Tyler
Abro mis ojos lentamente y ahí está durmiendo profundamente; se ve relajado, él está de lado, su rostro a todo esplendor, esas facciones bien marcadas. Un deseo de delinear su barbilla cuadrada y detallar cada centímetro de su rostro me invade, pero no lo hago. No sé, pero por algún motivo pensé que ya no estaría aquí cuando despertara, me alegro de no haber tenido razón.
—Me incomoda que se me queden mirando—habla el que supuestamente estaba dormido.
—¿Cuánto tiempo llevas despierto? —pregunto, el abre sus ojos, me gusta el azul de ellos, si no estás tan cerca de él piensas que son negros.
—Desde que sentí que te moviste—confiesa. Después nos quedamos viendo mutuamente, ahora entiendo lo que dicen que a veces es mejor solo quedarse en silencio, creo que nunca me cansaría de verlo, es de esas personas que te dan incertidumbre—. Me gustan tus ojos; son turquesas, pero si los vez de cerca te puedes dar cuenta que tienen motitas grises—sonrió.
—A mí también me gustan los tuyos, pero me gusta más verte reír sinceramente—comento.
—Necesitamos hablar—susurra—, pero creo que será después. Ya deberíamos estar listos para ir a las clases—se levanta de la cama, hago lo mismo.
—Ahora tendría que ser yo el que te trate mal y te corra de mi habitación, para después no hablarnos por cinco meses—narro lo sucedido entre nosotros, él me mira y se acerca, hasta que nuestros pies se rozan.
—No lo tienes que hacer. Esa mañana me asuste y no supe reaccionar, solo me concentre en los problemas que me podría traer lo que hicimos—no despega sus ojos de mí en ningún segundo—, pero necesito ser sincero contigo y todavía pienso en eso; sabes que no deberíamos compartir ningún afecto que no sea amistad, tú tienes novia, eso es lo que jode, he visto como la miras y sé que no estarías para nada bien si le haces daño. Por otro lado, yo tengo miedo, porque sé que mis demonios te pueden lastimar si pasa algo más entre nosotros, mis miedos te pueden consumir, tengo problemas que aún no soluciono, los desconoces, si me conocieras perfectamente, no serias capas de sacrificar tu tiempo por alguien como yo.
Él tiene razón en gran parte, yo no podría estar para nada bien si soy la razón por la cual algún un día llega a sufrir Tany, pero hay algo que no entiende. Pongo mis manos en cada una de sus hombros.
—Se te olvido mencionar mis problemas, los cuales son muchos; mi relación con mi padre empeora cada día, mi madre murió hace años, pero lo sigo sufriendo, tengo una hermana de la cual no he sabido nada, ella se fue en un momento de dolor, se te esta olvidando el problema de mis crisis, hay posibilidades que las sufra por el resto de mis días.
Zed suspira, nos quedamos cayados por unos segundos. No sé qué quiero en verdad con él, que podríamos ser. Así es el destino de misterioso, solo nos toca actuar cuando el momento llega.
—Podemos hablar después de las clases, hoy no hay practica—asiento—nos podemos ver en una cafetería que hay a unas cuadras de aquí. El café no es bueno, pero Marcus dice que el dulce de zanahoria esta bueno—y ahí se va mi momento, siempre tiene que ser el moreno. Quito mis manos de sus cuerpo.
—¿Él y tu son parejas? —a segundos de terminar de hablar el comienza a reír, una risa escandalosa que hace eco en mi habitación.
—Para nada, somos solamente amigos.
—Demasiado unidos diría yo, te invita a salir todos los sábados, aparece en algunos juegos, hasta ya está integrado a nuestro grupo de amigos.
—¿Me espiabas?
—No.
—¿Entonces como sabes que viene todo lo sábados? Tú vives en el piso diez y yo en el ocho.
—En ocasiones me lo tope.
—Bueno, él es un gran amigo, me ha ayudado mucho y además es buena persona. Si lo conocieras más te darías de cuenta.
—Ya lo conozco, hay algo que no me cuadra de él.
Zed sonríe ¿y ahora por qué?
—¿Tienes celos? —pregunta. ¡Mierda! No le diré que tengo celos del moreno, todo porque odio que sea muy amigo de él.
—Claro que no—su mirada cambia, diría que es una de ¿decepción?
—Fue una pregunta verdaderamente estúpida—me regala una sonrisa falsa—ya se nos hace demasiado tarde, aún tengo que ir a mi cuarto—me da la espalda y comienza a caminar, antes de que salga del cuarto camino rápido, lo paso y me paro frente a él, casi nos chocamos, pero lobre detenerlo.
—¿Qué te pasa? —cuestiono, de un momento a otro cambio.
—No es nada—levanto una ceja ¿piensa que me creeré eso? —es que…—parece estar nervioso—yo si siento celos cuando estas con Tany—sonríe apenado, no lo estaría si supiera lo que han provocado sus palabras—pero sé que es una tontería, es mejor que ya me valla, no quiero llegar tarde y tengo que reco…—me acerco rápidamente y lo beso, para que se calle, casi ni le entendí por lo rápido que hablo.
—Tengo que confesarte que te mentí—digo cuando corto el beso—, la verdad es que si he sentido celos y muchas veces no puedo controlarme, pensé que te habías dado cuenta—él sonríe.
—¿Desde cuándo?
—Creo que comenzaron desde que te volviste cercano a Zara—el parece estar sorprendido, pues si mal no recuerdo fue el tercer día de conocerlo—. ¿Y los tuyos? —si yo respondí él debe hacerlo también.
—Desde el principio me pareciste atractivo, pero comenzaron después del viaje a las cabañas—sonríe mostrando sus perfectos dientes. Jamás he hablado de celos con Tany, pero me gusta conocer todo y Zed por más que dude me cuenta.
—Sabes una cosa, hay muchos que nunca serían capaces de confesarle a alguien que sienten celos y menos darle una fecha de cuando surgieron, me parece interesante que podemos ser honestos entre nosotros.
—A mi también—dice, pero por unos segundos vi inseguridad en su rostro—. De verdad ya tenemos que irnos—menciona. Sonrió y los dos salimos del cuarto, la sonrisa no se había borrado de mi rostro, pero se esfuma cuando veo la sala. La pequeña mesa de vidrio que tenía en centro de la sala está destruida, los vidrios regados por todas partes, las fotos familiares de hace diez años están tiradas, los cojines por el suelo; en ese momento una imagen viene a mi mente, es como cuando mi padre se enoja, destruye todo por completo. Un malestar me comienza a recorrer, creo que debería ir a ver a Nathalia.