Se dedicó a observar a cada uno de los presentes, paseando su mirada casualmente entre la mesa de conferencias y la diapositiva proyectada en el pizarrón de cristal. Todos escuchaban con desinterés bien disimulado al director creativo, quién mostraba las últimas gráficas de feedback con orgullo.
Reprimió el séptimo bostezo que amenazaba con salir a luz, observando su reloj, que marcaba las tres menos quince de la tarde. Sí, había perdido su hora de almuerzo por culpa las grandiosas ideas revolucionarias de Coca-Cola y su excelente aceptación en todo el jodido universo.
BaekHyun nunca había odiado tanto a la bebida con la que solía intoxicarse cada treinta minutos desde que tenía uso de razón, sin embargo, no odies el concepto ni el producto, odia a tu jefe, se repitió una vez más en su cabeza.
JunMyeon, el jefe creativo, seguía animadamente hablando sobre las proyecciones a futuro si el departamento seguía funcionando tan bien como lo había estado haciendo hasta la fecha, asegurando por otro año más, a un cliente tan jugoso como la compañía de bebida carbonatada. El castaño creyó que quizás el tipo era una piedra, un robot o alguna especie de ser inmune a las necesidades fisiológicas básicas como comer.
Joder, como ansiaba BaekHyun comer en ese momento y se deprimía de solo pensar que debía esperar tres horas más para su hora de salida porque a su empresa no le importaba si el director creativo los había secuestrado, privándolos de la hermosa, deliciosa y vital comida. No, ahora se jodía igual que todos en esa habitación.
Suspiró, pensando nuevamente en el par de guantes que yacían en el bolsillo izquierdo de su abrigo sobre la silla de su escritorio fuera de la sala de conferencias en la que estaba. Había despertado su curiosidad el estilo de letra sobre las notas, porque era incapaz de reconocerlo. ¿Quién se tomaría tantas molestias para dejar un par de cosas por ahí en su escritorio? Puede que fuese alguien que no conocía, o quien no trataba a menudo, pero le desconcertaba de igual manera.
Despertó de su ensoñación con el sonido robótico que salió del portátil de JongHyun, sentado a su lado. Todos voltearon a verle casi de inmediato, logrando que el hombre se sonrojara y empezara a dar pequeñas inclinaciones de cabeza, disculpándose por la interrupción. JunMyeon lo fulminó con la mirada antes de seguir con la cátedra que BaekHyun ya había recibido años atrás en la universidad.
Rodó los ojos mientras observaba de reojo, cómo JongHyun seguía con su partida en aquel videojuego que llevaba siendo el foco de su atención durante toda la reunión. Su estómago seguía reclamando por comida, alimento o siquiera, agua; su cabeza decía que no debía matar a JunMyeon, no podía ir a prisión y ser una lacra de la sociedad que se mantenía a base de los impuestos de los ciudadanos responsables de Seúl.
…Quizás estar en la cárcel no era tan mala idea… ¡No! ¡Concéntrate, BaekHyun!
—No olviden resaltar la unión familiar, compartir y la magia navideña para la última campaña del año. —comentó. —Eso que significa que tienen menos de diez días para presentar las propuestas finales y listas para imprimir. —inquirió JunMyeon después de veinte minutos. —¡Largo!
Dicho y hecho, todos se levantaron en automático de sus asientos, agradeciendo a los dioses por finalmente liberarlos de su tortura.
—El tipo está demente. —comentó luego de un suspiro, LuHan, caminando a su lado. —¿Viste su rostro? Creo que si Coca-Cola fuese una mujer, se casaría con ella. —BaekHyun rió sin poderlo evitar.
—Estoy muy seguro de eso. —concordó. —Aunque no pude concentrarme en su historia de amor porque tengo hambre. Joder, ¿siquiera sabe lo que es ir al baño? —se quejó mientras atravesaban la puerta de su departamento. —Isi signifiqui qui tiinin minis di diiz diis. —se burló abiertamente, haciendo reír al rubio antes que cada uno se dirigiera a su respectivo escritorio.
No tardó mucho en notarlo ésta vez. Un bolso negro yacía sobre su escritorio con otra nota adhesiva del mismo color y con el mismo tipo de letra sobre ella, escrita con un marcador negro.
“Sé que esta vez no depende de ti, pero igualmente, debes alimentarte bien. Seguramente tienes hambre, por lo que no te entretengo más. ¡Come bien y ten una feliz navidad, BaekHyun!
P.D: Creo que JunMyeon está loco.”
Soltó una sonora carcajada ante lo último sin percatarse hasta dos segundos después, retomando la compostura y abriendo la bolsa térmica. Sacó el depósito de tres niveles, aún seguía tibio cuando lo tomó entre sus manos y abrió el primer depósito con cuidado.
Como lo sospechaba, se trataba de un doshirak*.
Acomodó los tres depósitos sobre su escritorio, sacando los palillos que seguían dentro de la bolsa térmica y echándole un vistazo a su comida. Una porción generosa de arroz en un solo cuenco; verdura tempurizada, rollos de huevo con espinaca y pollo frito tradicional con semillas de sésamo en el segundo depósito y kimchi con algunos mandus en el último.
Trató de no sentir aquel nudo en la garganta cuándo se percató que era de la misma manera en la que su madre solía hacerlo cuándo vivía con sus padres, pero la nostalgia que lo rodeaba en ese momento era demasiada, no obstante, se sintió agradecido por sentir que, por primera vez en mucho tiempo, le importaba a alguien.