My stupid neighbour

Capítulo 35

Dos semanas, tan solo faltan dos semanas para ir de viaje a Tailandia. Con ellos. Con William y su familia. ¿Por qué mis padres tenían que ser tan “amables”? A veces tengo ganas de estrangularlos. ¿No ven lo que han hecho? No me hablo con Will desde el “incidente” de Mae. Aunque él ya se disculpó varias veces. Me gustó que fuera detrás de mí, pensé que no lo haría, que le daría igual. Pero al parecer no es así, me demostró que le importo. Y bueno, eso me hizo sentir bien.

Suspiré y seguí caminando rumbo a casa de Ryan, tenía que hablar de varias cosas con él. Así que cuando llegué a su casa, pulsé el botón del timbre. Después de varios segundos escuché como alguien abría la puerta.

Ryan me abrió la puerta y miró con el ceño fruncido.

—¿Qué haces aquí, Sid? —me preguntó.

—Tenemos que hacer un trabajo juntos —mentí—. Además, te envié un mensaje.

—Lo siento, no me di cuenta —se disculpó y pasó la mano por su pelo revolviéndolo.

Justo cuando entré en su casa un chico recién duchado salió con una toalla alrededor de la cintura, con pequeñas gotas de agua recorriéndole el cuerpo y el pelo rubio.

—¿Quién es esa, Ryan? —preguntó el chico rubio.

—Es solo una… amiga —contestó Ryan. El chico se adentró en una de las habitaciones—. Sid, ahora no es un buen momento, ¿hacemos la tarea en otro momento?

—Esto… tenía que hablar contigo de unas cosas —dije finalmente.

—Me pillas en mal momento —susurró.

—Está bien, me voy, pero un día tenemos que quedar para hablar —le dije con una sonrisa. Él asintió con la cabeza.

Me despedí de él y empecé a caminar sin rumbo. Menudo sábado, qué aburrimiento…

Saqué el móvil y me coloqué los audífonos. Mientras buscaba una canción en el móvil, choqué con una persona y de repente sentí un calor desagradable recorrerme el pecho. Cuando miré hacia el lugar que me quemaba, me di cuenta de que había una mancha de café caliente en mi camiseta. Levanté la vista para encontrarme con unos ojos verdes, William.

—¿Por qué hiciste eso? —pregunté molesta.

—Oh, mierda —murmuró—. No lo hice a propósito. Además, caminabas muy rápido y sin mirar delante. No te quejes.

En lugar de disculparse y preguntarme si estoy bien, me suelta toda esa mierda. Este hombre…

—Por cierto, ¿vienes de casa de Ryan? —preguntó frunciendo el ceño.

—Sí, y te recomiendo que no vayas… Él está ocupado —le aconsejé. Dios, ¿y cómo voy a cambiarme de ropa ahora? Mis padres han ido a un partido de fútbol de Mike, y por desgracia no tengo llaves. Ni siquiera puedo ir a casa de Phoebe porque está fuera de la ciudad.

—¿Vas a ir así? —preguntó Will.

—¿Qué quieres decir?

—¿No quieres cambiarte o algo? —dijo.

—No tengo llaves de casa —dije haciendo un puchero.

—Podrías entrar desde el balcón de mi habitación —sugirió.

—No… Cambié la cerradura —dije con una sonrisa.

—Oh, pues ven a mi casa, te puedo dejar algo de Liv —propuso.

Normalmente, habría dicho que no de inmediato, pero no me quedaba otra, y, además, podría matar el aburrimiento con él.

—¿Te importa si vienen algunos amigos? —preguntó encogiéndose de hombros.

—Es tu casa —murmuré.

Juntos, nos dirigimos hacia su casa, que estaba justo al lado de la mía. Cuando Will iba a abrir la puerta escuchamos algunos ruidos provenientes de la casa.

—Bueno, ya están aquí —dijo mientras entraba en la casa. De repente una lata vacía de Coca-Cola pasó volando por el costado de Will.

—¿Qué demonios está pasando aquí? —preguntó Will gritando. Todos los que se encontraban allí se giraron. Había cuatro personas.

La chica que tiró la lata se cubrió la boca con las manos y abrió mucho los ojos mientras soltaba la camiseta de un chico. Parecía un poco mayor que nosotros y tenía el pelo azul. También había otros dos chicos, gemelos, idénticos.

—H-hola —tartamudeé cuando me di cuenta de que todos los amigos de Will me miraban. De repente, empezaron a aplaudir.

—Por fin te has conseguido una chica, Willy —dijo la chica del pelo azul.

—Deben haberse tomado un poco demasiado a pecho el café —comentó uno de los gemelos. Todos los demás empezaron a reírse, pero Will sólo suspiró.

—Llamo a esta gente amigos. Voy a buscarte algo para que te lo pongas. Ponte cómoda —Asentí con la cabeza. Pasé por delante de los amigos de Will y me senté en el sofá. Los cuatro se pusieron a mi alrededor y me observaron.




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