Muthaes Ii. La nueva tierra

El valle de Heiwa

Fueron invitados a comer en casa de uno de los amigos de Antoine, y lo primero que hicieron durante la comida, fue interrogar a Fernanda.

La idea de Fernanda era convencer a Gates de que ella podía ser útil a su proyecto, de ese modo, ella podría valerse de él para evitar todo ese acoso del que era víctima en lo que encontraban el momento de escapar. Gates la llevó directo al laboratorio, mostrándole los ciborgs y planteando el problema, necesitaba una fuente que mantuviera calientes los órganos de los ciborgs, pero sin dañarlos. Fernanda le dio algunas ideas de cómo podría lograrlo, pero no se dio cuenta de que le dio una solución con la que él podría continuar solo, sin necesidad de su ayuda. Aparentemente, para Gates era mejor tener la menor cantidad de testigos en su proyecto. La hizo salir del laboratorio y la llevó hasta un despacho, sacó una pistola y apuntó directo a su cabeza, entonces Fernanda reaccionó dejándose caer sobre sus pies y en un segundo sacó tanto calor de su cuerpo que Gates cayó desmayado. Almond lo vio todo, y, aunque no comprendía por qué Gates intentaba asesinarla, fue de inmediato con ella, ordenándole salir. Almond aprovechó que Gates estaba desmayado y sacó de él todo recuerdo de haber siquiera pedido ayuda a Fernanda, pero no podía arriesgarse a hacerlo olvidar absolutamente todo sin ponerse a sí misma en la mira de la gente de Mayab.

Fernanda no podía saber que Almond era parte de la rebelión, así que corrió hacia el falso Mayab con la firme idea de decir a sus amigos que la ayudaran a escapar, pero le pasó lo mismo que a ellos, detrás del cristal de un invernadero, no detectó a Jerónimo hasta que fue muy tarde. Hizo lo primero que se le ocurrió, hacerle creer que estaba dispuesta a irse con él para que Jerónimo bajara la guardia y no activara ninguna alarma, pensaba noquearlo en cuanto tuviera oportunidad. Pero entonces recordó el verdadero Mayab y Fernanda vio otra oportunidad, haría que él la llevara allá, así podría conocer la ubicación de ese lugar y enviársela a sus amigos, y, en cuanto tuviera todo, asesinaría a Jerónimo y escaparía. Casi logra cometer el asesinato, pero Almond se dio cuenta de todo y la detuvo a tiempo. Hizo a Jerónimo olvidarlo todo y pidió a Joe ir por ella para sacarla de esa ciudad. Por medio de Nayelli, vieron el momento exacto en que los demás escaparían, y la niña Oráculo vio en ello una fuerte probabilidad de obtener los secretos de Gates en su computadora, fue entonces que se le pidió a Fernanda que les enviara las coordenadas de la ciudad de Mayab.

―¿Qué hay de ustedes? ―preguntó Fernanda―, ¿qué es lo que pasó desde que me fui?

Los demás relataron todo a Fernanda, lo de los ciborgs, el asesinato de Jonathan y de que su decisión de acelerar su escape fue detonado al ver la suerte de Ágata.

―Pobre infeliz ―Fernanda chasqueó la lengua―. Es increíble que lo perdiera todo, desde la dignidad hasta la vida misma por mantener a ese hombre con ella.

―El amor a veces nos hace cometer estupideces ―Lee, uno de los amigos de Antoine, intervino―, y a cualquiera nos puede suceder.

―Si algún día cometo una idiotez por amor ―dijo Fernanda―, golpéenme.

―Cambiando drásticamente de tema ―comentó Karsten mientras comía patatas asadas―, ¿qué lugar es este?

―Lo llaman el valle de Heiwa ―dijo Edith, amiga de Antoine―. Antes sólo era llamado “El valle”, pero hace unos meses, cuando Joe llegó a este lugar, lo bautizó con el nombre de Heiwa. Creo que significa “paz” en alguna lengua de la antigua tierra.

Terminaron de comer y los amigos de Antoine los llevaron a recorrer la ciudad. Era muy pequeña y las casas y laboratorios que ahí tenían estaban construidos de tal forma que se mimetizaban con el bosque. Al igual que en el falso Mayab, tenían valles de cultivo y ganadería atendidos por robots. Les explicaron que, entre sus habitantes, había un sujeto capaz de mover objetos de cualquier tamaño por medio de la telequinesis quien, con ayuda de Romanoff, se habían encargado de construir todas las casas, y, de hecho, les hicieron saber que tarde o temprano Romanoff estaría con ellos para darles su propia vivienda. Estaban en eso cuando vieron una construcción que difería mucho de las demás, parecía una vieja nave industrial muy grande y cubierta por enredadera.

―Es casa de Joe y Nayelli ―dijo Edith―, esos dos son muy raros, pudieron tener la casa que quisieran, pero eligieron esa enorme caja vacía. A excepción de su baño, nada tiene paredes en su interior.

―No parecen muy sociables ―dijo Karsten.

―No lo son ―dijo Fernanda―, ni siquiera entre ellos. Joe siempre la mira con un gesto de idiota, creo que está perdidamente enamorado de ella, pero ella no le hace caso alguno, lo trata como si fuera sólo su mascota.

―¡No lo trata como una mascota! ―gruñó Lee―. Sé que desde que estaban como prófugos en Ío, se la viven juntos, pero en efecto, ni entre ellos hablan mucho, simplemente son así de extraños.

En ese momento llegaron a un edificio en donde, según les explicaron, tenían los laboratorios de informática. Ahí fueron recibidos por dos personas a quien les sorprendió mucho ver; Gabriela, la chica inteligencia artificial y Luca, el hechicero. Se enteraron de que, al igual que Gates, los rebeldes aprovechaban ese mito de los suicidios para reclutar a algunos muthaes y llevarlos a la tierra.

―No lo entiendo ―dijo Nina―, me da la impresión de que Almond me eligió a mí por alguna razón, pero…




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