Lina.
–¡Lina! –me llamó una voz masculina, deteniendo mi caminata a la cafetería.
Al buscar al dueño de esa voz, me encuentro con la silueta de Kyun Ryu. Sonreí al verlo, tenía un par de semanas que no sabía de él. Kyun Ryu es un gran amigo de la familia, ya que su padre y el mío trabajan en el mismo escuadrón de policía, y se llevan tan bien, que solemos cenar en su casa o en la nuestra de vez en cuando.
Kyun Ryu es de nacionalidad coreana, pero vive en Londres desde los tres años, y gracias a él, conozco un poco de Corea, su idioma y cultura, al igual que Jhoath. Debo confesar, que Kyun Ryu fue algo así como mi amor platónico, lo descubrí cuando estábamos en secundaria, ya que estábamos siempre juntos, debido a que íbamos en el mismo grado.
Él es bastante carismático, divertido y gracioso, congenia tan rápido con la gente, que es imposible que alguien no lo quiera, además, es un hombre atractivo. Nunca le confesé mi amor, porque temía que eso arruinara nuestra amistad, pero fue tan observador que se dio cuenta, y luego de una charla emotiva, donde dejó en claro que me veía como una hermana, comencé a superarlo.
Dolió en su momento, pero fue una buena idea, ya que ahora que tengo las ideas más claras, me doy cuenta que la definición de romance que Kyun Ryu y la mía no son compatibles. A él le encanta socializar, conocer y enredarse con quien le guste, y a mí no, así que ahora sólo somos amigos, amigos que suelen conversar, salir y divertirse, ya no lo veo de ese modo.
–Ryu, que alegría volver a verte –expresé feliz, cuando lo tuve cerca.
Como la persona cariñosa que es, no se conformó con sólo abrazarme, también besó mi frente, haciéndome reír.
–¿Cómo está mi Reina favorita? –preguntó al separarse.
–Estoy bien, iba por un bocadillo. ¿Y tú?
–Con excelentes noticias, mi Reina. Fui a un casting de modelaje y me aceptaron, comienzo el día de mañana.
–¡Esa es una excelente noticia! ¡Sabía que lo lograrías!
–Ay, Reina. Estoy tan sorprendido, que aún no me la creo –confesó tímido.
Tomé sus manos entre las mías, apretándolas con fuerza.
–Eres una persona muy talentosa en el mundo del modelaje. No sólo eres un cuerpo y rostro bonito, tienes esta personalidad que te hacen una persona increíble y especial. Este ha sido tu sueño por años, y ahora lo has conseguido.
» Te formaste para ello, así que es tiempo de que vayas y demuestres al mundo quien es Kyun Ryu y todo lo que tiene por ofrecer al mundo –lo alenté, ganándome otro abrazo.
–Gracias, Lina. Soy tan feliz de contar con tu apoyo.
–De nada, siempre voy a apoyarte en tu felicidad.
–¿Qué tal si vamos por mi Princesa y celebramos? –ofreció, separándose, pero dejando uno de sus brazos por sobre mis hombros.
–Oh, ¿no sabes? Jhoath se fue a un internado en Francia.
–¿En serio? Oh, estaba tan ocupado con lo del casting. ¿No se enojó porque no fui a despedirla?
–No creo, pero puedes llamarla y preguntarle, te daré su nuevo número.
–De acuerdo, gracias –sonrió –. Vamos por tu bocadillo, no quiero que te mueras de hambre –asentí ante su sugerencia, llevándolo a la cafetería.
No sé separó de mí, lo que hizo que algunos estudiantes nos miraran con curiosidad, siendo el centro de atención. Era algo incómodo, porque con algunos compartía clase, así que deben preguntarse cómo alguien como Kyun Ryu, puede ser así de cariñoso, o como yo, no estoy con mi “típico mal humor”, como ellos dicen.
–Quiero jugar algo –comenzó a decir él en un tono divertido. Suspiré un poco, imaginándome hacia donde iba.
–¿Qué cosa?
–Preguntas y repuestas. Yo preguntó, tu respondes.
–Es tu juego favorito, ¿no? –pregunté en un suspiro.
–Es maravilloso.
–Claro. ¿Qué quieres saber? –pregunté, pidiendo un sándwich de pollo, mientras que él pidió una malteada de fresa.
Es bastante fanático de las cosas dulces, pero ahora no lo voy a atacar con un discurso de cómo debe cuidar cuantas cosas dulces come.
–¿Por qué todos nos miran de manera extraña? –fue su primera pregunta, caminando hacia una mesa vacía.
–No me llevó bien con las personas que son perezosas, así que se ha regado un pequeño rumor de que soy una dictadora en los trabajos de equipo, así que no muchos se me acercan para conversar.
–Si eres una dictadora, pero una buena. Estudié contigo, y aunque trabajábamos mucho, nos pedias opiniones, consultabas los avances y nos dabas descansos. Gracias a la buen líder que eres, sacaba buenas notas.
–Ya sabes cómo son, ven antes lo malo que lo bueno.
–Ah, que tontos –suspiró, bebiendo de su malteada –. ¿Por qué ya no estas tanto tiempo en tu casa? Te llamé y tu mamá dijo que sales con un chico.
–Ah, eso –murmuré, tragando un bocado –. Es verdad, he estado saliendo con un chico, no de manera romántica, pero si amistosa. Es coreano, al igual que tú, me ayudó en un momento bochornoso, de hecho, ayer celebramos cien días de amistad.