Nunca olvidemos aquellos momentos fugaces que nos definen como personas.
Atesoremos esos momentos que nos vuelven, Humanos.
Nacidos entre las sombras.
Vulpak Cruces y Rosas
Todo es confuso, no sé cómo es que llegue a este lugar, los recuerdos que tengo son realmente vagos. Me encuentro en el despacho personal del Alfa, este se ubica en el veinteavo piso de la Torre del este. En el enorme castillo del Valle de los Lobos. Dentro de la oficina se encuentra una pequeña habitación utilizada como almacén, al que solo un par de personas ajenas tienen acceso. Donde se encuentra algo de vital importancia para mí, y sé que debo sacarlo de allí, pero no estoy seguro de que es, ni de por qué...
desde la ventana del lugar, puedo ver hacia la entrada del castillo, la noche hace horas ha caído y hay oscuridad a mi alrededor, esta vez la luna no guía mis pasos. Pero puedo verla con claridad, allí esta ella, la que se supone era mi mejor amiga… la que no me interesaba en lo más mínimo, la única que logra ponerme en este estado de confusión por todo lo que acaba de pasar.
La odio por eso.
Puedo ver las lágrimas en sus ojos y sus mejillas sonrosadas, no sé si de furia, de pena o de tristeza. Su rostro refleja mis emociones, confusión total. Duda entre quedarse o partir, la observo dar media vuelta ante la mirada atónita de mis amigos. Sale del Valle de los Lobos sin mirar atrás, sin siquiera decir adiós.
En ese momento percibo a Iris y Dante, corriendo hacia la Torre, justo en mi dirección. Pero presiento que están demasiado lejos, tiene que atravesar la plazuela. Dante levanta la vista y su mirada captura la mía, la vos de Iris me llega como un susurro.
“—Allí esta, date prisa Dan... Antes de que intente saltar.”
¿Qué? ¿Por qué querría yo saltar de un veinteavo piso? No soy un suicida….
Entonces lo recuerdo, todo esto todo... este desastre comenzó unos dos años atrás. En este mismo Valle, justo en el corazón del Vulpak, las decisiones se tomatón en esta misma oficina, desde el corazón mismo de la manada.
Dante y yo hemos sido compañeros de vida desde que salimos de nuestras madres, claro que no en sentido tan literal. Pero, somos como hermanos, y ese año cumpliremos los dieciocho años Humanos, nuevamente. Mi amigo y yo hemos compartido un montón de cosas, incluidas un par de novias o amiguitas, fumábamos, tomábamos y para ser honesto utilizamos un poco de droga alguna vez o muchas debo admitir.
La vida no había sido tan justa para ambos, aunque proveníamos de buenas familias, bien acomodadas, sin nada que nos faltara. Salvo, quizá la convivencia con nuestros padres, pero hasta aquí se parecen, solo aquí. Sus padres no participan en las actividades que lo involucren, en tareas escolares, ni siquiera los vemos cuando salimos de fin de semana del Vulpak o del Valle de los Lobos. Los mios, bueno, no existen.
Si, una puñetera vida feliz.
Todo comenzó, cuando el Alfa de la manada se vio forzado a abrir las puertas del Valle a las mujeres de la manada, hijas nacidas de Lobos o hijas nacidas de Lobos y Humanos, incluso a las hijas adoptivas en ambos casos. Debido a un reciente aumento en los ataques de los Cazadores mejor conocidos como los Venántium a ellas. Para poder albergarlas en el corazón de la manada o Vulpak se construyeron enormes edificios que servirían de dormitorios, todo lo que por años se había considerado territorio solo de los machos de la manada. Fue como si nos dieran un golpe en las pelotas con un ramo de espinas, algo más que doloroso.
Incluso el nombre del Vulpak que era el que identificaba al hogar del Alfa fue modificado, de modo que solo los de la raza supieran que era el “santuario” para todas esas jóvenes y mujeres, ¿Quién hace esa clase de estupidez con un lugar que tiene siglos de tradición? El imbécil de Alfa y su camarilla de borregos del consejo, solo porque no saben dónde tener a sus hijas para mantenerlas vigiladas.
Demasiado injusto, ¿No?
En fin, dejo de ser La Cruz Dorada, para convertirse en: Cruces y Rosas.
¿Qué mierda era eso? Pero ese no fue el mayor de nuestros problemas, ¡OH no! Mi vida tenía que complicarse más, tenía que joderse a niveles insospechados… esto se dio cuando llegaron con dos chicas, Iris Martínez y.… en especial ella. Alekssandra Vasíliev.
Por alguna justa y buena razón mi abuelo detestaba a los Humanos, y nada tenía que ver el hecho de ser descendiente de Lobos. Ese odio no iba de aspecto político, eso se lo dejaba a los Humanos. Sospecho que su odio tenía que ver con su primer amor y su mejor amigo. Pero esa historia no la conozco en su totalidad.
Alekssandra, era la chica más hermosa que había visto, unos ojos tan azules como el cielo, unos labios y un cuerpo diseñados para el pecado, y malditamente tímida. No hablaba con nadie, salvo su amiga de quien no parecía despegarse e incluso apenas si hablaba en clases, y nada más aparecía yo en escena y ella, ¡Puff! Se esfumaba. Eso provoco que perdiera el interés en ella paulatinamente, y por los dioses que debí dejar que todo se desvaneciera ante mis ojos y no mover un solo dedo.
Estúpido, engreído, crédulo.
Dentro del Vulpak se tenían escuelas o instalaciones, para instruir a los cachorros, e incluso “Meter un poco de historia y cultura en sus cabezas huecas” en palabras del segundo al mando de la manada. Pues bien, yo no tenía necesidad de utilizar dichas instalaciones, pero estaba encargado de monitorizar a los cachorros y este año a los nuevos miembros. Así que casi al final de esa segunda mitad del año, yo estaba saliendo con una chica, Patricia... Patricia no sé qué.
No era físicamente como Alekssandra, era abismalmente distinta, y en la cama era fenomenal. Incluso le gustaba que Dante participara con nosotros de vez en cuando y, no dudo que se lo tirara a mis espaldas.
Pero no finjamos sorpresa, eso ni siuiera me importaba.