Dilan:
Tres días habían pasado después de mi última visita al museo, en la que vi a Keila, y al misterioso libro.
Me dirigía a la nueva clase que me habían designado, ya que al parecer allí juntarían dos grupos de estudiantes distintos (incluyendo al mío) con una materia en común, esto no me preocupaba en absoluto, o al menos hasta que ingresé en la sala.
Keila estaba allí, sentada al lado de Eidan, y yo, obviamente comencé a sentirme nervioso, hasta podría jurar haber oído los latidos de mi corazón.
Avancé hasta una silla que se encontraba vacía, me senté en ella, y solo me dispuse a esperar a que algún docente llegara, en tanto varias chicas desconocidas se acercaban a mí para hablarme, o para preguntar si tenía novia, a lo que solamente afirmé con la cabeza, de inmediato todas ellas se fueron, como si aquella acción hubiese sido un repelente; observe a las personas que se encontraban cerca de mi, hasta que sentí una mirada, por instinto fijé mi vista en aquella persona (Keila), de inmediato hizo como si no me hubiese visto, pero el color carmesí de sus mejillas la delataban.
La clase finalizó, y todos los alumnos se dispersaron al salir del salón, busqué rápidamente a Keila con la mirada, y en el momento que la vi supe que tenía que hablar con ella, este era el momento indicado. Pasos apresurados, manos sudorosas y pensamientos que atacaban mi mente en cuestión de segundos hacían que me sintiera más inquieto de lo que ya estaba.
Después de un par de minutos logré mantenerme tranquilo, entre un momento a la cafetería, y miré con disimulo hasta que logré identificarla.
Keila
Solamente habían transcurrido algunos días luego de haber tomado prestado el libro, no lo había abierto aún, pues tenía un poco de temor, ya que el hecho de haber escuchado que una voz desconocida te diga que recojas algo que supuestamente te pertenece, no es para nada común.
Me alisté como cualquier otro día, llegué a la Universidad, fui al salón de clases y me senté junto a Eidan, ambos estábamos conversando, y fue entonces que escuché que un grupo de chicas comenzaban a hacer alboroto, volteé para ver lo que sucedía, con dificultad logré observar que el centro de aquello era Dilan, no entendía con exactitud lo que decían, ya que todas hablaban al mismo tiempo, por un momento me sentí un poco extraña, e insegura, ¿que ocurriría si le llegara a gustar una de ellas? Todas eran muy bonitas y se veían bastante bien; creo que es esto a lo que llaman “celos”. Me quedé observando como todas las chicas se alejaban e iban a sus respectivos lugares, de ese modo dejaban la vista libre hacia Dilan, me quedé unos pocos segundos contemplándolo, pero luego tuve que fingir que no le estaba viendo, ya que sentía su mirada plantada en mí.
—¿Seguirás observándole desde las tinieblas?—susurró Eidan de manera cómica.
—Claro que no—luego de haber pronunciado dichas palabras le di un pequeño golpe en el brazo.
Finalmente las clases llegaron a su fin, Eidan y yo nos dirigimos a la cafetería para comer algún pastelillo; al entrar allí escogimos una mesa que era bastante cercana a una de las ventanas con vista al jardín de la institución.
—Iré a pedir un poco de café, pastelillos, y unos cuantos chocolates—dijo mientras se alejaba.
Solamente sonreí, y me dispuse a esperar a que llegara con lo que había ordenado, por lo que saqué mi celular de mi bolsillo para distraerme un momento, de pronto escuché como la silla delantera rechinó al ser movida para que alguien que se pudiera sentar, no le tomé mucha importancia, hasta que una mano tapó la pantalla de mi móvil, levanté la mirada para ver quien era el propietario de la palma que había cubierto la parte frontal de mi teléfono, y al darme cuenta de quien se trataba, quedé sorprendida.
—¿Hasta cuando te gustaría que las cosas sigan así?—cuestionó Dilan mientras me miraba fijamente a los ojos.
—...—me quedé en silencio y agaché la cabeza esquivando su profunda mirada.
—¿No piensas responder?—pude detectar un cierto tono de decepción en su voz—Bien, supongo que valió la pena intentarlo, tal vez no podramos recuperar la amistad que teníamos, lo siento por quitarte tu tiempo Keila—dijo lo último para después levantarse y marcharse.
No sabía que hacer, la oportunidad de volver como antes se estaba yendo frente a mis ojos y yo como idiota la estaba dejando ir, no podía dejar de sentirme culpable con todo esto, antes cometí el error que no escucharle, no lo volvería a repetir, así que antes de que diera unos cuantos pasos más, respondí.
—N-no me gusta como estamos ahora, pero tu me mentiste todo este tiempo, ¿qué quieres que piense Dilan?—traté de decirlo lo suficientemente fuerte para que él me escuchara.
Vi como se detuvo y volvía hacía mi dirección, me sentía nerviosa pero estaba decidida, quería volver a tener la amistad de antes con Dilan, y si puedo soñar, tal vez algo más.