El lápiz había bailado sobre el papel con una vida propia, guiado por un recuerdo tan vívido que casi podía escuchar su risa. El retrato de Minji estaba terminado. No era el fantasma lloroso de la noche anterior, sino la chica de sonrisa radiantemente traviesa, con un toque de azúcar glass en la nariz, tal como la había recordado Felix. Por un instante, al mirarlo, Hyunjin sintió una punzada de algo que no era dolor, sino una nostalgia tan agridulce que le robó el aliento. Tarareó suavemente la canción que solo era de ellos, una melodía tonta que siempre la hacía sonreír.
Pero la ilusión se quebró tan pronto como la vio perfecta e inmóvil en el papel. La realidad lo golpeó de lleno: era solo un dibujo. Un hermoso, doloroso y vacío recordatorio. Un sollozo escapó de sus labios y, abrazando la libreta contra su pecho como si pudiera absorber algo de su esencia, se dejó llevar por las lágrimas.
Fue en ese momento de completa vulnerabilidad cuando la puerta se abrió de golpe. El escuadrón de amigos irrumpió en la habitación, con Bangchan a la cabeza y Lee Know rezagado al final, con la mirada gacha.
Hyunjin se sobresaltó, limpiándose las lágrimas a toda prisa con el dorso de la mano. "Chicos... llegaron. Gracias. Lamento... lamento molestarlos", logró decir, forzando una sonrisa débil y temblorosa.
Su mirada, sin embargo, se fue directo más allá de todos, hasta posarse en Lee Know. Al verlo, algo se rompió dentro de él. Todos los razonamientos, toda la frágil paz que el dibujo le había dado, se desvanecieron, reemplazados por una marea de culpa abrumadora.
Sin pensarlo, impulsado por un dolor visceral, intentó levantarse de la cama. "Lee Know...", pero sus piernas, aún débiles y dormidas, cedieron. Cayó pesadamente al suelo con un golpe sordo que estremeció a todos.
No intentó levantarse. El orgullo, la dignidad, nada importaba. Se arrastró, con la libreta aún aferrada en una mano, hacia donde estaba Lee Know. Sus ojos, nublados por las lágrimas, no se apartaban del rostro de su amigo.
"Por favor, Lee Know... por favor, perdóname", suplicó, su voz quebrada y ahogada por los sollozos. Alcanzó a tocar la punta del zapato de Lee Know, un gesto de sumisión desgarrador. "Por mi culpa... por mi estupidez, hemos perdido a nuestra estrella... Lo lamento. Lo lamento tanto. Lamento que por mi culpa hayas perdido a tu hermana... tu otra mitad. Lo siento mucho... por favor... discúlpame."
Era el grito de un alma destrozada, pidiendo absolución por un crimen que no había cometido, pero del que se sentía totalmente responsable.
"Si tan solo... si tan solo yo hubiese muerto y ella estuviese viva...", continuó, temblando incontrolablemente en el suelo frío. "Todos estarían felices. Nadie lloraría por mí. No sirvo para nada... Mis padres... ellos no me quieren. Soy un estorbo. Y ahora... ahora solo seré un peso más en sus vidas. Lo siento... Lo siento..."
La habitación estaba en un silencio sepulcral, roto solo por los sollozos desesperados de Hyunjin. Bangchan tenía los puños apretados, conteniéndose para no interferir, sabiendo que esto tenía que pasar. Los demás contenían la respiración, con el corazón en un puño, mirando a Lee Know, esperando su respuesta.
La carga de esas palabras, el espectáculo de Hyunjin tan abyecto y quebrantado a sus pies, fue demasiado para Lee Know. La ira que lo había sostenido como un escudo se desintegró, dejando al descubierto la misma herida abierta y sangrante que llevaba Hyunjin. No era el monstruo; era otro náufrago en el mismo mar de dolor.
Lee Know miró a Hyunjin, tirado en el suelo, su cuerpo delgado sacudido por los sollozos, aferrado a su zapato como a un último clavo ardiendo. Vio la libreta con el dibujo de Minji, tan llena de vida, y luego vio la realidad: un amigo destrozado, suplicando por un perdón que Lee Know, en el fondo, sabía que no necesitaba dar.
Su propio dolor, enorme y feroz, encontró por fin un espejo en el que reflejarse, y en lugar de ira, lo que surgió fue una compasión devastadora.
No dijo una palabra. En lugar de eso, con un movimiento que pareció costarle una fuerza sobrehumana, Lee Know se arrodilló en el suelo frente a Hyunjin. Sus propias lágrimas, que había estado conteniendo durante semanas, comenzaron a caer en silencio.
Con manos temblorosas, no para empujarlo, sino para levantarlo, agarró a Hyunjin por los hombros. No fue un abrazo inmediato, sino un gesto firme para sacarlo de esa postura de total abyección.
"Idiota...", murmuró Lee Know, su voz ronca y cargada de una emoción que lo estrangulaba. "Eres un maldito idiota, Hyunjin..."
Hyunjin lo miró, confundido, esperando el golpe, el grito, cualquier cosa.
"¿Crees que... que ella habría sido feliz si fueras tú el que murió?", la voz de Lee Know se quebró. "¿Crees que yo podría ser feliz?"
Levántate", dijo, con más fuerza, tirando de él. "Levántate. No... no te arrastres así."
Al decir esas palabras, la última barrera se derrumbó. Lee Know, con el rostro empapado, jaloneó a Hyunjin y lo envolvió en un abrazo tenso, incómodo, pero real. No era el abrazo fácil de Bangchan; era un abrazo lleno de espinas, de dolor compartido, de un perdón que no se pronunciaba con palabras, sino que se ofrecía con el contacto de dos corazones destrozados que, al fin, reconocían que su dolor era el mismo.
"Ella te eligió a ti", susurró Lee Know contra el hombro de Hyunjin, su voz apenas audible. "Ella eligió protegerte. No fue tu error. Fue... fue su decisión. Y maldecirla... maldiciéndote a ti... es insultar su memoria."
Fue entonces cuando Hyunjin, en los brazos de quien había sido su acusador, encontró por fin el permiso para derrumbarse por completo. Se aferró a Lee Know como si se estuviera ahogando, y un torrente de sollozos, más profundos y liberadores que nunca, sacudió su cuerpo. No estaban curados. El dolor no había desaparecido. Pero ya no estaban solos en él. La culpa, ese muro que los separaba, comenzaba, ladrillo a ladrillo, a desmoronarse.