My stupid neighbour

Capítulo 11

El agarre de Will se aflojó al escuchar la risa de Ryan.

—Idiota —solté antes de empujarlo y salir de la habitación. En el salón me encontré con Natalie.

—¿Qué pasó? —preguntó Ryan, que venía detrás de mí. Me senté con Sarah y Natalie en el sofá. Quería irme a casa, pero no podía esperar a Nat.

Ella había venido aquí a disfrutar, ¿no? —Vamos —dijo ella rápidamente como si me hubiera leído el pensamiento o era demasiado obvio… La segunda opción me parece más probable. Agarré mi vestido y me fui a cambiar al baño.

—¿William, vienes? —gritó Natalie desde alguna parte. Unos segundos más tarde se escuchó a Will.

—Sí, ahora voy.

Nos despedimos de todos y salimos. Will se sentó con detrás con Sarah, mientras que Natalie estaba en el volante y yo a su lado.

—¿De qué os conocéis, Sarah? —Preguntó Will con curiosidad cuando Natalie puso el coche en marcha. Le di una mirada asesina a Sarah. “Estas muerta” formuló con sus labios en silencio.

Sarah se tensó mientras su pequeña cabecita se preparaba para contar una mentira.

—Emmm… Nos conocimos en un parque —dijo ella con incertidumbre. Asentí con la cabeza lentamente y ella siguió. Los dos comenzaron a susurrar cosas incomprensibles. ¿De qué están hablando?

Subí el volumen de la radio, tratando de poner mi atención a la canción. De pronto, empezaron las risas. Debo decir que cuando llegamos a casa, me convertí en la persona más feliz del mundo. Me despedí de Nat, bajé del coche y corrí hacia mi casa, seguida de Sarah.

—¿Qué fue eso? —me quejé cuando entré en la casa. Sarah puso su dedo índice sobre mis labios. Ella me siguió hasta la habitación.

Cuando abrí la puerta no podía creer lo que veía. —¡Mike! —grité por la casa. Un grito se escuchó desde abajo. Mi habitación estaba patas arriba.

—¡Te vas a enterar, voy a por ti, pequeño bicho! —dije mientras bajaba por la escalera haciendo resonar mis pasos.

—¡Mamá vuelve hoy, mocoso! —corrí hasta Mike, quién estaba en la encimera de la cocina. Furiosa lo agarré y lo cogí como un saco de patatas por encima del hombro. Caminé hacia el baño, le dejé al suelo y cerré la puerta con llave.

—¡Mamá! —gritó alargando la a. Lo dejé allí y subí a mi habitación. Me tiré en la cama dónde la estaba Sarah.

—¿No te parece muy duro? —preguntó ella riendo. Suspiré.

—Sólo tengo que pensar en cómo voy a limpiar todo esto —murmuré. Sarah se incorporó y corrió hacia su maleta.

—A las tres tengo que volver a casa —dijo rebuscando en su maleta. La ayudé un poco y luego me dediqué a mis cosas. Lo último que me quería era una larga noche para limpiar mi habitación. Con suerte Mike estaba en el baño y tendrá allí el inodoro, bueno, al menos no se mojarán sus pantalones...

—¿Qué harías si Will se acordara de ti? —preguntó Sarah de repente. Por un momento me quedé helada.

—Me gustaría ir a que me enterraran —dije finalmente, bostezando—. En serio, es una de las peores cosas que pueden pasarme.

La rubia cerró la cremallera de la maleta. —¿Por qué es tan malo? Creí que estabas sobre él —bromeó ella, riendo. Le di un empujón.

—Él es mi vecino, y que por alguna razón tengo que verlo todos los días —dije negando la cabeza—. ¿Quieres que te lleve a la estación?

—Primero quiero tomarme una ducha, si no te importa —dijo con una risa. Se había dado cuenta de que quería cambiar de tema.

—Vale, date prisa, que yo también quiero.

—Y saca a tu hermano, que me siento mal por él… —suspiré fuertemente y asentí. Sarah se fue a la ducha y yo bajé a por Mike.

—¿Has aprendido la lección? —le regañé.

—Fue la idea del viejo abuelo —dios mío, esa familia es simplemente… imposible.

Cuando Sarah salió del bañó, entré yo inmediatamente.

Acompañé a Sarah a la puerta. —La estación está a unos quince minutos. Podemos ir caminando.

Una vez a la estación, nos despedimos. —Adiós —le dije cuando nos separamos de nuestro cálido abrazo.

—Ya te echo de menos, y todavía no me he ido… —le sonreí.

Sarah se fue y yo volví a casa. Fui directamente a mi habitación, me acurruqué en la cama con el laptop.

—Pro fin… hay paz —murmuré satisfecha. Los últimos días habían sido difíciles.

Las horas pasaron, ya había oscurecido. Mi madre no había vuelto aún. Cogí el móvil para escribirle a Sarah.




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