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La Noche de la Amenaza
El sueño fue un refugio breve y frágil. Hyunjin despertó a las 2:00 AM, el silencio del hospital solo roto por la respiración profunda y los ronquidos suaves de sus amigos, esparcidos por la habitación como soldados exhaustos después de una batalla. Bangchan estaba enrollado en el incómodo sillón, Felix y Han compartían una colcha en el suelo, y Lee Know dormía sentado contra la pared, como un guardián incluso en sus sueños.
Una necesidad urgente lo impulsó a moverse. Con un cuidado exagerado, se levantó de la cama, agarrándose del bastón de suero con ruedas. Cada paso era una batalla contra la debilidad de sus piernas, que se sentían como de gelatina. No quería despertar a nadie; ya habían hecho demasiado por él. Avanzó arrastrando los pies por el frío linóleo, el sonido de las ruedas del bastón pareciendo un trueno en el silencio.
Llegó al baño y cerró la puerta con el seguro, apoyándose en el lavamanos para recuperar el aliento. Fue entonces cuando su teléfono, en el bolsillo de la bata, vibró con un mensaje. Una parte de él, la parte aún esperanzada de un hijo, se estremeció. Tal vez era su madre, arrepentida.
Pero el mensaje era de su padre. Y el contenido lo dejó paralizado.
"Si no vienes a casa mañana, venderé a Kkami."
Debajo del texto, una foto. Su cachorro salchicha, Kkami, con sus grandes orejas y ojos tristes, mirando la cámara como si supiera que era un rehén.
La crueldad calculada de la amenaza fue un golpe físico. Hyunjin apretó el teléfono con tanta fuerza que temió que la pantalla se quebrara. Kkami no era solo una mascota; era el único ser en esa mansión que lo recibía siempre con alegría incondicional, que dormía en su cama cuando las pesadillas lo acechaban. Era su pequeño consuelo.
Una oleada de náuseas, amarga y repentina, le subió por la garganta. Su estómago, ya débil por la falta de comida adecuada, se retorció violentamente. El mareo, su viejo "amigo" en estos días de estrés extremo, regresó con fuerza, haciendo que la habitación girara. Se inclinó sobre el inodoro justo a tiempo, vomitando la poca comida que había logrado ingerir esa noche. Fueron arcadas secas y dolorosas, más por el pánico y la desesperación que por otra cosa.
Jadeando, con lágrimas de esfuerzo y rabia impotente en los ojos, se dejó caer contra la fría pared de azulejos. La fuerza lo abandonó por completo. El agotamiento físico y el shock emocional fueron una combinación letal. Su cabeza se inclinó hacia un lado y, allí, en el suelo frío del baño del hospital, con la mejilla apoyada en los azulejos y la imagen de Kkami quemándose en su mente, se quedó dormido otra vez, perdido en un sueño intranquilo.
Código "Pétalos de Rosa en Peligro"
Unas horas después, Bangchan fue el primero en despertar. Su instinto de cuidador lo hizo mirar hacia la cama de inmediato. Vacía. El pánico lo atravesó como una lanza.
"¿Hyunjin?", susurró, saltando del sillón.
Su movimiento despertó a Seungmin, que era un durmiente ligero. "¿Qué pasa?"
"¡No está en la cama!"
En segundos, toda la habitación estaba en vilo. La tranquilidad de la noche se evaporó.
"¡Operación Búsqueda del Pétalo de Rosa!", declaró Changbin, todavía medio dormido pero con la terminología del código ya internalizada.
"¡No es momento para códigos, idiota!", gritó Lee Know, revisando detrás de las cortinas.
"¡El baño! ¡La puerta está cerrada con seguro!", señaló Felix, golpeando la puerta suavemente. "¡Hyunjin! ¿Estás bien?"
No hubo respuesta.
La preocupación se transformó en alarma. Bangchan golpeó con más fuerza. "¡Hyunjin-ah! ¡Abre la puerta o la derribamos!"
