--- Paso a Paso En la oscuridad, Hyunjin ya no era un náufrago a la deriva. Era un explorador. Cada susurro de sus amigos era una estrella que intentaba seguir en un cielo sin constelaciones. El "Lucha" de Changbin era el viento a su espalda. El "Vuelve a nosotros" de Lee Know era el norte de su brújula interna. El frío no había desaparecido, pero ahora lo enfrentaba. "No estoy solo", se repetía, y con cada repetición, su voluntad se fortalecía. Ya no forcejeaba contra la nada; la caminaba. No sabía hacia dónde iba, pero confiaba en que cada paso lo acercaba a ellos. A veces, las voces se desvanecían, y el pánico intentaba regresar, pero entonces recordaba la presión en su mano, el eco de sus nombres, y seguía adelante. El Lenguaje de los Latidos Los días se fundían en un eterno presente en el pasillo de la UCI. Los chicos habían establecido un campamento base. Turnos para dormir, turnos para hablarle a Hyunjin, turnos para simplemente mirar y enviar su fuerza a través del vidrio. La enfermera, conmovida por su devoción, a veces les traía updates. "Las plaquetas están subiendo lentamente. Muy lentamente, pero es una buena señal." Cada pequeña noticia positiva era un balde de agua en el desierto de su espera. Una tarde, Seungmin, el lógico, tuvo una idea. Puso sus auriculares en el teléfono, apoyó uno contra el vidrio y puso la suave lista de reproducción que Hyunjin amaba para dibujar. No era música fuerte, solo melodías tranquilas que se filtraban como un susurro en la habitación estéril. "No sabemos si puede oírla", dijo Seungmin, "pero... es su esencia. Es lo que lo hace Hyunjin." Minutos después, Han, que estaba en turno de observación, gritó en un susurro: "¡El dedo! ¡Movió el dedo!" Todos se agolparon. En la mano de Hyunjin, el dedo índice se movió levemente, al ritmo suave de la música. Fue un espasmo casi imperceptible, pero para ellos, fue un baile. "Le gusta", dijo Felix, sonriendo a través de las lágrimas. "Le está gustando." No era una recuperación milagrosa. Era una señal. Un código morse enviado desde las profundidades del coma: "Estoy aquí. Los siento."
La Primera Grieta Fue Bangchan quien presenció el momento más significativo. Estaba solo en el turno de la madrugada, hablándole a Hyunjin sobre los planes que tenían para cuando saliera, sobre cómo Kkami lo extrañaba, sobre lo fuerte que era. De repente, en el monitor de signos vitales, la línea de la actividad cerebral, que había estado plana y con mínimas fluctuaciones, mostró un pico pequeño pero definitivo. Un destello de actividad. Coincidió justo cuando Bangchan dijo: "Tu lugar está con nosotros, Jinnie. Siempre." Dentro de la nada, Hyunjin había escuchado. No solo la voz, sino la verdad en ella. Y en respuesta, su mente, su alma, había emitido un destello. Una chispa en la oscuridad. La enfermera, alertada por el monitor, revisó los datos y luego miró a Bangchan a través del vidrio. No dijo nada, pero su leve asentimiento y su expresión ligeramente sorprendida lo decían todo. Algo estaba cambiando. Al día siguiente, las plaquetas de Hyunjin habían alcanzado un nivel lo suficientemente seguro. Con estrictas medidas de higiene—batas, mascarillas, gel desinfectante—por fin les permitieron entrar, de uno en uno, por breves minutos. Bangchan fue el primero. Tomó la mano de Hyunjin, la misma que había estado presionando contra el vidrio durante días. "Ya está, pequeño", susurró, su voz cargada de una emoción que lo hacía temblar. "Ya estamos aquí. Puedes descansar. Ya no tienes que luchar solo." Y entonces, en la pantalla del monitor, junto al ritmo constante del corazón, una sola lágrima escapó del ojo cerrado de Hyunjin y se deslizó lentamente por su sien. No era el final del camino. El coma continuaba, la dependencia del oxígeno seguía ahí, el daño cardíaco y pulmonar era una realidad. Pero esa lágrima era la primera grieta visible en el muro que lo separaba del mundo. Era la prueba irrefutable de que, en algún lugar de esa oscuridad, Hwang Hyunjin estaba escuchando, sintiendo y, lo más importante, queriendo volver. La batalla más dura apenas comenzaba, pero por primera vez, tenían la certeza de que no la estaba librando solo.
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Proyecciones y Presencias
En la oscuridad que una vez fue aterradora, ahora había proyecciones. Como si un proyector celestial se hubiera encendido, los recuerdos de Hyunjin comenzaron a fluir. No eran aleatorios; eran una curación dirigida.
Vio a Bangchan enseñándole a atarse los cordones cuando era pequeño, con una paciencia infinita. Vio a Felix abrazándolo después de su primera gran presentación de baile, diciéndole lo increíble que era. Vio a Changbin y Han armando un escándalo tonto en el estudio, haciéndolo reír hasta dolerle el estómago. Vio a Seungmin ayudándolo con el coreano, con su lógica tranquila. Vio a I.N compartiendo su comida con él en secreto. Y vio a Lee Know, al principio distante, pero luego, lentamente, mostrándole su lealtad a través de acciones, no de palabras.
