Tanto Karsten como Joe sacaron pequeños dispositivos de sus bolsillos, por medio de los cuales crearon un túnel que muchos de los muthaes de Heiwa usaron para cruzar a donde se encontraba Gates. El general, al ver que pronto se vería rodeado, corrió hacia una ventana y rompiendo el cristal, saltó hacia la jungla que lo rodeaba.
―Ve por él ―dijo Nayelli―, nosotros nos encargaremos de los ciborgs.
Los muthaes llegaban a aquella sala, mientras Gabriela estiraba sus manos a ambos lados y la inteligencia de los 10 ciborgs que los habían apresado fue disminuyendo drásticamente, dando oportunidad a los recién llegados de aniquilarlos de inmediato.
―Estos ya están fulminados ―dijo Nayelli―, pero Gates nos mintió, tiene más ciborgs de los que mencionó, por la plaza vienen muchos más.
―Los superamos en fuerza ―dijo Romanoff―, no duden de sí mismos.
Mientras los muthaes se preparaban a luchar contra los ciborgs de la base de Gates, Fernanda, junto con otros diez muthaes permanecieron cerca de Heiwa, en donde mantenían a los débiles ciborgs dentro de una gran jaula metálica. Lee preparaba una gran cantidad de material radiactivo cuando la ciborg Fernanda se acercó a observarlo.
―¿Qué es eso? ―preguntó con temor, pero Lee continuó sin contestar―. Van a asesinarnos, ¿no es así?
―Lo siento ―Edith se acercó a ella―, pero ustedes son muy peligrosos.
Sin que nadie lo esperara, la ciborg Fernanda creó un pequeño portal como los que generaba Karsten justo a un lado de los barrotes y de un salto lo cruzó. El portal se cerró tan rápido que sólo la verdadera Fernanda logró cruzar. Ambas aparecieron a lo alto de una montaña, la ciborg jadeaba, observando a Fernanda con rabia. Fernanda no tuvo tiempo de nada, la ciborg la atacó de inmediato haciendo que un árbol se convirtiera en estacas que volaron hacia ella, Fernanda apenas pudo reaccionar incinerándolas antes de que llegaran a ella. El segundo ataque fue con piedras que se elevaron del suelo, pero Fernanda las detuvo con un muro de hielo que hizo aparecer frente a ella, el suelo también se congeló haciendo resbalar a la ciborg y Fernanda de inmediato fue hacia ella, buscando emanar todo el calor que pudiera hacia su cuerpo, pero la ciborg le dio un golpe tan fuerte que fracturó sus falanges. Entonces Fernanda incineró el bosque alrededor de la ciborg, lo que apenas le dio tiempo para ocultarse. Hizo bajar su propia temperatura lo suficiente para que la ciborg no pudiera detectar su calor. Tiritando de frío, se ocultó tras unos arbustos.
En la jungla, Joe corría entre los árboles, detrás de su padre. Él estaba a punto de subir a una nave en un claro cuando Joe provocó un corto circuito que se escuchó como una explosión. Gates salió de la nave, tosiendo por el humo.
―Una persona que tanto se jacta de superioridad no debería huir cobardemente, ¿no crees? ―Joe apuntó a su padre con el sable.
―¿Me llamas cobarde?
―¡Es lo que eres! Si tan seguro estás de lo que haces, enfréntame.
―Jay ―Gates se acercó a su hijo poniendo su pecho en el filo del sable―, ¿estás seguro de que puedes vivir llevando la muerte de tu padre a cuestas?
―Tú me has expuesto a la muerte más de una vez, ¿por qué debía tener clemencia?
Gates apenas logró hacerse a un lado cuando Joe atacó con el sable. Dio un golpe tan fuerte a Joe en la quijada, que sus huesos crujieron al romperse, pero ni el intenso dolor le impidió provocar un incendio que alcanzó las piernas de Gates, seguido de un choque eléctrico que lo inmovilizó en el suelo. Joe tocó su mandíbula y haciendo algunos gestos, hizo sanar sus huesos fracturados, caminó hacia su padre decidido a dar la estocada final cuando Gates se alejó de un salto descomunal, ocultándose entre los árboles. En aquella jungla era quizá medio día, pero el cielo estaba tan nublado que era difícil ver algo entre la espesa maleza. Joe tuvo que concentrarse en encontrar a su padre a través del calor y energía que emanaba de su cuerpo.
En la base, los habitantes de Heiwa iniciaron la batalla contra los ciborgs. Parecía una batalla en la que podrían tener ventaja, pero la combinación de poderes de aquellos soldados les daba ventajas con las que podían evadir la mayoría de sus ataques y, en cambio, muy pronto hubo una gran cantidad de heridos entre los muthaes. Karsten tuvo que crear portal tras portal para alejar a los heridos de la zona de batalla. Romanoff había sido llevado por él cuando su torso fue desgarrado por un ciborg. La herida no era muy grave, pero el gesto de confianza de Romanoff se ensombreció al ver que cerca de él, estaba el cuerpo sin vida del señor Gamez.
―Son más de los que podemos manejar ―dijo Romanoff―. Karsten, ordena la retirada, ayuda a todos a alejarse de la zona de batalla. Necesitamos planear mejor este ataque.
Karsten obedeció, regresó sólo para rescatar a sus aliados, llevándolos uno a uno lejos del campo de batalla.
Fernanda continuaba ocultándose de aquella ciborg. Esa máquina nunca había tenido contacto suficiente con Karsten como para aprender tan fácilmente a abrir portales, y si había sido capaz de abrir uno sin convivir siquiera con él, quería decir que era mucho más poderosa de lo que el mismo Gates podía imaginar.
―¿No piensas salir de tu escondite? ―gritó la ciborg―. En ese caso, creo que regresaré a asesinar a tus amigos y salvar a mis soldados.
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Editado: 29.08.2023