Mariel se acercó a él, abrazándolo con ternura. "Estoy aquí para ti, Alfred. Siempre lo estaré", susurró mientras las lágrimas brotaban de sus ojos.
Juntos, se prometieron apoyarse mutuamente, enfrentando los desafíos que les deparaba la vida. Mariel entendió que Alfred necesitaba su amor y comprensión más que nunca, y Alfred aprendió a confiar en la fortaleza de su amiga para ayudarlo en su batalla interna.
Así, el vínculo entre Mariel y Alfred se fortaleció, superando las dificultades y mostrando el verdadero poder del amor y la amistad incondicional. Juntos, se enfrentarían a los desafíos que les esperaban, sabiendo que no importaba qué obstáculos se interpusieran en su camino, siempre podrían contar el uno con el otro.
Sin embargo, el breve momento de tranquilidad no iba a perdurar eternamente. Marie regresó a su hogar, al igual que su mejor amigo Alfred. Pero cuando Mariel llegó a su casa y se preparaba para darse una ducha y cenar antes de dormir, se percató de la presencia de tres hombres con ojos amarillos, al igual que Alfred, lo que despertó sus sospechas de que también podrían ser hombres lobo. Antes de que pudiera preguntar quiénes eran, Alfred apareció a gran velocidad y le susurró: "No los mires directamente a los ojos, porque te hipnotizarán y te pondrán en mi contra". Estas palabras llenaron de intensidad el ambiente, y Mariel cerró sus ojos obedeciendo a su mejor amigo.
Los hombres fijaron su mirada en Alfred, pero parecía que no podían hacerle daño. Esto solo podía significar una cosa: ellos también eran hombres lobo. Alfred, desafiante, les preguntó: "¿Qué quieren con ella?" Los hombres lobo respondieron rápidamente: "No nos importa si tenemos que matarla, lo que queremos es su poder sobrenatural". Al escuchar esas palabras, Alfred le instó a Mariel a correr mientras él se transformaba en hombre lobo. Mientras Mariel huía y los hombres lobo atacaban a Alfred, ella oraba desesperadamente para que su mejor amigo no fuera exterminado.
"¡Corre, Mariel, corre!" le gritaba Alfred, mientras luchaba con todas sus fuerzas. En un momento de pura desesperación, Mariel se encontró de repente en la casa de Alfred. La intensidad de la situación se intensificó aún más, pero ahora Mariel estaba a salvo en la morada de su amigo.