Manada.
Dimitri Ruso apenas se había puesto de pie, tardo mucho tiempo en recuperarse, . Para ser un Custos más viejo que yo, de casi mil y tantos años, quince días es mucho tiempo para un Custos para sanar de una herida. Pero por fin estaba en pie, con algunas dolencias, pero en pie. Yo seguía sintiéndome responsable por lo que sucedió, y de cierta forma lo era.
Henrriette se había potado a la altura, había acogido a Patricia Caballero bajo su ala, me permitió hablar con ella hacia una semana. Me dijo que estaba bien, que la trataban bien, pero que creía que solo lo hacían para que les diera la información del Vulpak que ellos querían. Irónicamente, yo también pensaba lo mismo.
Lo que me hacía temer que, si en un tiempo no obtenían nada de ella, por las buenas… entonces tratarían de obtenerlo por las malas. Además, estaba muy consciente de que en el momento que esto ocurriera, Dimitri atacaría a los Cazadores brutalmente. Lo que sin duda desataría una terrible guerra, de modo que caminábamos sobre campo minado.
—Von der Rosen.
¡Mierda!
Conocía esa voz, sus visitas al Vulpak se estaban haciendo demasiado frecuentes.
—Ewah.
No había hablado con él desde la “fuga” de patricia, no es que lo hubiera olvidado, solo habia demasiado que hacer aun para ponerme a ello. Me volví a verlo, me encontraba frente a los jardines del ala oeste que estaban siendo arreglados y remodelados y tenía que supervisar el trabajo por un momento.
—Tenemos que hablar,
—Pues, habla.
—¿Podemos ir a casa de los Von der Rosen?
Esto sí que no me lo esperaba… Ewah pidiendo algo, sobre todo alejarse del Vulpak. Entonces, esto era serio.
—Vamos Ewah.
Nos dirigimos en silencio al estacionamiento del Vulpak, por suerte nadie se percató de que ambos subimos a mi coche y salimos de allí. Afortunadamente no había tráfico o Lobo a la vista y llegamos más rápido de lo que espere a casa de mis padres. Nos apeamos y entramos a la casa, no fue hasta que estuvimos en la sala que él comenzó a hablar.
—Tenemos un problema.
—Tenemos muchos problemas, lupino.
—Este va a jodernos la vida de formas que no te imaginas— Me dijo viéndome a los ojos, en la oscuridad de estos pude ver verdad.
—Es una sociedad dentro de la raza, es secreta y selecta…
—Déjame adivinar— Le interrumpí. —El iniciador es Isidro Taftian, y los traicionó tiempo después cuando se percató que sus conceptos y los del grupo no eran los mismos, es más se volvieron enemigos. ¿Me equivoco?
Ewah se llevó las manos a la cabeza, echando su fino cabello negro hacia atrás, despeinándolo más.
—Si— Respondió finalmente tiempo después. —¿Cómo lo sabes?
—Tengo el diario personal de Isidro Taftian, quien resulta ser mi tío de sangre.
—¿Estas tomándome el pelo?
Increíblemente estaba de humor para hablar y para reír.
—No lupino. No te tomo el pelo… Antes de que me hables de lo que sea que vas a hablar, voy a contarte algo.
Le conté de Henrriette, de mis padres, de lo de Gabriel, le conté de todo lo que sabía Isidro Taftian había hecho en contra de la raza y sobre todo de mí. Omití algunas cosas que quizá aún no era tiempo de revelar. Mientras hablaba no emitió sonido alguno, se sentó en el sofá más alejado de la sala.
Miraba al suelo como si este pudiera confirmarle la verdad o no.
Ewah y yo teníamos historia, fuimos cuidados por la misma nodriza de la manada. Fuimos compañeros de juegos y travesuras de infantes, fuimos amantes de la misma humana, compartimos cosas que solo se comparten con un hermano mayor. Hasta cuando apareció Gabriel en mi vida, eso, nos separó. La muerte de ella a manos de la manda, fue lo que termino de romper con nuestra relación.
Después de esto, nos volvimos enemigos jurados. Ni siquiera podíamos estar en el mismo lugar sin organizar una pelea, o tratar de arrancarnos algo. Pero hoy me di cuenta de que él solo hizo lo que debía, eliminar a una Venántium, en eso había convertido a Gabriel…
—Por Dios Von der Rosen, siempre creí que tu sabía lo que había pasado… que tus sabias que ella…
—No… ese bastardo nos engañó a todos.
—Y ahora con lo que hizo la Alianza del Este…
Me senté junto a él.
“¿Qué hicieron Ewah?” — Por la cara del lupino ya no quise hablar, mejor usar nuestra telepatía.
“Entregaron pruebas de…”— Se interrumpió a sí mismo. “Con lo que han hecho, no tarda en salir a la luz nuestra existencia”.
Solo la respuesta a una pregunta me interesaba…
“¿Es reversible?”.
“Temo que no”— Podía oler su ira, su frustración y sobre todo su temor. “Temo por la reacción Humana”.
En ese momento yo temía lo mismo.
“¿Por qué no lo impediste Ewah?”.
“Después de que se enteraran de lo de tu exnovia… me dieron la espalda… dijeron que el Vulpak debía caer junto con la manada y sus Humanos… Eso no puedo permitirlo de ningún modo”.
—Así que nos dieron la espalda.
—Sí.
—¿Quién los dirige?
—Michelle Ventton
—Pero es el expresidente del consejo general…
Ewah me observo con sus ojos oscuros, había demasiado en ellos.
—La pregunta es Von der Rosen, ¿Qué vamos a hacer?
Muy buena pregunta, pero no estábamos solos, los Custos, Bellator y Centinelas estaban obligados a cumplir con el Alfa de la manada, estén de acuerdo o no con este.
—Llamaremos a reunión con la manada, los consejos, omitiendo a los que pertenezcan a la Alianza del Este, y a todos los líderes de los guerreros, incluidas las casas nobles, si queda alguna.
—Debimos hablar hace mucho tiempo Frederick— Me susurro con un tono de vos estrangulada.
—No, debimos de confiar en nosotros Ewah.
—¿Es tarde?
—No… es un buen momento— Extendí la mano para estrechar la de él que acepto sin chistar. —Volvamos al Vulpak, debemos organizarnos.
A Dimitri Ruso, Dante Landeros, Iris Martínez, Orlando Hanson y Alekssandra Vasíliev no les gustó mucho la idea de mi acercamiento con Ewah. Todos pensaban que eso era una trampa, que cometería un error, también pensaban que era porque el lupino era un caballo de Troya. Incluso por un momento también lo llegue a pensar, pero ese Lobo amaba demasiado a su Luna como para traicionar a la manada solo por poder.