My stupid neighbour

Capítulo 29

—¿Y qué hay de Caleb, Sid? —Me preguntó Will después de un rato, aun sosteniéndome entre sus brazos, lo cual no era la única razón de mi corazón acelerado, quiero decir, estábamos atrapados en un ascensor.

—Nada. Solo íbamos a jugar un juego después de clases… como hacen los amigos —le dije.

Suspiró y fijó su vista al suelo. —Deberíamos haber prestado atención al letrero de fuera… Este es un ascensor para una persona… Y teóricamente, el cubo lleno de agua también puede considerarse como una maldita persona... —refunfuñó.

—¿Crees que va a venir? —Dije, asintiendo mientras golpeaba mi cabeza en su barbilla varias veces.

—Sí… Eso creo.

—El desfile de Mae… ¿Irás? —Preguntó de repente, me reí suavemente.

—Claro que no.

De repente, el ascensor comenzó a moverse nuevamente y fuimos al último piso.

—¡Por fin! —exclamé sorprendida.

Will también pareció sorprendido cuando las puertas se volvieron a abrir.

—Debe haber sido un error o algo… —murmuró confundido. Salimos lentamente y comenzamos a limpiar a paso de tortuga.

Esta vez tuve que correr con la estúpida fregona como un mono.

—Si no fueras tan dormilona, no tendríamos que estar haciendo esto —se quejó Will mientras caminaba detrás de mí con el cubo.

—¿Sabes qué? ¡Fue tu estúpida idea! —Siseé mientras limpiaba el piso.

Will se echó a reír. —Sidney…

—No me llames Sidney. ¡Suena raro!

—¿Sabes que eres muy terca y gruñona? —Negué con la cabeza apresuradamente.

—No, no lo soy, pero solo tú haces que lo sea —Y así continuamos durante las tres siguientes horas. De alguna manera… Lo disfruté, ¿cómo podría describirlo? Fue divertido pasar tiempo con él. Disfruté de nuestras discusiones sin sentido sobre cualquier tontería.

Cuando acabamos dejamos el cubo y la fregona en sus respectivos sitios.

—Pregunta —Dije.

—Dispara —dijo Will riendo.

—¿La primera impresión o el carácter? —Le pregunté por curiosidad. De repente quería saber si se fijaba más en el carácter de una persona o por su atractivo.

—Mmm, creo que la primera impresión... ¿Tal vez algo de los dos? Quiero decir, no te empieza a interesar una persona de repente que no es… atractiva. Si no te llama la atención es un poco difícil fijarte en el carácter —hizo una pausa—. Había una chica… Ella fue la única que destacó por su comportamiento torpe y no por su apariencia. Porque ella era bonita. Y ahí es exactamente donde cometí un gran error. Simplemente la rechacé sin llegar a conocerla mejor. Ella se declaró y eso hoy en día no ocurre tan a menudo. Las chicas solo quieren acostarse conmigo. Todo lo que realmente sé de ella es que era una persona muy agradable. Ni siquiera sé su nombre... Y ¿por qué te estoy diciendo esto? —Comenzó a reír y se pasó la mano por el pelo—. De todos modos, espero no volver a hacer eso en el futuro —agregó.

—¿Qué harías si esa persona vuelve a ti? —Pregunté, porque de alguna manera necesitaba saberlo.

—Probablemente saldría con ella —dijo de repente. Estas palabras me dejaron aturdida.

Podría decirlo ahora e incluso de esta manera podríamos estar juntos, pero no lo dice.

—Qué ingenuo. La gente puede cambiar mucho —dije riéndome en cambio, antes de que nuestros caminos se separaran

—Hasta mañana —dije mientras nos dábamos dos besos. Y entré en la casa. Me quité los zapatos para poder ir directamente a mi habitación y encender mi portátil.

Ya eran las cuatro. Mierda, todavía tenía que instalar el maldito juego. Le di al botón para encender el ordenador mientras miraba mi móvil.

Vi que tenía un mensaje de Caleb que me decía su nombre de Skype.

Miré rápidamente la pantalla del ordenador, y mierda...

—¡Ugh! —Grité enojada. Se estaban instalando las actualizaciones.

Cuando por fin se encendió, entré en el programa de Skype, pero éste también comenzó a descargar actualizaciones.

—Joder —dije impaciente.

—¿Qué estás haciendo? —Preguntó de repente mi hermano.

—No te importa —dije ignorándolo.

El programa se abrió después de unos largos minutos. Agregué a Caleb y enseguida me llegó una videollamada.

—Hey —Caleb y Leve me saludaron al unísono.

—¿Ya descargaste el juego? —Preguntó Caleb.

—Emmm, no, todavía no —tartamudeé.

De repente, me enviaron un enlace. Hombre, qué rápido. Hice clic en él y poco tiempo después instalé el juego en la computadora.




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