Jin.
Muy bien, Jin, tu puedes con esto.
He estado recargado en la pared a un lado de la oficina de contabilidad, respirando muy hondo para darme ánimos y pedirle a Lina que almorcemos juntos. Tengo demasiadas preguntas, quiero saber lo que fue de ella en estos dos años, y el modo en que me siento ahora, me hace volver al pasado, cuando me daba miedo mostrarle lo que sentía y alejarla de mí. La última vez todo salió bien ¿qué tal si ahora no?
En los pocos momentos que la vi, no observé muy bien sus reacciones conmigo. Se puso nerviosa y se sonrojo con alguna de mis palabras, pero necesito más que eso. Algunos empleados me miran con curiosidad, pues sólo estoy de pie perdido en mis pensamientos, así que alzó una mano y la agitó a modo de saludo, sonriendo en el proceso, para distraerlos del porque estoy ahí.
Doy un último suspiro, enderezó mi espalda y entró en la oficina. Se encuentra un poco vacío al ser la hora del almuerzo, así que logró distinguir con facilidad a Lina, que tiene la mirada fija en unos papeles, tecleando con una rapidez sorprendente las teclas numéricas. Ni siquiera se fija en los movimientos de sus dedos, está muy concentrada en los papeles en su mano que mueve de vez en cuando, supongo que pasando las páginas.
Dándome ánimo, voy hacia su escritorio, tocando levemente la mesa con mis dedos, llamando su atención.
–Debo confesar que fue impresionante de ver ese modo tuyo de teclear, es muy rápido –fue lo primero coherente que pude decir.
Mi cerebro se apagó al instante, cuando tuve de nuevo tan de cerca sus bonitos ojos color miel mirándome. Se echó a reír por mi comentario, haciendo cálido mi corazón, que tanto extrañó escuchar esa risa tan hermosa que tiene.
–Gracias, es una habilidad que tuve que perfeccionar, así no pierdo tiempo transcribiendo –contestó, dejando las hojas a un lado y entrelazando sus dedos.
–Debe ser muy útil, me gustaría aprenderlo algún día.
–Lo voy a considerar –murmuró, echando su cabello hacia atrás –. ¿Jhoath llegó bien a la escuela?
–Por supuesto, no me fui hasta que la vi entrar.
–No esperaba que se conocieran, fue una gran sorpresa.
–Para mí también, pero, ¿qué te parece si hablamos de eso en el almuerzo? Me gustaría invitarte.
–¿Esa es la sorpresa? –cuestionó, alzando una ceja y ladeando la cabeza.
–Supongo que una parte de ella –jugué un poco, intentando parecer inocente.
Entrecerró sus ojos y apretó los labios, un gesto que solía hacer cuando no estaba muy convencida de algo. Finalmente, luego de unos momentos, relajó sus facciones, asintiendo un par de veces.
–Aceptó, me vendría bien comer algo.
Por dentro, alcé el puño en señal de victoria, esperándola mientras guardaba su documento y tomaba su bolso. Al ir saliendo, noté que algunos se nos quedaban viendo con cierto asombro. De reojo, me di cuenta que Lina parecía no darle tanta importancia a la situación, así que decidí hacer lo mismo, después de todo, no hacíamos nada malo. En la entrada, nos encontramos frente a frente a Gae In, quien se sorprendió de vernos juntos.
Barrió a Lina con una mirada seria, y luego, me miró con unos ojos más suaves, en el lapso de dos segundos. Esos sí que son cambios rápidos, debe tener experiencia.
–Jinnie…
–Presidente, Gae In, Presidente –le recordé, porque no me gusta que me llamé así.
–Sí, eso –le restó importancia, metiéndose entre Lina y yo, empujándola a un lado, enredando su brazo con el mío –-. Fui a buscarte a tu oficina, pero me dijeron que habías salido, ¿almorzamos juntos? –preguntó.
No le hice mucho caso, en realidad, estaba más preocupado de ver a Lina, asegurándome que estuviera bien, y lo estaba, de hecho, miraba a Gae In como si quiera golpearla. Respiré hondo, separando con cuidado el brazo de Gae In del mío, parecía una sanguijuela, cosa que la dejó perpleja.
–No, Gae In. No almorzaré contigo, lo haré con Lina.
–Podrías hacerlo luego, ella es una empleada más –le restó importancia.
–Lina no es una empleada más, Gae In, ten más respeto –aclaré con voz dura, acercándome a Lina –. ¿Te encuentras bien? –le pregunté, llamando su atención.
–Por supuesto, no me pasó nada –aseguró con una leve sonrisa.
–Me alegro. Podemos irnos –le dije, colocando la palma de mi mano en su espalda, para guiarla a la salida, ante la mirada atónita de Gae In –. Por cierto, no olvides lo que hablamos esta mañana –le recordé, para seguir caminando con Lina.
No miré hacia atrás, porque eso le daría motivos para hacer un escándalo que no quería, además, todo lo que quiero y necesito está aquí a mi lado, no hay necesidad de nada más.
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–Lamento mucho el modo en que Gae In te trató, me siento avergonzado de su actitud –me disculpé con Lina, luego de ordenar el almuerzo en el restaurante al que la llevé.
–Tranquilo, no fue tu culpa, después de todo, aun me faltan muchas perras que conocer en esta vida –respondió con una leve sonrisa.