Muthaes Ii. La nueva tierra

Los soldados de la serie H

Durante esos días Fernanda había estado compartiendo casa con Albert Romanoff y su esposa, Dalia Estévez. Pero ahora que sus amigos estaban en Heiwa, se les ofreció una casa de cuatro habitaciones que podrían compartir. Romanoff la construyó muy cerca de su propia casa y los demás podían adivinar que la intención era que, entre todos, tuvieran muy vigilada a Fernanda.

Al siguiente día de estrenar su casa, Sarik se dirigió al laboratorio de informática para apoyar a Gabriela con los archivos de Gates, mientras que Karsten, Nina y Fernanda se encaminaron al laboratorio de energía.

Mientras caminaban, encontraron a Nayelli, quien cortaba bayas silvestres y, un poco más adelante, estaba la consejera Almond sentada en una banca, tomando el sol. Sentado sobre la grama y recostando su cabeza sobre el regazo de ella, estaba Joe.

―Esas bayas parecen deliciosas ―sentenció Karsten.

―Lo son ―respondió Nayelli con una sonrisa―. Quiero hacer un pastel para Joe. Rikka regresará en la noche a la ciudad de Mayab, y él se deprime cuando ella se va.

―¿Se deprime? ―Sarik observó a Joe, parecía muy tranquilo recargado en el regazo de Almond, mientras ella le hablaba, acariciando su cabello.

―Es raro ―sentenció Fernanda―, es la primera vez que te veo hacer algo amable por Joe.

―¡Yo siempre hago cosas amables por Joe! ―reclamó Nayelli.

―¿Por qué Joe se deprime cuando Almond se va? ―preguntó Karsten, distrayendo la atención, ya que Nayelli pareció molestarse demasiado con el comentario de Fernanda.

―Para Joe es muy difícil saberse un experimento ―y fue todo lo que les dijo.

―Creo entender ―dijo Nina cuando Nayelli se fue―. Joe es, después de todo, clon de Jason. Supongo que para Almond él es en cierto modo su propio hijo, y quizá eso hace que Joe no se sienta tan inhumano.

―Es la primera vez que veo esa mirada en Joe ―comentó Fernanda. Joe en efecto parecía un dócil cachorro en brazos de la que pudo ser su madre―. Es muy extraño ver a un hombre tan fuerte y frío necesitar amor de esa forma.

» El señor Romanoff me contó que, desde que Nayelli fue rescatada, ellos dos se volvieron inseparables. Joe es extremadamente sobreprotector con ella, lo he visto incluso levantarla en brazos cuando llueve, para evitar que ella moje sus pies. ―Fernanda suspiró―. Pero, para ser honestos, no creo que el amor de Joe sea correspondido.

―¿Por qué lo dices? ―preguntó Nina.

―Joe puede ser muy frío con todo el mundo, pero con Nayelli es muy diferente, es como si el mundo fuera gris para él y sólo pudiera cobrar color cuando está con ella ―Fernanda hizo un gesto de desaprobación―. Cuando están descansando fuera de su casa, Joe la mira con los ojos de alguien que encuentra lo más maravilloso del mundo, pero Nayelli sólo concentra su mirada en el horizonte.

Sarik por su cuenta, recién llegaba al laboratorio junto con Gabriela. Luca estaba dentro de la consola instalando algunas tarjetas cuando ellos llegaron.

―Listo ―Luca salió sacudiendo sus manos―, el servidor tiene el doble de capacidad, espero que con eso y con tu ayuda, los archivos podrán ser desencriptados hoy mismo.

―Recuerdo tu presentación en Ío ―dijo Sarik―, aparecías cosas de la nada, por eso fuiste llamado “el hechicero”.

―No aparezco cosas de la nada ―dijo él―, las construyo a partir de las moléculas que tengo a mi alrededor. Aquí he ayudado a multiplicar la cantidad de aparatos e instrumentos de todos los laboratorios, y, ahora que necesitamos de más potencia para desencriptar esos archivos, dupliqué la memoria y la velocidad del procesador.

―Gracias, Luca ―dijo Gabriela y se dirigió a Sarik―. Necesito que me ayudes a detectar el método de encriptación que usaron en estos archivos, así que, ¿me permites? ―Sarik se hizo hacia atrás cuando Gabriela acercó su mano a su cabeza. Ella rio―. No te haré daño, sólo despertaré algunas neuronas dormidas en ti para que seas más eficiente.

Sarik dejó que Gabriela tocara su cabeza y para él fue como un despertar, como si de pronto pudiera comprender cosas que antes le eran abstractas.

―Suficiente. No puedo darte más inteligencia sin correr el riesgo de volverte loco.

Sarik se sentía completamente seguro de poder lograrlo, así que, junto con Gabriela, dedicó toda la mañana a trabajar en esos archivos.

En el laboratorio de energía, Nina entró con los colegas que Fernanda le había presentado un par de días antes y, junto con ellos, comenzó a trabajar en una fuente de poder capaz de tomar la entropía de cualquier fuente energética, desde aparatos hasta los árboles mismos, y concentrarlos para ser usados en la ciudad. Era una tarea difícil, pero Nina estaba confiada en poder lograrlo.

Karsten, por su parte, empezó un proyecto con Joe. El poderoso muthae había logrado emular sus portales y quería aprender más con él, pues entre los dos estarían trabajando en un túnel que les permitiera rescatar a la gente de Ío y llevarlos a la tierra.

Fernanda, en cambio, prefería trabajar sola. Tenía la encomienda de retener la energía térmica de explosiones menores y buscar hacer algún aparato que atrapara toda esa energía; eso tenía el propósito de salvarlos en caso de alguna guerra con misiles. Pero su trabajo solitario fue interrumpido por Dalia Estévez, quien llegaba de visita a su laboratorio. Amable y sonriente, la mujer le ayudó con sus experimentos, algo que extrañó a Fernanda, la habilidad de Dalia era de apoderarse de la voluntad de la gente y obligarlos a hacer lo que ella quisiera, nada que tuviera que ver con energía térmica, así que no pudo evitar preguntar.




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