Muto (en corrección)

Vamos de compras

Ha pasado una semana desde que volví con mi familia, hemos decidido movernos de donde estábamos, después de que les contamos lo que había ocurrido con la horda que atacó la cabaña dijeron que no estaban dispuestos a arriesgarse con que otra igual decidiera atacarlos, el camino ahora acompañado resultaba un poco más tranquilo, Ray, Daniela y Sara prefirieron irse con nosotros después de recoger sus cosas, mi hermana por su parte ha estado muy atenta con su hija Elena; aun debo de admitirlo, no soy capaz de confiar en todos como quisiera, todos los autos que van enfrente se comienzan a detener, acabamos de llegar a un pueblo bastante grande.

- ¿Qué ocurre porque nos detenemos? -

-Necesitamos provisiones y cosas para él bebe-

-Bueno escuchen montaremos en campamento aquí-

Nos encontrábamos en lo que antes debió haber sido un mirador, podíamos ver todo el pueblo, parecía tranquilo, aunque sabía que no era así, era muy seguro que apenas llegáramos y hordas de mutos nos siguieran, no confiaba mucho de las ciudades o pueblos grandes, aunque estos eran los que más probabilidades tenían de que hubiera más provisiones.

- ¿Entonces qué piensas? -

Voltee a mi lado derecho, para encontrarme con Ray.

-No me quisiera arriesgar, pero tienen razón necesitamos cosas y este es el único lugar donde puede haber-

-No me refería a eso, hablo de ya tú sabes, tú ligero secreto-

Voltee a ver que nadie había estado cerca como para oír eso.

-Espero mantenerlo así en secreto-

-Y si te muerden o te encuentras a alguno de esos médicos locos ¿Qué piensas hacer? -

-Sí me muerden no sé y si me encuentro a uno de ellos fácil, lo voy a asesinar- 

Nos acercamos otra vez con los demás, todos estaban reunidos hablando de lo que piensan hacer, mi padre al parecer es el que guía a este grupo, aunque sí, él tiene más experiencia guiando gente por su pasado militar.

-Bueno necesito un grupo de voluntarios para bajar por algo de provisiones y medicamentos, así que ¿Quién quiere ir? -

Un silencio reino entre todas las personas, era comprensible que nadie quería irse y arriesgar su vida y ser mordidos, así que, si no había de otra, fui el primero en levantar la mano, ganándome las miradas curiosas de los demás, en especial de los que ya me conocían.

-Ángel hijo agradezco que seas voluntario, pero no creo que sea buena idea de que vayas tu-

- ¿Por qué? -

-Solo tienes esas dos pistolas y el wínchester que cargas, estas un poco desarmado y no quiero arriesgar a que te ataquen así-

- ¿Padre acaso crees que esto es lo único de armas que llevó? -

-Sí-

 Una sonrisa ladina en mi rostro al igual que con Raymond y Daniela quienes solo me veían y guardaban silencio, ellos habían visto las maletas de armas que guardaba en el auto, hasta me habían preguntado si es que era un tanque por la lanzamisiles que me había dejado Stephano; me retiré un momento al auto y saqué las maletas, hasta llegar de nuevo con ellos, todos me veían sumamente sorprendidos cuando las abrí, en especial mi padre, su cara era todo un poema,

- ¿De dónde sacaste todo esto Ángel? -

-Digamos que tuve un buen amigo que me regaló esto-

Todos comenzaron a ver las armas lo que indicaba que no habían visto tantas en toda su vida, incluso había quienes estaban un poco aterrados de que llevara tantas armas conmigo.

-Si tienes tantas ¿Por qué solo te cargas dos pistolas, un cuchillo y un wínchester? -

-Porque si me la pasara más armado sería demasiado pesado para huir de los infectados-

Todos veían mi punto, aunque comencé a ver que fue una mala idea haberles mostrado todo mi arsenal, comencé a notar que en la cara de muchos se estaba formando una sonrisa ambiciosa, en especial en un hombre bastante formal en su forma de vestir a pesar de que estuviéramos en un fin del mundo, ósea quien se dejaba un traje ejecutivo en una situación como estas.

-Yo opino que deberías darnos todas esas armas niño, no estás en edad de manejarlas así que deberías dejarlas en manos de los adultos-

-Quieto ahí…-

Desenfunde una de mis pistolas y le comencé a apuntar a su cabeza, todos inmediatamente se pusieron nerviosos por mi actitud, aunque para mí era algo razonable, no iba a dejar que cualquiera tomara lo que es mío, en especial las armas, sí sé que estaba en medio de un apocalipsis zombi pero que más esperaban, con todo lo que ya me había ocurrido había comenzado a aprender a desconfiar de las personas que conocía y este hombre era la primera vez que me hablaba desde mi llegada.

-Vamos hijo, baja la pistola no quiero que suceda una locura, hablaremos de tus armas en unos momentos-

Vi a mi padre con su cara de nerviosismo, yo por mi parte acepte, le di vueltas a la pistola en mi dedo y la guarde en su funda, luego recogí las armas y me las lleve, estaba comenzando a reconsiderar quedarme con este grupo de gente, cada uno siempre tiene deseos personales y estaba comenzando a notar muchos de los de ese grupo, creo que ahora consideraría mejor el escondite de mis armas, aunque sé que no se acercaran mientras alguien que yo conociera estuviera cerca.



#2555 en Ciencia ficción
#17375 en Otros
#2200 en Aventura

En el texto hay: zombies, accion, venganza

Editado: 14.02.2021

Añadir a la biblioteca


Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.