Zed
El viaje demoro cinco horas. Tany canto todas las canciones de la radio, se le veía muy feliz, mientras que Tyler permaneció todo el viaje callado.
No lo voy a negar, hoy me pareció más guapo que nunca; el maldito azul de su suéter le combina a la perfección con sus ojos turquesas.
Le he mirado en todo el viaje y puede que él se allá dado cuenta.
Ahora nos encontramos los seis parados al frente de una cabaña muy bonita y grande; se nota que es lujosa, tiene un estilo de clásico y a la vez elegante.
Tyler toca el timbre, al cabo de unos segundos habré una señora; es chapara y se nota que es de clase, se ve como de unos cincuenta o sesenta años.
—Tay, mi niño. Me alegro de que hallas venido—dice la señora abrazando a Tyler.
—También te extrañe abuela—contesta el separándose de los brazos de la señora.
—Y trajiste a tus amigos—comenta la señora mirando a los chicos—pero creo que hay uno nuevo—su mirada recae en mí.
—Abuela, él es Zed. Un nuevo amigo—Tyler me presenta.
—Un gusto en conocerte Zed. Mi nombre es Sonia—me saluda la señora.
—El gusto es mío—le contesto.
—Pero que esperamos entren—la señora nos deja entrar.
Si por fuero se veía linda, por dentro es el doble. Tiene muebles y cuadros que combinan, se nota que son caros; en una esquina están las escaleras que llevan a la segunda planta y se puede divisar una piscina afuera. ¿Cabaña? más bien mansión.
—Tyler, enséñales las habitaciones a tus amigos para que arreglen sus cosas—le dice la abuela—mientras les cocino algo.
Tyler comienza a avanzar hacia donde están las escaleras, todos los seguimos. La segunda planta cuenta con doce cuartos, ¡madre! esto en definitiva no es una cabaña.
—Todos tendremos nuestras propias habitaciones. Chicos se pueden quedar en las de siempre y tu Zed puedes usar la que está al frente de la mía—dice lo último señalándome una puerta que se encuentra al fondo del pasillo—ven te la muestro.
Todos los chicos entran a sus respectivos cuartos. Mientras Tyler me acompaña al mío.
En si el cuarto es muy bonito al igual que toda la mansión. Cuenta con una cama en el centro, una pequeña mesita de noche, un closet, en fin, todo lo necesario.
—Espero que te sientas cómodo—Tyler se encuentra parado en la puerta.
—Sí, gracias—respondo.
—En la noche te llevare a dar una vuelta, para que conozcas un poco—dice eso mirándome—pero si no quieres...
—Si quiero—le contesto. Malditos ojos turquesas, lo único que logra es confundirme.
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La abuela de Tyler y Zara prepararon el almuerzo, después de comer mencionaron la lista de actividades que tenían para el fin de semana; senderismo, una noche de campamento, son algunas de ella.
—Chicos llevare a Zed a
dar una vuelta—les comenta Tyler a los presentes.
—No se demoren—es lo que contesta la abuela.
—Mientras tanto nosotros jugaremos el juego de la codicia—dice Tany. Saca un juego de monopolio.
—¡Prepárense! los are pedazos
niñitos—la abuela comienza a poner cara de malévola.
—Es mejor que nos vallemos—Tyler coloca una mano en mi hombro. Siento hormigueos por todo mi cuerpo—no los queras ver cuándo comiencen.
Salimos de la disque cabaña y comenzamos a caminar por la vereda. A los lados hay unas mansiones estilo cabañas y todo lo demás son árboles.
Tyler no ha dicho nada, el silencio es un poco incómodo, estar con él es incómodo para mí porque lo único que hace es que lo desee y lo detesto porque eso sería romper mi juramento.
—¿Cómo van las cosas con Zara?—pregunta. No veo el motivo de su pregunta.
—Bien—contesto y de nuevo el incómodo silencio.
Lo sigo hasta que llegamos a un lugar donde no se ven las mansiones. El sigue un camino por el bosque, lo único que diviso son árboles, pero a medida que caminamos puedo ver una pequeña cascada.
La luz está desapareciendo y la oscuridad se aproxima.
—Este es mi lugar favorito. Desde niño siempre vengo—se sienta en una gran piedra a mirar la casaca.
—Es lindo.
—Zed ¿Has deseado algo en tu vida y no entiendes la razón del por qué?—pregunta. Es la misma pregunta que me hago respecto a él.
—Sí—contesto.
—¿Y qué es lo que has hecho para saber la razón de tu deseo?— vuelve a preguntar. Se levanta de la roca y me mira.
—No he hecho nada—le contesto. Lo miro a los ojos y no soy capaz de evitar la tentación, y le miro esos labios carnosos que deseo probar, delinearnos con mis dedos y lengua—Pero creo que debo hacer algo.
La mirada de él también cae en mis labios, maldita sea si me sigue mirando así no lograre controlarme.
—Tienes razón hay que hacer algo—susurra con voz ronca.
Él da un paso a mí, puedo sentir su respiración en mi mejilla. El me mira a los ojos, creo que el también desea lo mismo que yo, pero es imposible, debe estar confundido.
Doy un paso atrás y me alejo de él.
No puedo hacer lo que deseo, no puedo por él, por mí, por Tany.
—Creo que es mejor irnos—doy la vuelta y comienzo a caminar. Después de unos segundos escucho sus pasos.
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