Nacida De Las Cenizas

CAPITULO II

Abre Los Ojos.

Will había pasado por casa temprano para llevarme al instituto. Normalmente iríamos juntos pero Sarah, -La madre de Will- había llegado a un acuerdo con el director Mcloughlin para que este pudiera terminar lo último del semestre en Roma desde un ordenador. Al final el director accedió a las clases en linea, así que mientras yo tenía aún mis últimos días de clase, William tenía la opción de terminarlo desde casa. Apenas había regresado y ya se sentía rutinario. Agradecía eso, necesitaba sentir la normalidad luego de mi cumpleaños.
__ Que pasa con esa cara? -Preguntó, con las manos al volante y esbozando una cálida sonrisa de las suyas.-
__ Estoy contenta... -Titubeé mirándole.-...Porque falta poco para terminar las clases.
Pareció divertirle mi comentario.
__ Claro. Las clases.
Doblamos hacia Brooks Street y dos cuadras y media después estábamos estacionando frente al East Boston High School. Me bajé, tomando mi bolso y girándome levemente hice una seña, despidiéndome. Ambos sonreímos.
Entré a mi primera clase con el profesor Jones.
Odiaba su clase de biología, el siempre llegaba antes que nosotros, derecho a escribir en la pizarra, y no te daba tiempo a sentarte que ya estaba dictando la tarea.
Tenía unos grotescos ojos redondos y saltones que intimidaban a quien se atreviese a verle más de cinco segundos. Sobre todo cuando te estudiaba por encima de sus gafas gruesas, antes de decirte alguna cosa.
Me dirigí a una de las sillas en la primera fila ya que mi asiento estaba ocupado. El idiota de Daniel Campbell me había arrebatado uno de los pocos lugares a los que la saliva del profesor Jones no llegaba cada vez que intentaba explicar algo. Ahora me encontraba lo suficientemente cerca como para salir empapada a la segunda clase. Genial!.
Hoy sería un gran día. No podía esperar a escuchar la campana y salir de allí pitando.
Lo único que me mantenía cuerda, era saber que luego del Sr. Jones tenía Historia. El profesor García era uno de los profesores más dedicados a su materia y más apasionado que había conocido nunca. Y aunque su clase casi por completo iba solo de escucharle, jamás había sentido otra cosa que interés.
Voltee mi cabeza algo disimulada a dónde solía sentarse William, él se quedaba dormido en cada clase del Sr. Jones. Sonreí levemente por el recuerdo.
En cambió una rubia algo desaliñada, con los ojos tan maquillados que parecían hundidos en sus cuencas, ocupaba su asiento.
Ella platicaba con Marcus Dankworth, la promesa del football de nuestra generación, o así le llamaba el entrenador Morris.
Yo no sabía mucho de football, salvo por la exorbitante cantidad de testosterona, sudor y cardenales que comprendían el deporte. Sin mencionar la clara necesidad de mostrarse a los demás como seres superiores, solo por el hecho de lanzar un balón.
A veces creía que le daban demasiada importancia.
La chica le sonreía tan exageradamente que me revolvía el estómago. Dos semestres en el mismo salón y apenas recordaba haberla visto nunca.
El profesor seguía explicando algo relacionado con la genética, pero mi cerebro se negaba a retener cualquier cosa que estubiera diciendo.

Entonces mi vista pasó de Marcus y la rubia a más allá de ellos dos. Detrás, un joven extraño me veía fijamente. Entrecerré los ojos observando minuciosamente cada detalle, algo en el era particularmente familiar, salvo que jamás lo había visto antes.
Su cabello oscuro y despeinado caía sobre su cara cubriendo uno de sos ojos, el otro, del color de la ceniza aún seguía clavado en mi. Me ruboricé inmediatamente cuando caí en la cuenta de que era extraño no apartar la mirada de él. Pero no podía dejar de verlo. Era hipnotizante.

Podía sentir la atracción como un flujo palpable de dos imanes que daban todo de sí para unirse. Sonrió.
Era una sonrisa seductora pero parecía sínica al mismo tiempo.
Podía jurar que lo había visto antes.
__ Señorita Eastey?
Un sonido agudo me devolvió de la ensoñación y comprendí que provenía de las risas de toda la clase. Me volteé despacio, sin comprender lo que estaba pasando, cerré los ojos. Podía sentir la mirada del profesor en mi nuca y enrojecí aún más.
__ ¿Si?
Las miradas inevitables de todos solo apuntaban una cosa y esa cosa en este momento solo quería correr y esconderse.
__ Le podría resumir a la clase lo que acabo de explicar? -Al ver mi cara de total desconcierto aclaró. No sin antes suspirar, haciendo una mueca de cansancio.- Sobre los genes dominantes y recesivos...¿En que mundo anda?
El Sr. jones me examinó inquisidoramente y luego posó su mirada en mi escritorio, donde tranquilamente reposaba el libro forrado en cuero que estaba leyendo. Este lo abrió justo donde el marca-paginas. Entonces deseé que me tragase la tierra.
Con un vistazo rápido no dudó ni un segundo en dejarme en total ridículo.
__ Así que fantasía...puedo ver en donde deposita su concentración.
No podía aguantar ni un segundo más siendo el centro de atención. Me sentía como una delincuente rodeada de puntos rojos que solo apuntaban hacia mi cabeza. Pero sin querer facilitarme el día, el profesor Jones siguió la plática en tono de regaño.
__ Le diría que a menos que quiera asistir a clases de verano, estudie. Mi clase no es recreativa, y no la pasará tan fácilmente!. - Asentí avergonzada.-
La clase estaba en un silencio expectante e incomodo. Podía sentir los ojos de todos apuñalándome sin piedad, antes de que sonara la campana y rompiera con aquel espectáculo.
Uno a uno corrieron fuera de la clase restándome importancia, como si la campana hubiera borrado los anteriores cinco minutos de sus memorias. Suspiré de alivio y recogí mis libros y apuntes cuando un torbellino color trigo se atravesó haciendo que cayeran un par de notas que llevaba.
__ Oye! -Gimoteé-
Me incliné a tomar las notas y un par de botas negras llenaron mi rango de visión, sus ojos en color plata fundida me contemplaron a corta distancia. No dijo una sola palabra.




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