A solas
Poco a poco pude comenzar a recobrar la conciencia, escuchaba un pitido en mi oreja, intenté reponerme pero otra vez caí, pase mi mano por mi oído y noté un ligero sangrado que salía de está, me senté contra la pared del contenedor, mi cabeza seguía intentando organizar lo que había ocurrido, luego recordé la explosión y que me encontraba dentro del camión, mire a la puerta con increíble temor de las cosas que habían afuera, todo estaba a oscuras, así que saque mi celular y vi que horas eran, tenía muchas llamadas perdidas pero lo que me sorprendió fue la horas que eran, eran las 6 de la tarde, llevaba casi todo el día desmayado dentro de aquel contenedor, intente ponerme otra vez en pie, esta vez apoyándome contra el metal de los muros, solo que en esta ocasión no tuve que poner esfuerzo en abrir la puerta ya que esta se abrió sola y unas luces de linterna me apuntaron a la cara, no sabía qué era lo que pasaba, no podía ver nada, unas voces comenzaron a hablar tan seguidas que no entendí hasta que escuche un grito.
- ¡Las manos a la cabeza ahora! -
Mis ojos se acostumbraron a la luz y pude ver que era gente del ejército, sin muchas ganas de desobedecer hice lo que me dijeron, uno de ellos me esposó y me llevó a la salida, afuera había varios camiones militares, en todos había sobrevivientes, me subieron al camión, todo era un desastre, podía oír disparos pero no sabía en donde se producían, oía gente gritando, carros chocando y una que otra explosión, nos dirigieron a la base militar que estaba cerca de mi casa, habían puesto rejas en varias calles, no sabía que estaba pasando, no sabía dónde estaba mi familia y me sentía muy preocupado; cuando el camión se estaciono nos bajaron a todos y nos pusieron en varias carpas, había mucha gente, la mayoría estaban esposados al igual que yo, los únicos que no estaban así eran los niños. Con el paso de los minutos hacían parar a las personas y las llevaban a unas tiendas médicas improvisadas.
-Tu turno niño-
Un militar llegó y me sujetó del brazo y luego me dirigió a una de ellas, había varias camillas con personas, muchas se veían en muy mal estado, me dejaron en un cubículo y me dijeron que esperara, al momento una mujer bastante seria entró y se sentó del otro lado de la mesa que había frente a mí.
-Bueno hagamos esto rápido-
- ¿Qué cosa? -
-Me responderá unas preguntas y unos exámenes y ya-
-Vale-
-Nombre completo-
- Ángel Milianus Peterson-
- ¿Edad? -
-18 años-
-Familia-
-Mi padre se llama Elijah Milianus Díaz, mi madre Elizabeth Peterson di Ángelo, mi hermana es Alice Milianus Peterson-
-Muy bien, ¿Has estado en contacto directo con algún fluido de algún enfermo? -
- ¿Disculpe? -
- ¿Qué si te han mordido, rasguñado o te ha caído sangre de algún enfermo? -
-Ah, no, por supuesto que no-
- ¿Y esa sangre en tu oído? -
-Es mía, estuve muy cerca de una explosión-
-Muy bien vamos a revisarla-
La mujer se paró de su silla y tomó mi cabeza entre sus manos, y comenzó a chasquear al lado de mi oreja.
- ¿Escuchas eso? -
-Sí señora-
-Bueno al parecer no hubo daño interno, ahora mira fijamente a esta linterna y síguela-
La mujer puso una linterna pequeña frente a mí y comenzó a moverla en varias direcciones.
-Bueno pareces estar bien, no tienes fiebre ni ninguna herida, ahora una última pregunta-
Puso un mapa de varias calles a la redonda de la base militar, había cuatro líneas rojas que delineaban lo que debía ser la cerca que habían puesto.
- ¿Tú casa está en alguna parte dentro del complejo? -
Comencé a ver aquel gran mapa buscando entre las direcciones.
-Sí, aquí está-
-Bueno saliste afortunado, pero me temo que tendrás que recibir a alguno que otro refugiado-
- ¿Disculpe? -
-Sí, así como oíste, todos tenemos que colaborar ahora, agradece que al menos tienes un hogar, piensa en todas las familias que ya no tienen nada-
Lo hacía ver como si yo fuese el malo, por lo que había visto afuera lo único que pude hacer fue bajar la cabeza, un soldado me quito las esposas y me entrego una caja con varios víveres, después de eso simplemente salí de la estación y me dirigí a mi casa, esperaba encontrar a mi familia o alguien conocido, tal vez esa señora tenía razón, ellos habían quizá perdido sus hogares, pero tal vez yo ahora había perdido a mi familia, al entrar a mi casa lo único que me encontré fue con el silencio, no había nadie, cuando llegue a la sala vi una luz roja palpitante, era la contestadora, tenía algún tipo de mensaje.
-Hola, cariño, no sé si me escuches es que he dejado el almuerzo en casa me preguntaba si me lo podrías traer al jardín-
Este mensaje tendría que ser de antes de que todo esto se desatara.
-Hola, hola, Ángel, no sé si estás escuchando esto espero que sí lo estés haciendo, fuimos con tu madre a buscarte al colegio no te hemos encontrado, espero que estés bien, nos hemos encontrado a Martin y a su novia ellos están bien, también hemos encontrado Deán, tu hermana y su novio igual…. Por favor, hijo, escúchame si estás vivo no quiero que olvides que te amamos, intenta comunicarte con nosotros, he dejado 2 armas en la casa, sabes dónde encontrarlas, la ciudad ya no es segura, intentaremos llegar a la granja de tus abuelos, intenta llegar por favor vive-
No podía más, mis piernas cedieron y caí de rodillas al suelo, no creía que en verdad esto estuviera pasando, las lágrimas cobraron libertad, me quede llorando en silencio un rato, todo lo que había ocurrido en el día por fin había hecho efecto en mí, no había nadie, la esperanza era lo único que por ahora me sostenía, aunque no sabía cuánto tiempo este anhelo me mantendría con vida, cuando todo se puso oscuro, la única luz que comenzó a resaltar fue la de la luna llena, un pequeño lucero que lo iluminaba todo, dando una sensación de paz y armonía; me levante del suelo, cerré la puerta con seguro y la tranque al igual que las ventanas, volví a subir pero esta vez a mi habitación, cerré la puerta y deje que el sueño me venciera, pero antes que todo oí una alarma que llamó mi atención.
Editado: 14.02.2021