Muy profundo

Capítulo II

CONfundida




Caminé a casa pues ya no estaba Annie por ahí. Llegué rendida e hice lo de todos los días. Cuando mi madre entró, se puso feliz al saber que fui seleccionada para impartir de nuevo tutorías.

—Ves, mi niña, todo va saliendo muy bien, Myrtle Beach no es tan mala después de todo. —Asentí aún nostálgica. No, no era malo, aun así, no era «mi» hogar. Me abrazó de pronto, por lo que respondí al gesto con sinceridad. Estaría poco tiempo y las cosas iban mejor de lo que imaginé, así que no más quejas.

—Sí… lo sé, hasta ahora así parece. —Tomó mi rostro entre sus manos.

—Kyana, estoy muy orgullosa de ti. Sé el esfuerzo que el cambio está implicando para ti y te juro que te lo agradezco muchísimo. —Sonreí con los ojos anegados, al igual que ella, últimamente las lágrimas salían con facilidad.

—Sé lo importante que es esto para ti, mamá. No hubiera podido vivir tranquila sabiendo que, si no accedía a venir contigo, no habrías aceptado este trabajo.

—Hija, es el último año que, probablemente, pasemos juntas: no iba a desaprovecharlo ni siquiera por esta oportunidad.

—Lo sé… —susurré volviendo a acurrucarme contra su
pecho.

Terminé casi a medianoche mis deberes. Era demasiado
perfeccionista, cualidad o defecto heredado de ambos padres,
así que me demoraba mucho haciendo cualquier cosa. Por supuesto, como consecuencia, al día siguiente tenía unas pequeñas ojeras. Me vestí cómodamente y dejé mi cabello suelto debido a la pereza. Bostezaba cada dos segundos. Cuando me vi en el espejo decidí que un poco de máscara ayudaría, en serio se notaba mi cansancio. Tomé mi mochila, la ropa de atletismo, desayuné apenas un jugo y pan. Un segundo después, mientras me lavaba los dientes, sonó la bocina del auto de Annie, pues quedó en pasar a por mí, y salí a toda prisa subiéndome de inmediato al Peugeot.

Al llegar, los chicos hicieron comentarios absurdos sobre mi cabello. ¿Qué tenía de raro? No pude evitar avergonzarme por sus miradas. No me consideraba fea, tampoco una beldad. Era delgada, por lo que era muy consciente de que no contaba con un cuerpo escultural ni llamativo; sin embargo, me sentía contenta con mi figura, creía que era proporcionada sin tener demasiadas curvas, no muy alta, cabello largo ondulado en las puntas, piel apiñonada, nariz más bien pequeña y boca, para mi gusto, un poco más carnosa de lo normal, aun así, no muy ancha. En general, me sentía simplemente cómoda conmigo... siempre fue así. Lo cierto es que no me creía alguien a quien obligatoriamente se debía voltear a ver, como parecía que sucedía en ese momento.

Matemáticas pasó rápidamente. En cuanto terminó nos dirigimos a la cafetería: ahí ya estaban los demás.

—¿Qué vas a hacer el fin de semana, Kyana? —De inmediato me observaron esperando mi respuesta. Ya comenzaba a sentirme parte de ellos, era una sensación agradable.

—No lo sé… acabar de acomodar la casa, supongo…

—Y ¿no te gustaría ir a la playa? Pronto llegará el frío y no será posible.

—¿Cuándo?

—Mañana, desde mediodía. Por la noche encienden fogatas. Se pone muy bien.

—Suena divertido… Sí, sí voy. —Sonreí entusiasmada. Sin perder el tiempo comenzaron a intercambiar anécdotas acerca de sus excursiones al mar en los años anteriores. De verdad eran divertidos y lo mejor: me caían muy bien.

Ya en Literatura me hallaba revoloteando entre la poesía y el cómo la narraba el profesor Johnson, cuando sentí una mirada clavada en mí. Intenté ignorarla, pero al seguir percibiéndola me giré buscando al o a la responsable.

¡Era Liam! Me observaba triunfante. Que lo viera era justo lo que estaba buscando. Enarqué una ceja en señal de indiferencia volcando los ojos con fastidio y volví a perderme en las líneas del profesor. Si creía que me iba a desbaratar o que le iba a abanicar las pestañas, estaba completamente perdido. Varias veces durante la clase sentí que hacía lo mismo: como ya sabía que era él, me forcé a no voltearme de nuevo. Engreído.

Cuando terminó la hora, salí junto con mis amigos, ignorándolo por completo. Si soy sincera era complicado no verlo; su presencia era imponente, o así lo percibía yo. Escuché una carcajada procedente del salón que se parecía mucho a su voz. En serio no lo soportaba, ¿qué quería probar? ¿Si era cierto lo que dije la tarde anterior? Se llevaría una sorpresa. Estaba decidida a que se topara con una pared, no me iba a humillar ante nadie y mucho menos ante alguien como él. Por otro lado, en serio, amigos como esos no me interesaban en lo absoluto.

Ciencias fue la tercera clase, después Atletismo. Calentamos media hora y después la maestra Hilling nos puso a dar vueltas trotando en la pista. Unos minutos después todo el equipo de fútbol americano salió. Sentí un poco de nervios, esperaba de verdad que ese tal Roger se hubiera olvidado de mi existencia. Un par de balones salieron disparados hacia mi dirección.
Al parecer, el entrenador se molestó, le gritó frente a todos y no volvió a suceder. Gorila vengativo.

Me puse como propósito no voltearme ni una vez hacia la cancha, había demasiados indeseables ahí. Sí, ya sé, es increíble que apenas llevara una semana y ya tuviera… «conflictos» con dos tipos de esa calaña. Lo positivo era saber que contaba con esos otros chicos amables y bastante agradables.

Al terminar el día quedamos en que Annie pasaría a por mí y nos veríamos con los demás en la playa a las doce. Mi madre habló avisándome de que no hiciera de cenar, quería comer fuera de casa y ya había reservado. Comida italiana, mi favorita.

Eran las doce del mediodía y la playa se encontraba abarrotada, prácticamente la escuela se había mudado allí. Pronto encontramos a los chicos, se hallaban sentados bajo un par de grandes sombrillas muy coloridas y con varias toallas tendidas sobre la arena.

Sara y Susan tomaban el sol relajadas. Dejé todas mis cosas y, buscando un poco de sombra, me acomodé cerca de ellas. El clima era realmente agradable. Me quité la blusa y me dejé el short, exponiendo así el bañador naranja con azul de dos piezas que llevaba puesto. Unos comenzaron a jugar voleibol de playa, otros se metieron directos al mar.



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En el texto hay: romance, amor, amores de instituto

Editado: 17.04.2020

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