Descubriendo.
Las cosas comenzaron a empeorar sólo una semana después de que Ewah hablara, miles de correos electrónicos comenzaron a llegar al correo del Vulpak. Alertas de que habían encontrado los Humanos muestra de seres de nuestra raza, que se habían hecho de cadáveres de mi gente. Situaciones manejadas con fanatismo y amarillismo, lo cual era algo aún más peligroso. En el pasado los fanáticos religiosos nos casaron, torturado y asesinaron por ser "monstruos" o "engendró de Satanás".
Perdimos familias enteras, hijos, hermanos, madres, padres... Demasiadas personas asesinadas por los Humano, en una era muy, muy oscura. Sí, pudimos defendernos y acabar con nuestros Cazadores... Pero, los Venántium, esos hijos de puta... Se pusieron del lado Humano equilibrando la balanza y al final inclinándola.
El Vulpak fue un lugar seguro por siglos, la manada entera se resguardo tras las paredes de este.
¿La razón?
Las salvaguardas que colocó Isidro Taftian, creo que fue la única cosa desinteresada que hizo.
Al final de esa era tan oscura éramos menos de setecientos años, un poco más y nos habríamos extinguido. Que, de alguna forma, eso fue lo que pasó, desaparecidos de la faz del mundo por decisión propia. Lentamente fuimos creciendo, comenzaron a salir del Vulpak y nos esparcimos por el mundo.
Ahora, está maldita amenaza.
Tengo que hacer algo rápido, tengo que encontrar la forma de detener esto, sí sólo uno de nosotros cae en las manos equivocadas...
¿Qué puedo hacer por mi gente?
En ocasiones me dan ganas de tomar a los que son míos y regresar a tierras antiguas donde surgió el primer asentamiento de los Lobos… No, creo que el lugar adecuado seria, mi tierra natal… Rusia y dejar que todo se lo lleve a la fregada. No, no soy ningún cobarde, no voy a abandonar a la manada, a ninguno de ellos... Sin importar quién sea.
El sonido de un nuevo correo electrónico, me saco de mis pensamientos.
No reconocí el usuario, pero fuera de la manada, había dos posibles, Patricia Caballero y Henrriette.
¡Por los santísimo dioses!
El mensaje no era de ninguna de ellas, y no era de un usuario conocido, pero ese no era el problema... El problema era lo que decía.
"Abre tú mundo a los Humanos, ellos sabrán corresponder, dales la oportunidad de reivindicarse. A. S."
¿Quién demonios es A.S.?
Pero... Eso de abrir mi mundo a los Humanos.... JAMÁS.
Apague el pc, y me levante del escritorio de mi recámara, eran casi las tres de la mañana. No he podido pegar el ojo en toda la semana.
¿Cómo podría?
Me recosté en la cama, sólo mirando al techo. Sólo pensando, dándole vuelta a todos los acontecimientos y tratando de encontrar un poco de paz. Pero era demasiado lo que tenía en mente, cada día me costaba más centrarme y aparentar naturalidad. Sonreír, poner atención, temiendo cometer un error y poner a todo el mundo en riesgo.
Tomé el teléfono y marqué el teléfono de ella, mi única ancla y medio de este caos. Me respondió al tercer timbrazo, estaba dormida aun cuando tomo la llamada, que no se percató que era yo.
—¿Se ha dado cuenta que hora es? Mañana tengo examen y necesito cada hora de sueño.
—Hasta enojada te oyes sumamente sensual, anima mea.
—¡Fredy! — Chillo en un tono muy agudo, bien sabe cómo lo odio.
—Perdone señorita Vasíliev, la dejare descansar.
—No... Ya me ha despertado señor Alfa.
—Auch, eso fue bajo.
Escucharlo reír fue un bálsamo en medio de tanta locura, amo ese sonido.
—¿Quieres que me escape a tú ático?
—No...
—¿No? ¿A caso no me quieres allí? O ¿Es que estas con alguien?
Ahora quién río, fui yo.
—No ánima mea, esto sólo. Es sólo que ha comenzado a nevar y no quiero que te enfermes.
—Entonces, ¿Porque estás hablándome por teléfono y no tocando a la puerta de mi recámara?
—Por qué mañana temprano tienes un examen muy importante, y sí me aparezco por allá, llegaras tarde y no podrás presentarlo.
—¡Rayos! Eso no es justo.
—Nada de lo que está en contra de nuestros deseos es justo.
—¡¡Aaahh!! Se supone que no me revientes la burbuja amor.
—Para eso estoy, para bajarte de la nueve.
—¡Fredy! — Chillo de nuevo.
Ahora sí que me hizo reír, su hilaridad, su frescura… por un segundo, uno solo… pude olvidar que la perdería, que dentro de cincuenta o sesenta años ella moriría. El corazón se me paralizo ante este pensamiento, le estaba entregando mi vida a una humana, que eventualmente desaparecería, dejándome solo…
—¿Frederick estas allí?
—Si… si aquí estoy.
—¿Esta bien? Te quedaste callado.
—Solo pensaba anima mea.
—¿En qué pensabas? — Susurro, como si temiera mi respuesta.
—¿Qué harías en mi lugar, si supieras que los Humanos van a descubrirnos?
Pude imaginarla recostada en su cama, debajo de ese montón de edredones de color oscuro, las cortinas de dosel de la cama serradas. Ella pensando en lo que acababa de preguntarle.
—Lo que yo aria si estuviera en tu lugar sería… Juntaría a un montón de gente, medios noticiosos, elevisión, radio, prensa, revistas, y todos los medios disponibles… Esto no te va a gustar, pero… Llevaría a dos Custos, dos Bellator y dos Centinelas, y les mostraría… Les haría saber que tenemos más tiempo del que imaginan y que nunca les aremos daño.
—¿Cómo crees que reaccionen?
—Amor, voy a confesarte un secreto de la raza Humana, pero vas a escucharme con mucha atención ¿Sí?
—Si anima mea, te lo prometo.
—Muchos seres Humanos, aun cuando no lo admiten, desean saber que existe otro mundo oculto del nuestro.
—¿Si eso provoca una guerra?
—Corazón, los Humanos se atacan a si mismo por cualquier cosa, pero son más los que desean la paz, que los que quieren la guerra. Nunca sabrás la respuesta a tu pregunta si no lo haces.
—No te prometo nada, voy a pensarlo.
—No tardes mucho amor.