Lina.
–¡Lina! –saludó Jhoath emocionada a través de la video llamada, como cada viernes lo hacía.
–¡Jho! –la saludé con el mismo entusiasmo, haciéndola reír.
–¿Cómo has estado?
–Bien, descansando un poco. ¿Y tú? ¿Qué tal tus clases?
–En mis clases todo bien, una de las profesoras está enseñándome a perfeccionar mi francés, dice que mi pronunciación aun falla, es muy divertida.
–¿Te siguen molestando? –pregunte con cautela.
–No, perdieron el interés en mí, excepto cuando los tengo que ayudar a pasar sus notas, ahí si me conocen –fue su respuesta.
Me entristecí un poco, porque me dolía que Jhoath sólo fuera tomada en cuenta por eso. No había algún gesto en su rostro, que me diera a entender que estuviera molesta, dolida o avergonzada con la situación. Ella es demasiado transparente con sus emociones, no las oculta, finge o manipula, las deja libres, sin que le importe nada.
–Si sabes que puedes volver a casa cuando lo creas necesario, ¿verdad? –le recordé, porque ni yo, mamá o papá estaríamos decepcionados de su decisión de regresar.
–Por supuesto, pero no voy a hacerlo. Si vine aquí, fue por algo bueno, no por ellos, así que no hay razón para que me vaya.
–Respeto eso, pero, de todos modos, aquí está tu familia.
–Lo sé, pero hay algo que quiero saber.
–¿Qué?
–Mamá dijo que llevarías a tu novio a almorzar. ¿Qué tanto de cierto hay en esas palabras? –preguntó interesada, haciéndome sonreír.
Pasaron al menos dos meses desde que Jin me pidió ser su novia, en una propuesta tan linda, especial e inesperada sobre algo que nunca soñé, que se me erizó la piel. Sé que mi distanciamiento hacia él fue errado, que eso pasó por ideas erróneas en mi mente, pero por primera vez, no quería que alguien saliera perjudicado por mi difícil carácter. No soy una persona fácil, suelo perder el control y ocasionar muchos desastres, y no quisiera lastimar a Jin con algo como eso.
Papá dice que soy una clase de bomba andante, que, a la menor provocación, explota sin importarle los muertos, heridos, desastre y destrucción que pueda dejar a su paso. Tiene razón en ello, sobre todo, cuando me enojo, donde el rencor, ira y venganza se apoderan de mi cuerpo, y a pesar de que no es el camino ideal, lo hago para saciar mi orgullo.
No quería que Jin viera eso, que sufriera eso y pasara por ello, así que me alejé, pero no esperaba, que eso fuera lo que terminará de quebrar la barrera que detenían nuestra declaración de sentimientos. No se planeó, tampoco fue controlado, era inesperado y sorpresivo, muy perfecto. Jhoath, ajena a mi distracción o fingiendo no notarla, seguía hablando de lo genial que era su maestra de francés, así que tomé el control de nuevo.
–Hay mucha verdad en ello –la interrumpí –. Mamá y papá lo querían conocer, así que se nos ocurrió esa idea.
–Que mal que no estoy ahí, de lo contrario, también lo conocería.
–Sucederá pronto, así que no te preocupes.
–Ojalá, pero ya veremos. ¿Nerviosa por ello?
–Un poco, pero no estoy histérica.
–Hey, esas son excelentes noticias, te felicito –aplaudió, riendo un poco –. De todos modos, ya tengo que irme, debo ayudar a unos chicos a pasar un examen, así que te llamaré después. Dale mis saludos a mamá, papá y tu novio. Tengan un buen almuerzo –se despidió, agitando la mano.
–Gracias, Jho. No te desesperes y que te vaya bien –le deseé, finalizando la llamada.
Me sentía mal por la situación que pasaba Jhoath, pero ella es muy fuerte, sé que va a superarlo. Ahora, debería de concentrarme en el almuerzo de esta mañana. Me estiré un poco, yendo a la cocina, donde papá y mamá cocinaban el almuerzo. Olía delicioso, eran los panquecitos especiales de papel, donde les pone jalea, azúcar glass y fresas, una maravilla demasiado dulce para querer desperdiciarlo. Al estar en el marco de la puerta de la cocina, mamá notó mi presencia, llamándome.
–Hola, cariño. ¿Cómo amaneciste? –preguntó, dejando de cortar las fresas, llamando la atención de papá.
–Bien, Jhoath me llamó hace unos minutos, por eso no bajaba.
–¿Cómo está mi angelito? –preguntó papá, al oírla mencionar.
–Bien, dice que está aprendiendo francés con una profesora muy genial, o eso fue lo que dijo.
–Qué bueno que se la pase bien, eso me tranquiliza –suspiró mamá, mirando la hora en un reloj en forma de sol –. Deberías cambiarte, cariño, no falta mucho para que llegué tu novio –avisó, a lo que asentí, regresando a mi habitación.
Ayer me dediqué a preparar mi atuendo, algo informal para la ocasión, pero bonito. No dudo que Jin se llevé excelente con mis padres, mi nerviosismo radica en que es la primera vez que hago algo como esto, no sé bien cómo actuar, pero espero que todo salga bien y no lo arruine.
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–Hola, ya he llegado –saludó Jin, cuando abrí la puerta de mi casa.
Traía unas flores y lo que parecía una caja de pastel. Se veía guapo, elegante, distinguido, a pesar de que usaba ropa casual, pero tenía ese porte sin importar que ropa usará. En estos meses que hemos estado saliendo, ha sido más tierno, cariñoso y amoroso que cuando éramos amigos, me trata como si fuera una reina, y claro, no quiero quedarme atrás, así que hago lo mismo, no tanto para quedar bien, sino, porque me nace hacerlo.