Ya han pasado tres semanas desde que todo esto había iniciado, nunca le mencione a Stephano nada de lo sucedido en el hospital, era buen amigo pero esto ni siquiera yo lo entendía por lo tanto era mejor no decir nada, mi familia no se había vuelto a poner en contacto, estaba preocupado por ellos, no sabía cómo estaban, si estaban bien o peor, estaban comenzando a asignar varios trabajos a las personas, a algunos les tocaba ir a cocinar para los que no tuvieron la suerte de haber dado con una casa, a otros como a mí nos tocaba ir a ayudar en las tiendas de campaña que hacían de hospital improvisado, ya había aprendido que esta cosa solo se transmitía por la mordida o porque su sangre entrara en contacto con alguna herida, la mayoría de los que atendíamos eran militares, que salían a intentar limpiar la zona, pero al parecer esas cosas los superaban en número a todos ellos, se guiaban por el sonido y la única manera de matarlos era con una terrible contusión en su medula o en el cerebro como lo había hecho con Rebeca, de hecho aún había noches en las que soñaba con ella, noches en las que repetía una y otra vez esa escena junto al de la mirada de la mujer que había sido asesinada por aquella horda.
Ya eran las tres de la tarde, mi turno había terminado, por ello deje mis cosas en una cesta antes de salir, todo el equipo que usábamos era desinfectado, tome mi bicicleta y comencé a pedalear de regreso a casa, aunque el día de hoy había algo muy extraño, los militares se estaban moviendo más de lo común, aunque yo sabía la razón, Stephano me había contado hace unos días que todo se había ido al demonio, que pronto desalojarían la cuidad y las personas podían hacer lo que quisieran, pero lo que más me aterraba de todo era el plan que tenía el ejército, bombardearían las ciudades para destruir a la mayor cantidad de infectados que pudieran, él me había hecho prometer que no le podía decir a nadie nada o el desorden se desataría, aunque no había nadie con quien hablar de ello, me dijo que intentarían mover a la mayor cantidad de personas que pudieran en los 5 camiones que tenían, aunque nuestro plan no era irnos con ellos, él había logrado sacar un humvee y lo había escondido en una edificación abandonada a unas cuadras del complejo, lo único que faltaba era ir por las armas que no había podido sacar, él no estaba dispuesto a irse con el convoy militar, había logrado comunicarse con su esposa he iría por ella y sus hijos, me pregunto si quería ir con ellos, pero desistí de su propuesta, ya me sentía bastante en deuda después de todo lo que estaba haciendo por mí, al llegar a casa le encontré esperándome.
- ¿Estás listo? -
-Ya casi déjame ir un momento por unas de mis cosas-
Subí a mi habitación y tome la mochila que había preparado la noche anterior, tenía el laso que usaba para escalar, varias mudas de ropas y cosas que me serian útiles como un pequeño panel solar para cargar varias cosas, baje y abrí el compartimento secreto de la casa que se encontraba bajo las escaleras, tome las armas que me habían dejado mis padres y luego saque una caja de medicamentos que había conseguido en el hospital y que había estado robando sin que se dieran cuenta, los pusimos todo sobre la mesa y lo repartimos equitativamente entre nosotros dos, sabía que él tenía otra ración extra de medicamentos guardados, no lo culpo, necesitaba más ya que en su caso serían para tres personas, yo solo necesitaba para mí.
- ¿Listo? -
-Listo-
-Bien vamos antes de que den el anuncio y la gente se empiece a aglomerar en la entrada-
Stephano salió primero, yo me pare en la puerta y no pude parar de ver todo adentro con mucha nostalgia, toda mi vida había vivido en esa casa, podía verme corriendo de un lugar para otro riendo, tantas cosas que me habían pasado, desde mis primeros pasos y ahora solo iban a quedar mis memorias y las fotos que llevaba conmigo.
- ¿Ángel? -
-Ya voy-
Cerré la puerta sin saber si algún día volvería a este lugar, ahora comenzaría la nueva fase. Un incierto comenzó a rondar el aire, algunas personas estaban comenzando a asomarse al ver a tantos militares moviéndose, unos ignoraban las señales, mientras que otros ya preveían que estaba ocurriendo.
-Espera donde te dije-
Asentí ante su orden y me acerqué al árbol que estaba al lado de las paredes de la estación.
-Atención a todos los refugiados, por seguridad de los civiles en diez minutos comenzara la evacuación de todos los complejos, por favor acercarse en orden-
No fue más que se cortara la transmisión cuando las personas empezaron a correr, el pánico volvió a sus corazones, me senté unos minutos hasta que el tumulto de sobrevivientes se comenzará a aglomerar en la entrada, supe que era el momento indicado, escale por uno de los lados del árbol, usando una de sus ramas como puente; con ayuda de los arbustos me acerque hasta la parte de atrás de unos de los edificios, toque la puerta como se me había indicado, una explosión me hizo asustarme, la gente de seguro había vuelto al desorden, después de haber vivido las primeras semanas de este apocalipsis en relativa calma todo eso se está desvaneciendo, su seguridad, su mini sociedad, sus comodidades; la puerta se abrió, era Stephano, su rostro tenía una ligera pisca de inseguridad camuflada en una sonrisa.
- ¿Listo? -
-Sí-
Cuando entramos al edificio él rápidamente adopto una posición de ataque, miraba hacia cada pasillo como si este fuera un peligro.
Editado: 14.02.2021