—Papá, es mi culpa. Por mi culpa, ahora mamá tiene que ocuparse de esta familia sola y podemos terminar en la calle —apreté los labios—. Así que empezaré a trabajar.
De repente, la puerta de mi habitación se abrió de par en par.
—¿Qué estás haciendo? —Preguntó Mike con una expresión escéptica—. ¿Estás hablando con el espejo? —Enfadada, corrí hacia él y lo empujé fuera de la habitación.
—¡No es de tu incumbencia! —Grité antes de darle un portazo en la cara otra vez.
Me dejé caer en la cama con un fuerte suspiro y puse mis manos sobre mi cara.
—Estoy jodida —murmuré con voz temblorosa. Podría irme de aquí. Coger el primer vuelo a Los Ángeles. Exacto, Los Ángeles es una muy buena idea. Todo lo que tengo que hacer es unirme a una banda clandestina para que nadie me encuentre... ¿Por qué no acabo de aceptar el dinero?
Cogí mi móvil llena de pánico y marqué el número de Sarah.
—¿Sarah? —susurré.
—Estoy condenada en una cena familiar. Apúrate, ¿qué pasa? —Tomé una respiración profunda.
—¿Te acuerdas de Mae? La rubia, rica… —dije rápidamente.
—Sí, ahora ve al grano —dijo sin rodeos.
—¿Cuándo puedes venir? —Se mantuvo en silencio por un tiempo.
—Sid, estamos en miércoles y mañana tengo clases. Así que solo el viernes —negué con la cabeza apresuradamente, aunque ella no podía verlo.
—Tienes que venir de inmediato. ¡Mejor ahora! —Se hizo silencio.
—Sarah, guarda tu teléfono —escuché decir a su madre.
—Sidney Collins eres la peor mejor amiga de la tierra. —Hizo una pausa—. Veré que puedo hacer —dijo antes colgar. Sonreí, Sarah se lo va a pensar, es decir, que vendrá.
¿Pero qué pasa si Mae es la hija de un jefe de mafia? Rodé en mi cama hasta que me caí en el suelo.
—¡Ay! —Grité de dolor. Me puse de pie y me miré en el espejo otra vez, como hace unos minutos.
—¡No! —¿Y si ella es una agente espía con la misión de matarme? No me rendiré sin luchar. Levanté mi puño y miré con confianza mi reflejo.
—¿Con qué tipo de cosas pasas tu tiempo libre? —Escuché la voz de Mike detrás de mí, otra vez.
—¡Llama antes de entrar! —Grité enfadada, pero antes de que pudiera cerrar la puerta de nuevo, esta vez me dijo que la comida estaba lista.
Bajé y con el ceño fruncido, me senté en la mesa. Removí los fideos que había en mi plato con el tenedor.
—¿Has pensado a dónde quieres ir durante las vacaciones? —Preguntó mi padre. Negué con la cabeza.
—Una cosa sé con seguridad. Francia no... ¿Qué hay de Tailandia? Está muy lejos —sugerí.
—Si tienes más de 5.000 dólares listos, ¿por qué no? —contestó mi madre. Unos escalofríos me recorrieron la espalda. ¿Por qué tenía que decir cinco mil dólares? ¿Por qué no seis mil o diez mil? No, ella tenía que decir cinco mil.
—No tengo hambre —murmuré mientras me levantaba y volvía a mi habitación.
Me cogí mi mochila y me senté en la cama. Saqué los libros para hacer los deberes que nos habían mandado. Pero no podía concentrarme, tenía la cabeza en el asunto ese de Mae la malvada.
Por el momento, tenía la ventaja de que Phoebe estaba de mi lado y Mae está tan desesperada que me ofreció dinero. Eso también significa que Natalie, Ryan y William de alguna manera me quieren como “amiga” o “compañera”, ¿verdad?
Mae era peor que cualquier madre malvada en cualquiera de las malditas películas de Disney, series o novelas románticas del mundo. Mi vida solo está experimentando un melodrama. Luego, seré secuestrada. Lo veo venir.
Enojada, miré el libro de literatura y finalmente tiré el libro en la cama, un poco lejos de mí. Enfadada, recogí las hojas y volteé las páginas en segundos.
—¿Por qué tengo que estudiar eso? Ugh, es horrible —susurré. Tenía un humor de perros desde aquella pequeña reunión de Mae la malvada.
Cuando Mae puso sus cartas sobre la mesa, tendría que haber hecho algo para evitar esta situación. Pero para eso necesitaba Sarah. ¿Ella podría venir antes de que muera?
Tengo que arreglármelas e impedir que le despidan a mi padre. Cerré los ojos y pensé. Mae quería crear su primera marca de moda, ¿no? Esa podría ser mi oportunidad. Creo que ya tengo la idea perfecta.
***
Cogí el móvil y llamé a la persona que nunca creí que me podría ayudar.
—¿Melanie? —dije cuando contestó la llamada. Salí al balcón, ya estaba oscuro.