Dentro, el sonido de las voces alarmadas logró filtrarse en la neblina del sueño de Hyunjin. Parpadeó, desorientado, sintiendo el frío del suelo y un dolor en el cuello. Con un gemido débil, intentó moverse.
"Escuché algo!", dijo Han, pegando la oreja a la puerta.
"¡Hijo único!", maldijo Bangchan. "¡Lee Know, Changbin, conmigo! ¡A la cuenta de tres!"
Los tres chocaron contra la puerta con sus hombros. La cerradura, no diseñada para resistir el pánico de tres adolescentes determinados, cedió con un crujido.
La escena que encontraron los dejó helados. Hyunjin estaba pálido como la porcelana del lavamanos, tirado en el suelo, temblando levemente, con el bastón de suero volcado a su lado y su teléfono aún apretado en su mano.
"¡Hyunjin!", gritó Bangchan, arrodillándose a su lado.
"Kkami...", murmuró Hyunjin, apenas consciente, sus ojos vidriosos llenos de pánico. "Mi papá... lo va a vender..."
La confusión fue general por un segundo, hasta que Seungmin, con su mente rápida, agarró el teléfono de la mano floja de Hyunjin y vio el mensaje. Su rostro se ensombreció. "Es una amenaza. Usó a su perro."
"¡ESO ES UN NUEVO NIVEL DE BAJEZA!", rugió Lee Know, tan enfadado que parecía que echaba humo.
"Primero cosas primero", dijo Bangchan, tomando el control aunque su voz temblaba. "Necesitamos una enfermera. ¡Felix, corre! Y alguien ayúdeme a llevarlo a la cama."
Mientras lo cargaban con sumo cuidado, Changbin, incapaz de contenerlo incluso en medio de la crisis, murmuró mirando el rostro pálido e indefenso de Hyunjin: "Hasta desmayado, sus... pétalos de rosa... lucen trágicamente altamente apreciables."
Esta vez, ni siquiera Seungmin lo regañó. Todos estaban demasiado preocupados. La salud de Hyunjin, tanto física como mental, estaba en una pendiente resbaladiza, y su padre acababa de demostrar que no había límites para su crueldad. La guerra por la custodia había escalado, y ahora incluía el rescate de un cachorro.
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Código Médico y Estrategia
El ala del hospital se convirtió en un hervidero de actividad frenética. La enfermera que acudió al llamado de Felix tomó el control con severidad profesional.
"¡Necesito espacio! Todos, afuera, ¡ahora!", ordenó, mientras revisaba los signos vitales de Hyunjin, quien apenas respondía, susurrando el nombre de su perro entre jadeos.
Los chicos fueron relegados al pasillo, una fila de ansiedad y rabia contenida. Bangchan se apoyó contra la pared, pasándose las manos por el rostro.
"Esto no puede seguir así. Cada vez que parece dar un paso adelante, ese hombre lo empuja dos pasos atrás... directamente al borde del abismo."
"¿Kkami? ¿El perro salchicha?", preguntó Han, confundido. "¿En serio usó a su mascota?"
Seungmin mostró el mensaje en el teléfono, su rostro era una máscara de disgusto. "Es psicológico. Sabe que es el único vínculo emocional puro que Hyunjin tiene en esa casa. Es una táctica de guerra sucia."
Dentro de la habitación, la enfermera le hablaba a Hyunjin con firmeza mientras le ajustaba el goteo. "Joven Hwang, tu cuerpo no puede soportar este nivel de estrés. Tu presión arterial está por los suelos y estás deshidratado. Si no cooperas, tendremos que tomar medidas más serias. ¿Me entiendes?"
Hyunjin asintió débilmente, una lágrima escapando por su sien. La impotencia era un sabor amargo en su boca.
