Dilan
Otro día más en el que debía de ir a la Universidad, me encontraba con mucha pereza y además con demasiado sueño, pero ¿A quién engaño? "Dormir bien"...esa expresión la dejé de usar hace mucho tiempo, tal vez unos años atrás hubiera podido decir aquello, sin embargo, desde que empezaron estas pesadillas no he vuelto a saber que es dormir sin tener que despertarse asustado a altas horas de la noche.
Pero hoy o mejor dicho ayer, bueno en realidad no tengo ni idea, pero si tengo presente que aquella pesadilla fue la peor que tuve en todos estos años, una más para escribir en mi diario.
Empezamos mal la mañana, pero espero que en el transcurso del día no sea peor, ahora mismo no tengo ganas de levantarme y dejar mi hermoso fuerte–cama, además si analizo mi situación... Yo aparento ser un chico malo así que ¿No se supone que no debo de asistir a clases? ¡DECIDIDO! Hoy, yo Dilan Ross no asistiré a la universidad. Después de hablar conmigo mismo de mi espectacular idea (ya se habló conmigo mismo muy seguido) me envolví en mis frazadas nuevamente, listo para volver a los brazos de Morfeo hasta que...
—¡DILAN ROSS! ¡¡LEVÁNTATE AHORA MISMO PORQUE SE TE HARÁ TARDE PARA LA UNIVERSIDAD!!— dijo mi madre muy exaltada y luego se retiró, solté un suspiro, que buen susto me había llevado, sin embargo, ya decidí algo y lo voy a cumplir, así que sin más me volví acostar, pero la puerta volvió a abrirse acompañada de un fuerte y estruendoso golpe.
—¡LEVÁNTATE AHORA MISMO SI NO QUIERES QUEDARTE SIN DESAYUNO!
—Ya voy mamá...Solo cinco minut-.
Observé como un objeto demasiado distinguible, sencillo y poderoso volaba hacia mi hermoso rostro.
— ¡La chancla no!
Cubrí mi rostro con ambas manos, aquella arma cayó al suelo luego de haber golpeado el pequeño escudo que yo mismo había hecho con mis brazos.
—Nada de cinco minutos, TE VAS EN PIJAMA.
...
Ya iba tarde, para ser más exactos 1 hora tarde; agradezco el hecho que me hayan regalado este bello y muy útil carro rojo en mi cumpleaños número dieciocho, manejaba muy veloz como un profesional porque a pesar de que todo el mundo me diga que conduzco como un maniático yo siento que estoy en Rápidos y Furiosos siete y la adrenalina que se siente cuando conduzco es espectacular así que con mi mayor concentración en la pista *nótese el sarcasmo llegue frente de la Universidad pero cuando estaba a punto de estacionarme escuche un golpe debajo de mi transporte, tenía tanto miedo que sólo pude imaginarme lo peor:
"Había atropellado a alguien."
—N–No, respira Dilan t–tu no a–atropellaste a n–nadie, sólo baja y mira si en verdad lo hiciste, ¡sí eso! —dije mientras trataba de darme ánimos.
Después de intentar tranquilizarme bajé en un sólo movimiento del carro, hasta que lo vi... Aquella escena tan desgarradora, dolorosa, probablemente esto generaría un trauma imborrable en mi vida.
Era una joven casi de mi edad o tal vez menor no lo sabía con exactitud, vestía todo de negro junto con una mascarilla que tapaba la mayor parte de su rostro, la chica estaba tirada en la pista y no sólo eso, ella estaba tirada en la pista abajo de ¡MI! carro.
—La atropellé...y–yo...—No aguante más y caí de rodillas al suelo mientras lloraba, tal vez aquella joven tenía un futuro por adelante, una familia la cual la quería mucho sin embargo yo llegue a arruinarle su vida, solo porque me creía un superconductor de película de acción.
Cuanta culpa, angustia, miedo sentía en ese momento, tan sólo imaginar cómo sería mi vida en la cárcel ya era demasiada tortura mental.
—Oye, disculpa, ¿te encuentras bien? ¿Porque lloras? —Escuché una voz tan tranquila y pacífica haciendo que me relajara de inmediato, pero cuando vi hacía arriba era...la chica que había atropellado y ¡ME ESTABA HABLANDO! Seguro su alma volvió y me perseguirá para atormentar mis días.
— ¡T–tú! ...—La señalé con mi dedo índice, no lo podía creer, sentía que me iba a desmayar, mi cabeza no procesaba dichos sucesos, era demasiado impactante.
— ¡UN MUERTO ME HABLA!
Keila
Después de curar mis heridas con mucha dificultad ,como casi todos los días, me dispuse a alistarme, cuando ya había acabado agarré mi mochila y salí y me encamine a la universidad, no desayune ya que no había comida en la nevera y mi tío no se encontraba en casa, aunque pedirle a él algo de dinero era casi algo como un suicidio, espero que Eidan me pueda comprar algo pues desde el día anterior no había comido nada, me sorprendía mucho el hecho que no haya caído desmayado, y debo de agradecerlo, no todos tienen tantas defensas como yo, después de tratar de verle el lado bueno a mi mañana, seguí mi camino con una pequeña sonrisa en mis labios.