—Mamá, ¿qué es esto? —pregunté sorprendida cuando vi una caja enorme en medio de la sala de estar. Corrí hacia la caja y la abrí. Todo lo que podía ver era una espuma de color negro.
—La nueva televisión y armarios para la sala de estar.
—¿Podrías ponerlo? —Esto sonaba más a una orden que pregunta,
—Mamá, las cosas son enormes... Olvídalo —contradije de inmediato—. ¿Por qué no lo hace papá?
—Vuelve muy tarde.
—¿Y no puedes esperar hasta entonces? —La miré escépticamente. Sabía que no me iba a contestar. Me gustaría lanzarle la televisión a la cara.
—Pregúntale a Olivia, no, mejor pregúntale a William —Respiré hondo y quise decir algo al respecto, pero Mike me interrumpió.
—Iré a preguntar —gritó con su voz de pito mientras corría por delante de nosotros e incluso salió de la casa sin zapatos. Le gusta Will, le ve como el hermano perfecto. ¡Él debería cambiarse de familia! Enfadada, me senté en el sofá y miré hacia la puerta.
Para ser honesta no quería tener nada que ver con esta televisión.
—¿Quién necesita mi ayuda? —oí su voz llena de orgullo ante la puerta. Mike cerró la puerta detrás de él y una sonrisa muy amigable Will entró en nuestra casa. Su sonrisa daba miedo, nunca lo he visto sonreír así antes.
Señalé las cajas. —Tele y armarios —dije aburrida. Por el rabillo del ojo pude ver que levantaba las cejas y me miró con curiosidad.
—¿Vamos con los armarios primero? —Me preguntó. Asentí con la cabeza y luego le ayudé a sacar las tablas.
—¿Hay instrucciones? —Preguntó de repente. Tiré las cajas, pero en realidad no había ninguna.
—¡Mamá! ¿Dónde están las instrucciones? —Grité. Ella dijo que estaban si había estrían allí.
Con un suspiro caí al suelo. —¿Martillo? —preguntó Will. Asentí y bajé al sótano para buscar el martillo entre las cosas de mi padre. Aquí todo estaba más desordenado que mi habitación.
Encontré una caja en la que había un martillo, clavos y destornilladores.
—Aquí —dije antes de darle la caja. Desafortunadamente, la caja se golpeó la cabeza de modo que lloró en silencio. Lo miré de disculpa, pero todo lo que tengo de vuelta era un movimiento de la cabeza.
—Sid, Mike y yo nos vamos a hacer la compra —dijo mi madre antes de cerrar la puerta.
Cuando éstos dos salieron de la casa, continuamos sin decir una palabra, pero como esperábamos, un enorme caos estalló en muy poco tiempo.
Cogí una parte del armario, pero de repente sentí un pinchazo y solté un grito. Will se acercó corriendo y me miró con ¿preocupación?
—Eso es una astilla. ¿Dónde está el botiquín? —Me preguntó frenéticamente.
—En el armario del baño, en la parte inferior, derecha —succioné mi dedo con la boca la boca. Will corrió al baño y volvió con una caja. Se sentó a mi lado.
—Quédate quieta —murmuró mientras trataba de agarrar mi dedo. Mordí mi labio al sentir dolor, y después de haber sacado la astilla le dejé envolver la tira alrededor de mi dedo. Pero antes de hacerlo, todavía con la cabeza inclinada sobre mi mano, sentí como algo cálido envolvió mi dedo. ¿William Morree me está chupado el dedo?
—Lo siento —murmuró Will, apenas audible. No estaba segura de lo que había hecho porque yo y pido, que quería ser reacios. No sabía muy bien qué hacer ahora. Podía sentir el bombeo de la sangre en los dedos y simplemente no podía dejar de pensar en lo que había hecho.
—Continuemos —dije finalmente.
—¿Ahora la televisión? —Asentí y juntos la pusimos. Era mucho más grande que nuestro viejo televisor y, sin embargo, parecía más ligero.
Cuando Will se iba a ir, se detuvo en la puerta. —Lo siento de nuevo por lo de antes —regaló con una mirada.
—No… No tienes por qué disculparte… —contesté.
—Eso es verdad. Creo que me debes una —dijo antes de darse la vuelta y entrar en su casa. No había pensado esa respuesta, pero ¿qué más podría haber esperado de Will?
Y ahora estaba sola... Todo lo que hice fue mirar mi dedo. Realmente no quería pensar en ello, pero ¿cuándo me dejarán en paz mis pensamientos?