Operación "Rescate del Salchicha"
Cuando la enfermera finalmente salió, dando un informe más estable pero aún preocupante, los chicos volvieron a entrar, esta vez con una determinación feroz.
"Ok, escuchen", dijo Bangchan, cerrando la puerta. Su voz era baja pero cargada de una intensidad que silenció cualquier comentario. "Esto ya no es solo sobre la custodia. Esto es una extracción total. De Hyunjin y de Kkami."
"¿Cómo demonios vamos a rescatar a un perro de una mansión con seguridad privada?", preguntó Lee Know, cruzándose de brazos. "¿Lanzándole chuches envenenadas desde un dron?"
"¡No!", dijo Seungmin, exasperado. "Usemos la cabeza. El padre lo usa como palanca. Pero si Kkami ya no está bajo su control, pierde todo su poder."
Fue Felix quien, con su corazón de oro, tuvo la idea más simple y brillante. "La señora Ji."
Todos lo miraron. La señora Ji era la ama de llaves de la mansión Hwang. Una mujer de edad avanzada, de corazón blando, que siempre le daba a Hyunjin y a Kkami comida extra a escondidas.
"Ella adora a Kkami casi tanto como Hyunjin", continuó Felix. "Si le explicamos la situación... si le decimos que el Sr. Hwang lo va a vender... quizás ella esté dispuesta a ayudar."
"¡Es perfecto!", dijo Han, emocionado. "¡Podemos organizar una misión de infiltración! Yo puedo distraer a los guardias con mi baile de 'Goblin'... es tan hipnótico que..."
"¡No!", corearon todos, incluso Hyunjin, que había estado escuchando con los ojos entrecerrados.
"Un acercamiento directo es muy arriesgado", intervino Seungmin. "Pero... ¿y si la señora Ji 'se lleva' a Kkami al veterinario por una 'emergencia' y... oh, qué casualidad, se lo 'encuentra' Bangchan en la clínica? Con los papeles de adopción que el abogado puede preparar, transferimos la custodia legal de Kkami a Chan o a uno de nosotros."
El plan era arriesgado, pero tenía un hilo de plausibilidad.
Hyunjin, que había permanecido en silencio, habló con voz ronca. "La señora Ji... ella tiene llave de la puerta trasera de la cocina. Y los guardias no la revisan... confían en ella." Tomó aire, un destello de su antigua astucia regresando a sus ojos. "Pero necesitamos... necesitamos asegurarnos de que mi padre no la despida."
"Eso lo cubre el abogado", dijo Bangchan con decisión. "Incluiremos en la demanda una orden de restricción para que no pueda tomar represalias contra ningún empleado que testifique a nuestro favor. La señora Ji estaría protegida."
La Nueva Determinación
Miraron a Hyunjin, esperando su aprobación. Él observó a sus amigos, a estos locos, maravillosos e ingeniosos amigos que estaban dispuestos a orquestar un rescate canino de alto nivel para salvar su corazón.
Una sonrisa pequeña, temblorosa pero genuina, apareció en sus labios. "Háganlo. Por favor. Salven a Kkami."
"¡Operación Rescate del Salchicha en marcha!", susurró Changbin con dramatismo, y esta vez, nadie lo regañó.
Mientras Bangchan y Seungmin se ponían en contacto con el abogado para ajustar los planes legales y contactar a la señora Ji, los demás se reunieron alrededor de la cama de Hyunjin. No era el momento para elogios tontos, sino para presencia silenciosa. Le pasaron agua, arreglaron sus sábanas.
Hyunjin cerró los ojos, sintiendo el nudo de pánico en su estómago comenzar a deshacerse, reemplazado por una chispa de esperanza. Su padre había subestimado una cosa: el poder de una manada unida. Y esta manada no solo iba a pelear por un chico, sino también por su pequeño y esponjoso amigo de cuatro patas. La batalla se había vuelto más complicada, pero su bando acababa de ganar un motivador muy peludo y con cola.