Lina.
¿Alguna vez han tenido la sensación de que algo malo ocurre en el momento exacto en el que viven? Como si la sensación no fuera lo único, algo mas llamativo lo hace destacar.
Un escalofrió.
Un dolor en el pecho.
Un golpe.
La ruptura de alguna cosa.
El motivo de ese pensamiento, lo tuve cuando dejé caer un vaso de mi mano, escuchando como se rompía en varios pedazos, cuando este chocó al suelo, observando de una manera lejana, como los pedazos se esparcían en el suelo, sintiéndome extraña ante esta sensación de vacío.
–Lina, ¿te encuentras bien? –preguntó mamá, asustada por el ruido.
–S-sí, ni siquiera me di cuenta cuando lo solté –murmuré, rascando levemente mi ceja, intentando comprender que había pasado.
–Iré por la escoba para recoger esto. Ten cuidado y recoge los pedazos más grandes –pidió, saliendo de la cocina.
Asentí ante su petición, agachándome a recoger los pedazos del vaso. No soy una persona torpe o distraída, suelo ser demasiado cuidadosa con las cosas que hago, por eso, me extraña que haya dejado caer ese vaso. La sensación de vacío sigue presente en mí, es escalofriante. ¿Qué será?
–Hola, hola. ¿Qué hay de nuevo? –saludó Ryu de repente, asustándome, y sin querer, me corté la palma de la mano, ya que, por instinto, apreté las manos en un puño.
–¡Ah! ¡Me asustaste! –siseé, dejando caer el vidrio al suelo, ahora, con rastros de mi sangre.
–Lina, lo siento mucho, no sabía que tenías un vidrio en la mano –se disculpó, agachándose para mirar los pequeños cortes que me hice en la palma –. Tranquila, no son profundos.
–Gracias al cielo –suspiré –. ¿Te importaría ir por el botiquín? Quisiera ponerme algo para que no se infecte.
Ryu asintió, yendo por él, al mismo tiempo, que el teléfono de la casa sonaba. Estaba dispuesta a ponerme de pie para contestar, pero parece que mamá me ganó, ya no se escucha la música.
–Lo tengo –anunció Ryu, sacando alcohol, una gasa y venda.
Con cuidado, limpio mis heridas, asegurándose que la gasa cubría bien mi palma, para después, enredar la venda en mi mano, para que no se moviera. Me sentía una momia, pero es mejor a dejar que se infecte, eso sería asqueroso.
–Deberías ir al doctor para que te revise, no vaya a ser que se haya quedado algún pedazo de vidrio.
–Lo tomaré en cuenta, muchas gracias –asentí, poniéndome de pie con su ayuda –. ¿A qué se debe tu visita?
–Iba a pedirte que me llevaras con Jin. Dijo que tenía una oferta de trabajo por parte de su papá, para seguir impulsando mi carrera.
–Eso es increíble, pero, ¿qué tiene que ver conmigo?
–Es que ya no recuerdo donde vivía –confesó avergonzado, haciéndome reír.
–Esos dos años en Alemania te hicieron daño, ¿no?
–Lo siento, mi sentido de la orientación jamás ha sido el mejor.
–Lo sé, así que te llevaré, mejor a que te pierdas –acepté, antes de que un grito mezclado con sollozo por parte de mamá, llamara nuestra atención.
Sin tiempo que perder, Ryu y yo fuimos hacia ella corriendo, y cuando la miré a los ojos, preguntando qué pasaba, sentí el dolor más grande que he experimentado en mi vida. No hubo necesidad de decir nada, sabia el motivo exacto por el que sus ojos se veían llorosos, dolidos, apagados. La humedad en los míos no tardó en aparecer, y con ella me derrumbe, llorando y suplicando en susurros que fuera una broma, sin embargo, una voz en mi cabeza lo negaba de manera constante.
Lo demás es como un recuerdo borroso. No sé cómo llegamos al hospital, como pasamos de una habitación a otra, hasta que nos dieron la peor noticia de mi vida. No me importó estar llorando sentada en el suelo, arriesgándome a que alguien pasará y se burlará de mí, era la única manera que tenia de sacar toda esta tristeza y dolor.
Odiaba llorar, porque una vez que empiezo, no sé cuándo acabaré, porque sé que esto no lo va a traer de vuelta, porque me hace sentir débil y vulnerable. La suave voz de Jin llamándome me tomó por sorpresa, y después de intentar guardar la compostura, no lo soporté y me aferré a él, llorando, susurrando, desahogándome.
Eso no minimizó nada, no desapareció mi dolor ni tampoco me hizo sentir mejor, lo que me hizo llorar más, pero esta vez, de rabia. Odio este momento, lo odio, quiero volver a los momentos felices, a mi vida correcta y feliz. Quiero que papá este de vuelta, lo quiero aquí a mi lado, pero esa voz en mi cabeza susurra de una manera irritante que eso no sucederá.
Nunca.
Jamás.
Este es el adiós definitivo.
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Siento que me asfixió, me ahogo, me hundo.
Ha pasado una semana desde la muerte de papá, una muerte que nos tomó por sorpresa a todos tanto, que hasta Jhoath se atrevió a tomar un vuelo nocturno para volver a casa, y así, estar presente en el funeral. Aun con el paso de los días, no me siento mejor, de hecho, me siento peor que cuando me enteré. Sabemos la razón por la cual murió: Un hombre conducía en estado de ebriedad, y ya fuera casualidad o mala suerte, JungKook, el hermano de Jin, iba a ser el transeúnte atropellado, pero papá logró salvarlo, aun dando su vida por ello.