CAPÍTULO 4: PODER INUTILIZABLE

No es un secreto que me sienta tan triste por aquellos que tienen más que yo, nadie sabe de lo que pienso, pero al menos sé que puedo ser especial.

- ¿Cómo te fue hijo? –Pregunto la madre como siempre cada vez que su hijo llega de la escuela, con un tono natural.

- Como siempre… - Respondí habitualmente, significaba normal, sin importancia, pues, aunque sea mi madre no suelo quedarme para contarle mi día o si bien no le digo si me fue bien, más o menos, o mal, nada de eso me importaba. Además de que no le diría lo que acababa de experimentar…no quería hacerlo de todos modos.

Llegaba cansado, pues lo habitual en un día normal es llegar a casa, quedarme en cama como si fuera un cadáver sin vida, si bien puedo ver la televisión y hacer mi tarea como siempre.

Mi madre me permite hacer lo que quiera porque siempre tengo buenas notas en la escuela, incluso soy el número 1 con el promedio más alto en la escuela, lo cual es bueno para mí, pero me gustaría tener un poco más de aventura, para eso suelo practicar mis habilidades sobrenaturales.

Recuerdo cuando los utilicé por primera vez fue de manera sorpresiva, pues nunca pude imaginar que algo así me ocurrirá, solo sabe mi madre.

I. SECRETOS 2

Otro día normal, mi madre cada sábado suele ir de compras para tener provisiones en toda la semana, Mi padre suele llevarla, pues, aunque trabaja demasiado siempre hace espacio para llevar a mi madre cada sábado sin falta, pero en esta ocasión mi padre tenía una reunión importante con sus empleados y no podía llevar en esa ocasión a mi madre, así que me toco llevarla de compras, mi padre siempre se llama el auto, así que tenemos que tomar un autobús para llegar al supermercado. Pues nada interesante que decir, estando 2 horas acompañándola a hacer las compras lo más aburrido para un adolecente, podría estar haciendo algo más productivo para mí.

En ese barrio es muy peligroso pues, ocurre un alto grado de delincuencia en dicha zona, incluso mataron a una persona por querer defenderse. A mí me enfurece saber que hay gente feliz ganándose la vida trabajando honestamente y llega una rata para arrebatarle lo que se ganó con tiempo y sudor de su frente haciendo lo posible para seguir adelante y esas ratas solo se llevan tu felicidad y amargan la vida de muchas personas, me gustaría hacer algo al respecto pero solo soy un adolecente débil, lo único que podría hacer es correr, aunque no quiera debo hacerlo o simplemente rendirme y dales lo que quieren, es eso o ganarse un escarmiento de esas ratas.

Justo cuando estaba ayudando a mi madre a llevar las bolsas de las compras como “sorpresa” nos llegó la hora por primera vez. Cuando mi padre lleva a mi madre de compras solo tienen que irse al coche y salir de esa zona de roedores que tanto la gente sale lastimada. Esta vez no era así, estaba mi madre y yo saliendo del supermercado dirigiéndonos a la esquina que frecuentemente sale el autobús que nos deja cerca de mi casa, pero bueno antes de llegar a dicha esquina en media calle, un hombre con pantalones azul decolorada, degradada, vieja y rota con una sudadera negra tapándole la cabeza junto con una gorra me llego en la espalda con algo puntiagudo dispuesto a hacerme daño si no le hacía caso.

Cuando mi madre se dio cuenta, no supo cómo reaccionar, su comportamiento era de forma preocupante y al mismo tiempo el miedo que le recorría en cada uno de sus músculos.

- Dame tu celular –Susurro en mi oído mientras me mantenía inmóvil con dicho instrumento puntiagudo el cual sabía que era un cuchillo. Me dio rabia cuando me lo dijo, quería hacer algo, pero ¿Qué?, mi cuerpo no me respondía, solo estaba caminando con el cuchillo en mi espalda sin hacer nada.

- ¡NO ME OÍSTE IDIOTA!, ¡DAME EL MALDITO CELULAR!, -Dijo el vándalo apretando un poco más el cuchillo a mi espalda, haciéndome más daño y apunto de atravesar la punta del cuchillo a la piel. Seguíamos caminando cuando lo hizo, mi madre se asustaba cada vez más, ella no podía hacer nada, si lo hacía, estaríamos muertos.

 Pude ver un poste de luz cerca e inmediatamente corrí unos cuantos pasos y me deslicé en el poste con mi mano derecha dando una media vuelta dándole una patada causando que el vándalo cayera al suelo.

- ¡MAMÁ VAMONOS! -Le dije a mi madre y corrimos lo más que pudimos, pero mi madre no podía correr mucho porque no estaba acostumbrada, tal lentitud hizo que el vándalo me alcanzara y me empujara como si un jugador de futbol americano me tacleara porque tenía el balón, esa acción hizo que cayéramos y él quedara encima de mí con el propósito de darme una apuñalada en el pecho o tal vez en la costilla, tanto fue mi descarga de adrenalina que lo hice volar literalmente lanzándolo arriba a unos 5 metros con la palma de mis manos con una ráfaga de viento directo hacia su pecho que lo impulsara hacia arriba y en determinado tiempo empezara a caer como un bulto,  cuando empezó a caer me levante rápido y cuando estaba a punto de conectar el cuerpo del vándalo con la banqueta , me aleje a una distancia aceptable y lance una patada con mi pie izquierdo conectando con sus costillas, como si fuera un karateca de cinta negra hacia la dirección de la avenida provocando un accidente automovilístico.

Cuando termino la escena de acción de una película de acción en el cual yo era el protagonista y terminara tal escena con un accidente automovilístico dejando a un vándalo en mal estado y destruyendo un automóvil de la parte delantera.

Cuando me di cuenta de lo que había sucedido, me quedé en silencio en un estado de cansancio como si me hubiera esforzado en un deporte, respiraba y exhalaba de manera descontrolada, estaba en pánico, no sabía que estaba pasando, pero definitivamente mi cuerpo reacciono a la situación creando un ambiente alterado de parte de las personas que fueron testigos del accidente, incluyendo a mi madre que estaba en el suelo mirándome asustada, pero no sabía si se asustó por el accidente o por lo que yo había hecho, lo único que pude hacer fue levantar a mi madre y abandonar el lugar. Pero... eso fue cuando tenía 15 años.