1er Día de Navidad

Eran las ocho de la mañana en punto cuando BaekHyun llegó hasta su lugar de trabajo. Saludó a la recepcionista con una simple venia antes de pasar su identificación por el sensor, entrando al edificio.

Muchas personas corrían de un lado para el otro, llevando bandejas repletas de vasos de café, vestuarios recién sacados de la tintorería, maquillaje y productos para el cabello, entre otras cosas. Trató de esquivar a todo aquel que pudo para lograr coger el ascensor antes que este se cerrara en sus narices y saludando en general cuando hubo entrado.

La temporada navideña era una de las peores dentro de SM Advertising, la reconocida agencia de publicidad y merchandasing en la que trabajaba BaekHyun, en una plaza de diseñador gráfico senior para el departamento creativo. Bajó en el tercer piso, atravesando la puerta que indicaba su sector de trabajo, encontrándose con una escena peor a la que había presenciado en la planta baja.

Rodó los ojos, esquivando el café derramado del primer escritorio y levantando bien sus pies para no pisotear a JongHyun, quien yacía sobre el piso. BaekHyun nunca supo si al tipo le gustaba dormir ahí o simplemente padecía de desmayos repentinos, ya que pasaba ahí la mayoría del tiempo.

Logró llegar hasta su escritorio después de esquivar las guirnaldas que SeoHyun había colgado en el techo hacía una semana, argumentando que era su deber como departamento creativo el ser los primeros en decorar acorde a la época. Nadie le hizo caso, a decir verdad, aunque había logrado convencer a otras de sus compañeras de trabajo para ayudarle.

Encendió su ordenador, tratando de enlistar en su cabeza todas las cosas que debía hacer. Todavía no había terminado de hacer el manual de marca para la nueva empresa que había acudido a los servicios de SM Advertising, solicitando un refrescamiento de logo, aunque eso no era la más grandes de sus preocupaciones.

BaekHyun ya no sabía cuántos árboles de navidad, fotografías de esferas navideñas, renos y brillos había visto en las cantidades industriales de propuestas para vallas publicitarias y mupis que había recibido en las reuniones del departamento por parte de sus juniors a cargo, para que luego, la mayoría fuesen rechazadas por el director creativo.

No era eso lo que le molestaba, la verdad, estaba acostumbrado al rechazo; no porque su trabajo o el de sus inferiores fuese malo, sino porque así era ese mundo.

Suspiró.

Esa mañana debía concluir la propuesta para la nueva campaña de una reconocida marca de productos de belleza, sin embargo, acababa de recibir un correo electrónico de parte del departamento de fotografía, informando que se habían retrasado con la sesión fotográfica y daría inicio hasta después del mediodía de ese mismo lunes.

¿Cómo matar a tu jefe y compañeros de trabajo y vivir para contarlo?

Buscó en internet, no obstante, cerró la ventana rápidamente cuando sintió a alguien parado detrás de él, quien seguramente había alcanzado a leer algo.

—No creo que esa sea la solución a tus problemas. —comentó la voz detrás de él con un deje de diversión. Giró su silla para encontrarse con el dueño de aquellas palabras. —Buenos días, BaekHyunnie. —sonrió.

—Puede que no sea la solución, pero me haría sentir mejor. —argumentó. ChanYeol dejó escapar una pequeña risa en complicidad, haciendo que el corazón de BaekHyun se acelerara sin motivo aparente, disimulándolo con éxito.

—¿Recibiste el e-mail? —preguntó. BaekHyun se limitó a asentir.

—¿A ti también te enviaron uno?

—Sí. Nos encargaríamos de producir un corto publicitario con las tomas de la sesión, por lo que ahora, nos hemos retrasado nosotros también.

—Ya veo. —comentó formando un puchero inconsciente con sus labios. —Deberíamos destruir al departamento de fotografía, siempre es culpa de ellos.

—Si tú lideras la revolución, sabes que te sigo. —rió. BaekHyun se unió a él rápidamente mientras trataban de moderar el sonido de sus voces. —Ten un lindo día, Baek. —dijo finalmente, conjurando una suave sonrisa que siempre tenía preparada para el castaño.

—Tú igual, Yeol.

***

Apartó su mirada de la pantalla luego de tres horas de estar editando una de las fotografías que SeHun le había enviado. No sabía en qué momento había anochecido, sin embargo, no podía dejar el trabajo sin concluir ni darse el lujo de irse a su apartamento a descansar, debido a que la fecha límite estaba cerca.

Estiró su cuerpo como pudo, aún sobre su silla, decidiendo levantarse un momento y bajar a ver si había algo que llamase su atención en la máquina expendedora del segundo piso. Joder, realmente deseaba un vaso de chocolate caliente, como ese que suelen vender en esas épocas y que nadie sabía que le gustaba porque no se atrevería a admitirlo.

Bajó por las escaleras para quitar esa sensación de entumecimiento en las piernas, percatándose que media agencia seguía trabajando a pesar de ya haber pasado la hora de salida. No era nada extraordinario, pero eran esa clase de situaciones las que hacían preguntarse a BaekHyun, qué hacía con su vida.

Al menos no trabajaba en una imprenta, recibiendo trabajos mal maquetados con diagramaciones horribles de estudiantes de diseño de primer año, se dijo.

Un gruñido salió de improviso desde lo más profundo de su ser cuando llegó hasta su destino. La máquina estaba averiada con un horrendo rótulo de “fuera de servicio” pegado sobre el cristal. Regresó resignado a su puesto de trabajo, prometiéndose que no confiaría nunca más en su empresa, pues esa no era la única máquina averiada en el edificio.

Restregó sus ojos, preparándose para la nueva sesión de trabajo, hasta que divisó un vaso de cartón al lado de la pantalla del ordenador. Frunció el entrecejo, extrañado porque él no había sido quien había dejado eso ahí.

Cuando lo tocó, verificó que contenía algo caliente. Estaba a punto de preguntar quién había dejado un café ahí de casualidad, pero la nota adhesiva pegada sobre la tapa del vaso, lo detuvo.