—Claro, ¿por qué no? Ni siquiera sabía que existía —dije. Caleb me sonrió.
—¿Va mucha gente allí? —Le pregunté mientras bebía un poco de Coca Cola.
—No lo sé, nunca he ido, pero esta vez pensé que... —Fue interrumpido por el sonido del móvil, era el suyo. Su tono de llamada sonaba como una vieja canción celta. Miró el teléfono y parecía no estar seguro de si debía responder.
—Puede sea importante —dije en voz baja y él asintió.
—¿Mamá? —dijo confundido. De repente, se levantó y me miró—. ¡Ya voy! —Gritó.
—Nos vemos —Le susurré antes de asentir.
Poco después, se dirigió a la salida. Bueno, me había dejado sola con toda la basura sobre la mesa. Al menos podría haber tirado su bandeja, pensé.
Cuando terminé también me levanté para irme. Con las manos metidas en los bolsillos de la chaqueta, salí del restaurante de comida rápida.
Tengo pareja parala fiesta. Una sonrisa apareció en mis labios mientras caminaba por la calle. Una vez de vuelta en frente de mi casa, entré y luego desaparecí en mi habitación. Allí agarré el portátil de la esquina de mi cama y lo encendí. Mientras tanto, con el móvil entré en Facebook. Quería saber más sobre esta fiesta.
¿Will ya le habrá pedido a alguna chica que la acompañara?
Le mandé un mensaje a Phoebe.
Yo: ¿Vas a ir al baile?
Ella me contestó de inmediato.
Phoebe: Bueno... ¿Qué fiesta?
Fruncí las cejas, confundida.
Yo: El de antes de las vacaciones.
Mientras esperaba una respuesta, volví a la computadora portátil que ya se había encendido. Entré en la página web del instituto y empecé a ver las fotos.
Mi móvil vibró, así que lo cogí de nuevo para leer el mensaje de Phoebe.
Phoebe: Ahh... Nunca voy, pero William, Ryan y los demás van.
Realmente no sabía cómo reaccionar. ¿Qué significa eso? ¿Phoebe tuvo malas experiencias con ese evento?
Yo: ¿Por qué?
Phoebe: Porque es una fiesta para la repugnante reina de las compras. ¿Por qué quieres ir allí?
Solté una carcajada. Phoebe es una chica agradable y dulce a su manera.
Yo: Caleb me invitó... Así que iré.
Phoebe: Awwww ¡Qué lindo, sí deberías ir!
Yo amplié mis ojos. ¿No estaba ella contra eso? Nunca entenderé a Phoebe. Nunca.
Dejé el móvil a un lado. Entré en Facebook, a diferencia del sitio web de la escuela, no se encontré mucha información. Y ya estaba entrando de nuevo en el perfil de Will. Pero entonces recordé que podía acceder a su lista de amigos desde aquí.
Había muchas chicas. Seguramente, iría con una de ella a la fiesta. Cerré la página. Eso fue demasiado raro, parece que esté obsesionada y no lo estoy.
—¡Sid, a cenar! —Escuché a mi madre llamar desde abajo, salí de la cama y bajé.
Había espagueti, que rico. Mis padres y Mike ya estaban sentados alrededor de la mesa.
—¿Ya sabes a quién le vas a dar el último boleto? —Pregunté extra dulce mientras ponía comida en mi plato.
—Te dije que lleváramos a Olivia y a los demás con nosotros —Hice una mueca.
—Oh, vamos. ¡Pensé que era una broma! ¿Por qué no vamos solo nosotros? —Mi madre negó con la cabeza.
—Mencionaste el tema y hubiera sido de mala educación no preguntarle a Olivia —me reprochó.
—Sí mamá, es ser grosero no invitarles a unos vecinos a un viaje familiar —solté.
—¡Sidney! —Mi madre me miró enfadada, así que tomé mi tenedor y comencé a comer rápidamente.
—Me voy a mi habitación —Dije mientras dejaba el tenedor sobre mi plato vacío.
—Sid, espera —llamó mi madre—. Lleva el plato que hay en la cocina a los vecinos. Olivia no estaba en casa hoy, creo —dijo ella, mi rostro se oscureció cuando escuché esas palabras.
—No es que se estén muriendo de hambre —susurré y me fui directa a la cocina. Bueno, de paso podría devolver la ropa de Olivia.
Subí a mi habitación, me cambié de ropa, volví a la cocina, cogí el plato y salí.
Llamé al timbre. El abuelo de Will me abrió la puerta y me miró como si fuera alguien completamente extraño. Momentos después, me reconoció.
—¡Ah, Sidney! —Se rio con su voz frágil—. ¿Es para nosotros? —Preguntó con entusiasmo. Asentí.
—Ah y esta bolsa dásela a Olivia, es la ropa que tomé prestada —dije con una. sonrisa. Él asintió.
—Entra —dijo, sacudiendo la cabeza. En realidad, no tenía nada que hacer...
—Oh, no, tengo que ir a la ciudad —Mentí.