Muthaes Ii. La nueva tierra

Sexto sentido

Los restos de Almond fueron sepultados en un cementerio a las afueras de la ciudad. Desde ese día, Joe pasaba más tiempo que nunca con Nayelli, y se le notaba más hosco y frío que de costumbre, pero esta vez Nayelli parecía haberse contagiado de su depresión, ya que ella tampoco salía de la bodega a menos que fuera estrictamente necesario.

La comunidad entera estaba tan indignada con Fernanda que, de no ser por Karsten, ella no tendría a nadie con quien hablar. Algunas personas como Gabriela o Antoine le dirigían la palabra, pero sólo para lo indispensable

Justo el día que Mount falleció, fue Fernanda a la que se le dio la tarea de sepultarlo. Karsten le ayudaba a cavar una tumba entre el bosque mientras hablaban de lo sucedido.

―Todo mundo estaba convencido de que yo me dejaría llevar por las banalidades de Mayab y los traicionaría con tal de tener esos lujos ―Fernanda bufó―. Ni siquiera yo misma podía imaginar que a lo que estaba destinada era a enamorarme de Joe y, en mi desesperación por ser correspondida, tarde o temprano cometería una estupidez.

―Aquel día que fuimos al falso Mayab, Nayelli vio que las probabilidades de que fallaras aumentaron. ―Karsten frunció los labios―. Como habías tomado aquel robot pastelero y el vino, todos nos fuimos con la idea de que la banalidad es la que había aumentado esa probabilidad.

―Pero no fue el estúpido robot ―Fernanda dejó salir una sonrisa amarga―, sino el idiota de Henry Mount. Teniendo cerca a este cerdo, sólo era cuestión de tiempo a que él se diera cuenta de que yo estaba enamorada de Joe y tomara su oportunidad. En su momento dudé, supongo que esa pequeña probabilidad de que yo no fallara estaba en ese lapso en el que pensé en negarme, pero al final de cuentas, lo hice, accedí como una idiota.

―Lee nos lo dijo un día, al amor nos puede volver idiotas.

―Y yo que critiqué a Ágata por todas las estupideces que hizo por buscar el amor de un hombre ―Fernanda bufó con ironía―. Ahora resulta que fui peor que ella.

―Y mira que eres peligrosa cuando te enamoras. Prométeme que nunca te enamorarás de mí, quiero llegar a la vejez ―dijo Karsten con sorna.

―Eso no ayuda, Karsten ―dijo ella, sonriendo.

―Si al menos saqué una sonrisa de tu rostro, ayuda en algo.

―Bien, el agujero ya es lo suficientemente profundo ―dijo Fernanda secándose el sudor de la cara―, arrojemos a esta basura aquí y regresemos.

El cuerpo de Mount fue arrojado de forma descuidada. Terminaban de sepultarlo cuando Nayelli se acercó a ellos.

―Karsten, te buscan en el laboratorio y, Fernanda, mi abuelo quiere que vea tu destino nuevamente ―dijo la chiquilla con voz tranquila―, ha sucedido algo que nos obligará a acelerar el plan de rescatar a la gente de Ío y él quiere saber si…

―No los traicionaré de nuevo ―dijo Fernanda con un gesto de frustración―, pero velo con tu don para que todos estén tranquilos. ―Nayelli concentró su mirada en Fernanda y al terminar esbozó una sonrisa.

―Bueno, la traición hecha está, ya no hay más peligro en ti.

―¿Qué es lo que pasó? ―preguntó Fernanda―, ¿por qué de pronto tanta urgencia?

―El señor Gamez encontró perturbaciones en el presente. Trump no se siente muy seguro ahora que sólo le queda una giba nuclear, y entre él y Gates hicieron un plan desesperado… ―Nayelli seguía mirando los ojos de Fernanda―. Tu destino es ir a Ío, hay una persona allá que puede guiarnos a la máquina de sismos, pero él confiará sólo en ti.

Nayelli le dedicó una sonrisa y se fue caminando de regreso a la ciudad. Fernanda la observó con el entrecejo fruncido, no se le notaba enojada en absoluto, y por eso se atrevió a seguirla, se paró frente a ella.

―Yo sé que soy la peor persona para decirlo, pero debo hacerlo ―Fernanda habló con total seguridad―. Joe te necesita más que nunca… Naye, por favor, no seas fría con él.

―¡Yo no soy fría con Joe! ―La sonrisa de Nayelli se borró.

―Naye, quizá no lo haces conscientemente, pero es que, ¿cómo te explico?, los he visto juntos, Joe te observa con tanto amor mientras que tú, bueno, lo ignoras.

Nayelli se hizo hacia atrás observando a Fernanda como si lo que escuchara fuera lo más inverosímil que hubiese oído.

―Yo no lo ignoro ―reclamó―. Pero dime, sigues enamorada de él, ¿no es así?

―No tienes que preocuparte por eso ―Fernanda frunció los labios―. Te idolatra y a mí me odia. Por culpa de mi idiotez perdió a su madre.

―Estás sufriendo por él ―Nayelli se tornó triste―. Te lo advertí, te dije que, si te enamorabas de él, te arrepentirías. Lo vi en tus ojos aquella vez, las probabilidades de que terminaras llorando y sufriendo por él eran de casi el 100%. No importa lo que hagas o dejes de hacer, tus probabilidades de conquistar a Joe fueron y siguen siendo nulas.

―Espera ―Fernanda estaba confundida―, entonces cuando me dijiste que me arrepentiría, ¿no era una amenaza?

―No. Sólo lo advertí porque sabía que ibas a sufrir por él.

―Y yo que pensé que era una amenaza por celos ―Fernanda dejó salir una sonrisa irónica―. ¿En verdad no hay un solo futuro en el que tenga oportunidad con él?




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