Ciento como un líquido tibio comienza a correr por mi piel, abro los ojos lentamente parpadeando una que otra vez para así lograr que mi vista se acostumbre a la poca iluminación que hay, un pequeño rayo de luz de la luna se cuela por las persianas hacia un punto en el suelo; me incorpore mirando extrañada llena de aquel líquido que no sé de donde proviene o que es con exactitud.
Estiro mi mano en dirección a la pequeña mesa de noche junto a la cómoda, jale la pequeña cadena que colgaba en la lámpara con función de encenderla. Cuando la habitación se ilumino un poco más, mire el gran bulto que se encontraba en un extremo de la cama, volví mi mirada a mis manos sorprendiéndome encontrarlas llenas de sangre. Un nudo de nervios se formó en mi estómago, trague grueso al notar que gran parte de mi cuerpo estaba lleno de ese hermoso color escarlata que tanto me encanta.
Mire mejor de dónde provenía la sangre y note que era del cuerpo junto a mí, lo moví quitándole de una vez el edredón que lo cubría, un grito broto de mis labios, al ver de quien se trataba.
-No, por favor –Lagrimas invadieron mis ojos, pero como llegaron se fueron deslizándose por mis mejillas –Cristian, por favor –Llame su nombre una y otra vez, moviéndolo.
Mire la herida de su pecho y se encontraba mi daga clavada en su caja torácica del lado izquierdo.
-Yo no… -No lograba encontrar mi voz entre el dolor que se formó en mi pecho y en la confusión de todo esto.
-O si, que lo hiciste querida –Aparece Liam de una forma tétrica –Esto es lo que sucede con las personas a tu alrededor, si no los matas terminaran matándolos –Con una sonrisa ladina en su rostro, señala todo a mi alrededor.
-Yo te di todo, te ayude y sobre todo te apoye, te hice crecer –La gracia con lo que me había dicho lo anterior, había desaparecido, ahora habla en un tono sombrío y frio –Pero estés donde estés la muerte marcara su rumbo a través de las huellas que dejes, porque ella siempre sabrá que tú le tendrás un banquete de almas en bandeja de plata –Termina y desaparece.
Mi vista vuelve a Cristian, yo no quería que esto pasara, yo solo quería que él estuviera bien, me prometí a mí misma que no dejaría que alguien le hiciera daño, pero sin saberlo era yo quien se lo hacía.
-Lucy –Escuche mi nombre en un susurro lejano –Lucy, por favor despierta –Siento como me sacuden leve para que despertara o eso creía, abrí lentamente los ojos encontrándome con el rostro de preocupación de Cristian. La alegría de verlo de nuevo con vida hizo que lo abrazara de inmediato, soltando un suspiro de alivio.
-Cris, estas vivos –El corresponde mi abrazo, por lo que note con confusión, lo apreté con fuerza queriendo no soltarlo nunca, no dejarlo libre, desaparecer de la faz de la tierra pero juntos, tener una vida juntos.
-Lucy –Rompe el abrazo, tomándome con delicadeza por los brazos alejándome un poco de él, desliza sus manos hasta tocar las mías y las aprieta con fuerza, dándome seguridad –No te desharás de mi tan fácilmente –Dice dándole un poco de gracia al momento.
-Digas cosas que no sabemos con seguridad –Sonrío un poco triste, recordando lo que creo que es un sueño. Pero las palabras de Liam, se marcaron por completo en mi mente, ese será el maldito recordatorio de que debo terminar todo esto de una vez. No dejar que la historia se vuelva a repetir.
-¿Por qué lloras? –Lo mire confundida, me pase una mano por mi mejilla y note que estaban algo húmedas.
-No, es nada –Digo limpiándome las mejillas.
-Lucy –Lo dice en un tono de reproche.
-No, es nada. Te lo prometo, enserio –Lo trato de decir lo más segura que puedo fingir enfrente de él.
-¿Segura? –Insiste.
-Segura –Sonrío un poco para convencerlo.
-Está bien, te creo –Hace una breve pausa –Ah! Ya lo olvidaba te traje el desayualmuerzo –Me dejo sonreír abiertamente por la última palabra que acaba de decir.
-Desayu… ¿Qué? –Digo entre risas.
-Desayuno y almuerzo juntos, ya que son pasadas las doce del mediodía –Lo mire sorprendida.
-¿Enserio dormí tanto? –Pregunte sin creérmelo.
-Te ves mejor –Evade mi pregunta, deja la bandeja con comida en mi regazo y antes de levantarse posa su mano en mi mejilla y sonríe –Nos vemos abajo –Dice antes de salir por la puerta.
Mire maravillada la comida, hay un tazón con ensalada de frutas, panquecas a un lado con queso, un frasco de miel junto a este y un vaso de jugo. Coloqué con cuidado la bandeja a un lado para levantarle e ir a cepillarme los dientes. No podría arruinar una comida así por mi mal aliento.
Después de asearme me volví a sentar en la cama, disponiéndome a comer todo lo que había en la bandeja. No sabía lo muerta de hambre (No literalmente) que estaba.
Disguste todo sintiéndome relajada y en paz por ciertos minutos mientras comía. Al terminar me dispuse a darme una ducha y luego colocarme unas mallas debajo de una falda negra que me llega hasta la mitad del muslo y un suéter vinotinto corto, para finalizar el atuendo me coloque unas botas de tacón marrones. Me cepille el cabello, me mire al espejo y Cristian tenía razón me veo mejor hoy, sonreí al ver que mis mejillas estaban algo rojas. Solo me puse un brillo roza en mis labios para darles algo más de vida.
Editado: 31.10.2020