida entre sus manos o más bien en su rodilla, paso mucho rato ya me sentía desmayar cuando el supremo Emonis, Capitán de los mejores  clanes, hijo del valeroso Armand dio la orden directa a su heredero y primogénito Uriel  a liberarme.

Este me coloco de rodillas frente a su padre con brusquedad.

-Tu y tu clan son la basura de este mundo antes incluso que los bastardos caminantes o las porquerias humanas- me aguijoneo el supremo.

-Lo fui señor- convine con tono neutro, un error en este punto no solo me costaría la vida sino una muerte aterradora.

-Lo eres- contradijo y con un látigo desprendió la carne de mi cuerpo con un solo azote, recibí la pena de cargar con mi anterior clan.

Recuerdo como salio sangre en una línea de mi espalda hasta mi cuello, no solté ni un gemido a pesar de dolerme más que cualquier tranquiza de mi difunto padre, los brazos se me doblaron haciéndome probar la tierra por la nariz, con toda la fuerza de voluntad que me  quedaba me levante tiritando con la ropa hecha jirón respirando a pesar del polvo en mi nariz, aguantando el ardor abrasante de mi espalda. Humillado como nunca.

-Te libero de ese clan y tu nombre muchacho, si deseas conservar tu vida de ahora en mas tu lealtad la ofrecerás a Uriel Ueda Capitán del clan Ai y solo al nombre que te otorgue responderás ¿Esta claro?- La voz imponente del supremo Emonis retumbaba en mi cuerpo si respondía afirmativamente comenzaria una nueva vida y si me negaba tomaría latigazos hasta quedar desollado por su mano. No me importaba en realidad pertenecer a otro clan en seria una liberación para mi alma y mis ataduras, me bastaría ser un cabo inútil en el clan del hijo del supremo y eso seria mas vida que la que tuviese en el pasado. .

-Sería un honor mi señor- El dolor, era a esa edad insoportable y no pude mantener un tono sereno, se me entrecorto la voz.

El espectáculo finalizó ahí, el supremo se marchó junto con los demás tragaformas en formación pulcra rodeando a su Capitán. Quedó el niño que me hizo doblegarme y la niña con los ojos de color hielo.

Entre temblores  gire mi cabeza hacia el.

-A  la espera de… de un no.. nombre se..señ...señor

A ese punto veía distorsionado el lugar y mi cuerpo desvanecerse.

-¿Juras tener lealtad a mi sobre todo lo demás, incluyéndote?- pidió de forma rápida.

-Si se… señor- conteste.

-Ailee ve sanandolo- Exigió mi futuro nuevo Capitán.




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