My true love

CAPITULO 3: Chismecito, chismecito que buen regalo me has dado…

Nunca imagine que ella vendría a la empresa. Ella siempre dijo que eran asuntos de los dos, como todo un desobediente nunca le hice caso, ahora tengo muchas consecuencias en mi vida. Aún recuerdo las palabras que le dije, siempre recordaré su mirada rota, esos ojos que siempre reflejaba amor ahora me mira con odio o eso creo.

Jack y Nancy se sorprendieron bueno entiendo de Jack porque nunca se imaginó su gran cambio de ella, ahora Nancy trataba de ocultarse, disimuladamente se levantó del diván, camino con pasos silenciosos hacia la puerta para luego salir del lugar.

─ Que tratas de ocultar señorita Nancy ─ pensé.

Miré a Jack simplemente obtuve como respuesta un encogimiento de hombros.

Con unos movimientos de ojos le decía que saliera de la oficina sin entender bufe, avance a grandes zancadas hacia él. Tome su muñeca. Con una elegancia épica le, dejé afuera de la oficina.

Gire sobre mis talones para mirarle. Sin embargo, ella con pasos seguros avanzo hacia a mí. Enarco las cejas. Como si fuera que me estaba preguntando: “¿Asustado Steven?” Con sus delicadas manos arreglo mi corbata. Siempre era lo mismo cuando vivíamos juntos.

─ Me encanta la expresión de cómo me recibes ─ sonrió ─ aún más te vas a sorprender cuando te cuento un chisme.

─ Te desapareces muchos años, luego apareces como si nada.

─ Tengo mis razones, aunque hay otras personas que también lo tienen.

─ ¿Otras personas? ─, pregunté con curiosidad.

─ Sí. Durante estos años comprendí mucho por qué las personas cambian, siempre ocultan un secreto, mejor dicho, muchos secretos ya sabes a lo que me refiero.

─ Perfectamente sé de qué te refieres.  

─ Ambos cambiamos Steven.

─ Entonces dime cuál es el chisme.

─ Pues chisme llegara en 1, 2, 3.

Las puertas de mi oficina se abrieron bruscamente. Debía de sospechar que ella nunca anda sola. Si no fuera por mi sagrado asiento estaría besando al suelo. Lo diré nuevamente. Hoy no es mi día.

─ Valla, valla a quien tenemos aquí ─ hizo tronar sus dedos ─ no me mires con esa cara, ya te imaginaras porque vine ¿No?

─ Primero, es mi única cara que tengo. Segundo, hace mucho tiempo estuve preparado para esto.

─ Te sugiero que proteges esa carita linda.

No tuve tiempo de protegerme, el idiota me dio el primer golpe.

─ Esto es porque la hiciste llorar demasiado.

 Otro golpe en el estómago que quede sin aire por unos segundos.

─ Esto es porque fuiste un cobarde de mierda.

Otro golpe nuevamente en la mejilla.

─ Esto es por tu maldita esposa.

Finalmente caí en el suelo quería creer que se cansó. Estaba tan equivocado. Empezó a darme muchas patadas. Sentía que mis huesos estaban rotos.

─ Basta de golpes que lo dejaras inconsciente.

─ ¡Pf! Siempre arruinas todo

─ No me busques porque quedaras peor que el

Escupí la sangre que estaba acumulada en mi boca, con toda la debilidad de mi cuerpo me levante, camine despacio hacia la pequeña sala.

─ Ya recibí muchos golpes por hoy ─ la mire ─ gracias por tu ayuda, aunque sea tarde.

─ Quería verte como te golpeaba aun así tengo mi corazoncillo eso significa que te aprecio mucho.

─ Aja. Sí que le aprecias mucho ─ dijo él con un mal humor.

Reí un poco, ya que el dolor en mis costillas no me permitía. Sí que me han dado como un costal de papa.

─ Sí que le has dado con toda tu furia ─ me tomo del brazo ─ te llevaré a un hospital no quiero ir a la cárcel por culpa de un ser despreciable como tú

─ Dirás a un veterinario.

─ ¡Basta! ─ grité ─ admito que soy despreciable, animal, etc. Solo llévame al hospital.

Con ayuda de ella y de él salí a rastras. Todos los empleados estaban sorprendidos de como yo estaba.

─ ¡Hagan su trabajo par de inútiles! ─. Grito ella

Me dirigió un auto negro que reconocí rápidamente.

─ Tú eras la loca que me saco el dedo del medio.

─ ¡Claro que sí! ─ grito feliz ─ tuve la oportunidad perfecta que no quise desaprovecharla.

─ Claro que ustedes no desaprovecharían.

─ Pues él siempre quiso venir para acá y darte unos buenos golpes.

─ Ya lo hizo ─ reí con dolor.

─ Ahora James esta muy contento ─ dijo ella apuntando al copiloto.

─ Tu también Sofía, entonces el niño que bajo del auto es mi…

─ Tu sobrino, Louis ─ respondió James




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