Se sentó en la nada, observando la película de su vida, y por primera vez, no solo sintió el dolor de las pérdidas, sino el inmenso peso del amor que había recibido. Un amor que su mente, nublada por la culpa, había minimizado.
Fue entonces cuando sintió una calidez a su lado. No necesitó mirar para saber quién era. Una presencia familiar, serena y llena de una paz que él había extrañado terriblemente.
Minji se sentó junto a él, su figura emitía una suave luz que ahuyentaba la fría negrura inmediata a su alrededor. No dijo nada. Simplemente se recostó suavemente contra su hombro y miró los recuerdos con él.
No hubo necesidad de palabras. Su presencia era un mensaje en sí misma: "No estás solo. Tu historia no solo es dolor, es también esto. Es amor. Y vale la pena vivirla."
Hyunjin cerró los ojos y dejó que la calidez de su presencia y los recuerdos de sus amigos lo inundaran. La lucha no había terminado, pero la paz, por fin, había llegado a su corazón.
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La Audaz Propuesta de Han
Mientras tanto, en la sala de espera, la atmósfera era más liviana, pero la preocupación persistía. Lee Know estaba apoyado contra la pared, con los brazos cruzados. Su rostro estaba pálido, y miraba la puerta de la UCI con una expresión compleja: alivio mezclado con una tristeza profunda.
Changbin se acercó y le puso una mano en el hombro. "Lee Know, ¿estás bien? Dime qué sucede. Estás pálido. ¿Tienes miedo de perderlo? Yo también, pero... míralo. Está mejorando. Esa lágrima, el movimiento del dedo... son señales. Verás que pronto volverá a nosotros."
Lee Know suspiró, bajando la guardia. "Lo sé, Changbin. Lo sé con la cabeza. Pero aún así... es difícil verlo así. Conectado a todas esas máquinas, tan... frágil. Después de todo por lo que ha pasado, verlo luchando por cada respiro...". Sacudió la cabeza. "Solo quiero que despierte y sea el idota tonto y sensible de siempre, al que puedo molestar sin miedo a que se desmorone."
Fue entonces cuando Han, que había estado escuchando, se acercó con una expresión pensativa. "Chicos... tengo una idea. Y sé que puede sonar... loca."
Todos lo miraron.
"¿Qué tal si... llamamos al padre de Hyunjin?"
Un silencio incómodo cayó sobre el grupo. Changbin frunció el ceño. "¿Después de todo lo que hizo? ¿Después de casi matarlo?"
"Escúchenme", insistió Han, con una seriedad inusual. "No es por él. Es por Hyunjin. Piensen. A pesar de todo, a pesar de las palabras duras y la desesperación, Hyunjin nunca dejó de amar a su padre. Nunca dejó de desear esa calidez que nunca tuvo. Lo que dijo... fue el grito de un hijo herido que anhela el amor de su padre."
Señaló la puerta de la UCI. "Su mente está en un lugar vulnerable. Si su padre viene... si de verdad viene con el corazón roto, como lo vimos, y se disculpa... si le dice que lo ama... ¿se imaginan lo que eso podría hacer por él? Podría ser la llave que necesita para aferrarse con todas sus fuerzas a la vida. Porque sabría que no solo nosotros lo amamos, sino que finalmente recibió la validación que siempre buscó de la persona que más importaba."
La propuesta era arriesgada, casi temeraria. Pero había una lógica conmovedora en ella.
"Es... un gran riesgo", dijo Seungmin, reflexionando. "Podría alterarlo. Pero... Han tiene un punto. Hyunjin carga con la culpa de defraudar a su padre. Si esa culpa se levanta...".
"¿Y si el señor Hwang vuelve a ser un idiota?", preguntó Felix, preocupado.
"Lo sacamos a patadas", dijo Lee Know, con una determinación repentina en la voz. Su tristeza se había transformado en un propósito claro. "Pero... Han tiene razón. Esto no se trata de nosotros, o de nuestro rencor. Se trata de lo que Hyunjin necesita para sanar. Y si hay una posibilidad, por pequeña que sea, de que escuchar a su padre arrepentido lo traiga de vuelta... tenemos que intentarlo."
Bangchan, que había estado escuchando en silencio, asintió lentamente. Miró a cada uno de ellos, este grupo de chicos que había aprendido a ser una familia. Tomó una decisión.
"Está bien", dijo Bangchan, con voz firme. "Lo llamaré. Pero con condiciones claras. Una visita supervisada. Un minuto. Y si dice una sola palabra fuera de lugar, se acaba." Respiró hondo. "Por Hyunjin. Por esa última pieza de su corazón que aún espera sanar."
Era una apuesta enorme. Una apuesta que ponía el frágil progreso de Hyunjin en manos del hombre que lo había destrozado. Pero era una apuesta nacida del amor más puro y de la comprensión más profunda de lo que realmente necesitaba su amigo: no solo el amor de sus amigos, sino la paz consigo mismo y con su pasado.