Nacido de las Sombras: Cenizas de Guerra

CAPITULO 1

 

───── [ LA ORDEN SECRETA] ─────

 En un callejón cualquiera, el rasgueo de una guitarra desafinada se hacía escuchar. Una joven voz compensaba las cuerdas desgastadas del viejo instrumento.

"Aun no existe una diferencia entre el hoy y el mañana
No puedo dormir, las pesadillas nunca terminaran
Aun así, nunca olvidare la esperanza
Si la noche no termina, a donde se irá
¿Dónde se irá?
Donde se irá..."


 Así terminaba el joven Decath su canción. A su alrededor, solo una pequeña multitud arrojaba algunas monedas de cromo en una lata oxidada.

 <<Hoy me fue bien >> pensó el chico mientras contaba sus escasos veinte leks con trece orcs, lo que significaba para él una buena cena esa noche. Quizás un cuenco de pasta con salsa de vurns, o incluso un sándwich de dremun, lo mejor que podía conseguir.

 El chico se sentía ansioso, ya que no era común que disfrutara de una verdadera comida. Rara vez conseguía algo que lo llenara. Acostumbrado a comer rejuntes de las tabernas cercanas o mendigando escasos pedazos de pan en las confiterías de la zona.

 Emprendió su camino hasta la taberna de Guz' el, << ¿Secuestro? >> pensó para sí mismo, la mesa a su frente. Era ocupada por un grupo de hombres vestidos con largos abrigos negros y encajes en diferentes tonos dorados y plateados.

 Eran cazadores. Ellos hablaban de una misión especial encomendada por alguien llamado "Sparrow". << Un nombre extranjero >> pensó el joven mientras corregía la sal en su comida. Aunque los cazadores no eran asunto suyo, había algo que lo inquietaba en la conversación de esos hombres.

 << No es algo que me importe >> dijo para sí mismo, dándole un mordisco a su sándwich, << Tengo mis propios problemas >> Se replico a la par que le daba un largo trago a su refrescante bebida.

 Pocos errores cometía aquel joven. Sabía lo que tenía que hacer y donde no debía meterse nunca, pero quizás por su corta edad o simplemente por su curiosidad.

 El único error que cometía una y otra vez, era meterse en los asuntos ajenos, situaciones en las que culpaba al destino de una manera poco audaz.

 Después de unas copas, los cazadores salieron de la taberna. << Es hora de seguirlos >> afirmó el chico. Cubrió su cabello rubio con una capucha sucia y medio rota, y siguió a los hombres de abrigo negro a través de las calles empedradas del barrio bajo.

 Doblando en una esquina y pasando por la tienda de Roshark, se adentró en un callejón y dobló detrás de un contenedor. Siguió durante un largo tiempo y, cuando el olor del agua salada inundó su nariz, se dio cuenta de que estaba muy lejos de su callejón habitual, de lo que él llamaba hogar.

 Con apenas tiempo para arrepentirse o morderse la lengua, logro ver cómo los hombres entraban en un viejo depósito abandonado. Por suerte, las paredes oxidadas permitían ver algunas hendiduras por las que trepar, lo que permitió al chico ponerse más cómodo para espiar.

 Dentro del galpón, vio a los hombres y noto que algunos no llevaban el uniforme característico de cazadores. Algo extraño sucedía allí, ya que los extras que antes no estaban en la taberna estaban sentados contra algunas cajas de madera, como si estuvieran maniatados. Dudo un momento, pero finalmente se dio cuenta de que estaba viendo la captura de alguien.

 Frente a los hombres que siguió, había una figura delgada atada de pies y manos en una silla metálica. Llevaba un saco de tela sucio en la cabeza y apenas vestía algunos trapos que dejaban ver un cuerpo débil con moretones. Era evidente que los hombres deseaban hacerle daño y aunque no comprendía completamente la situación, sabía lo que debía hacer.

 Bajo con más cuidado del que había subido, bajar por roturas oxidadas de metal, era complicado estando descalzo. Imaginando diferentes escenarios donde podía reducir a los hombres adultos y bien entrenados como lo eran ellos, cazadores promedio.

 Una vez en la entrada del depósito, noto la presencia de alguien detrás de él. No era un cazador, sino un hombre de cabello negro azabache, despeinado y con ropas gastadas. Estaba fumando en una de las esquinas del lugar.

— Tranquilo... —susurró aquel hombre, alzando su mano para hacer un gesto de silencio. Continuo hablando— ¿Qué haces aquí?

— Yo quiero... —intento responder, pero el hombre lo detuvo y pregunto por su nombre.

— ¿Cuál es tu nombre niño? —La mirada de aquel tipo era penetrante y sombría.

— Mi nombre es Sith Re' min.

— Muy bien, ahora dime, ¿qué haces aquí Sith? —Volvió a cuestionar aquel hombre.

— Quiero salvar a esa persona —indico, señalando a la figura encapuchada.

 Obtuvo una pequeña sonrisa por parte de aquel hombre, casi burlona. Ambos trazaron un pequeño plan de último momento, apurado y quizás desastroso, en el que irían directo al grano, sin tiempo para errores. Sith iría por detrás de las cajas donde estaban apoyados los captores, mientras aquel hombre de último momento distraía a los cazadores.

 Cuando los cazadores estuvieran centrados en atrapar al primer intruso que vieron, tendría una única oportunidad para correr hasta la figura encapuchada, desatarla y liberarla. Luego de esto, el plan era correr como nunca antes.



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En el texto hay: fantasia épica, novela juveil, accion juvenil

Editado: 15.05.2023

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