Nacidos entre las sombras, libro 1

Capítulo veintidós

Evento.

La decisión estaba tomada: la verdad estallaría en menos de veinticuatro horas. Me sorprendió la velocidad con la que los Lobos se movilizaron, dejando atrás sus vidas para reunirse en el Vulpak. Hombres y mujeres de la manada, incluso aquellos que preferían su forma lupina, acudieron al llamado.

Latentes, Humanos que sabían de nosotros, los cuales eran contados, cachorros. Todos allí como una gran familia, que está a punto de cambiar su vida para siempre.

No dejo de temer por cada uno de ellos, nuestro futuro es incierto, pero… ¿Qué opción teníamos? ¿Caer ante el enemigo y la Alianza, o dejar que el mundo se enterara, arriesgándonos a ser cazados? De una u otra forma, en veinticuatro horas lo sabríamos."

20 horas para el evento.

Caos.

Todo era un reverendo caos, les dimos dos días de asueto a los cachorros de sus actividades, a todo aquel que no pertenecer a la manada. Salvo tres chicas, la triada líder del consejo Las Hijas de Lyra. Los Centinelas se encargaban de la preparación del recinto donde se daría la conferencia de prensa. Los Custos y Bellator de la seguridad, transporte en caso de que esto fuera el error que todos temíamos.

El resto de la manada se aseguraba de mantener a salvo a sus familias, todo con absoluto silencio. No podíamos arriesgarnos a que la Alianza o los Venántium se enterasen. Sería yo el rostro de esto, sería mi mano la que abriera la caja de Pandora. Sí me equivocada y mi gente moría, estaba seguro que morirá por ellos.

Comenzar a citar a los medios comunicativos, fue algo relativamente extraño. A algunos sólo bastaba decirles palabras claves, tales como: Revelación, secreto, noticia, historia.

Con otros medios fue infinitamente más complicado, pero conforme pasaban las horas iban aceptando. Mi celular no había dejado de sonar en todas estas horas, confirmando o desentiendo lo de la rueda de prensa.

Pero después de un tiempo, medios que no convocamos o no se nos había ocurrido comenzaron a llamar, la cosa es que ver que se reunían medios informativos de todos los rubros y géneros, estaba llamando la atención. Pero faltaba una llamada por hacer, a nuestra gente en que trabajaba en los gobiernos. No es que hubiese planeado infiltrarlos, ellos ya trabajaban allí por decisión propia, pero serían nuestros oídos dentro de las cabezas al mando del mundo.

No había comido en caso doce horas y tenía el presentimiento que no podría hacerlo, sentía el estómago serrado. Tenía náuseas y de vez en cuando las piernas me temblaban, no era para menos tenía el destino de mi raza y de los Humanos en mis manos.

Camine por el pasillo del viejo edificio que servia de escuela a los cachorros, recordé la primera vez que entre en ese lugar. Alguien a quién le interesaba el mundo, que creía valía la pena salvar a cualquier alma que lo necesitarán. Tenía la ilusión de un mundo mejor, en donde los Cazadores se habrían o extinguido o unido a nosotros. Pero, era un entupido, un ignorante. Fui un iluso, creí en el cuento de hadas que los escritores creaban en sus libros, un tonto soñador.

Pero aprendí mi lección de la forma más dura, cuando mi familia fue arrancada de mi lado. No importa quién movió los hilos, mis padres y mi prometida, muertos. Ese dolor no se iría, fue entonces que me serré al mundo... Hoy nuevamente, tenía que creer que las personas entender y aceptar que nosotros existimos.

¡Fe!

Esa era la para clave, fe... ¿Dónde había que mi fe?

No lo sabía, no lo sé aún... Me detuve en la entrada del salón en donde rescaté a Alekssandra de ser abusada... Por uno de los míos. Entre al salón y serré la puerta tras de mí. Me acomodé en uno de los pupitres, con el teléfono en la mano. Pulse el botón de marcado dos veces y espere.

—Mi señor esperábamos su llamada, ¿Cuáles son sus órdenes?

Había llamado al flamante esposo de la hija del secretario de defensa, quién irónicamente era un Lobo en su trabajo y en la vida real.

—Mantengan la alerta máxima en silencio, serán nuestros ojos, no quiero Humanos muertos a... A menos que sea inevitable.

—Como ordene señor, le avisare al resto. ¿Necesita algo más?

—Sí— Escuché la respiración del Lobo, esperando mi orden, sólo esperando... —¿Piensas que esto es lo correcto?

No me respondió de inmediato, pero tampoco colgó, se quedó en la línea y sabía que estaba meditándolo.

—En mi opinión mi señor, esto tardó demasiado en revelarse.

Me quedé atónito con su respuesta.

—Gracias— Atine a responder.

—Buena suerte mi señor.

Corté comunicación, me quedé pensando en la respuesta del Lobo.

15 horas antes del evento.

Un respiro, necesitaba un respiro de toda esta tensión. Me aleje del campus, de los edificios de oficinas, del Vulpak hacia el bosque, en el claro del bosque donde me gustaba ir a pensar… Pensar… eso era lo que no había dejado de hacer en mucho tiempo. Parecía que mi cerebro se negaba a relajarse, solo pensaba… si esto salía mal… si salía bien… era una tortura.

Noche, aún era de noche. Las nubes cubrían todo aun, para mi gente eso era un mal augurio. Era como si la luna o los dioses nos dieran la espalda, o se avergonzaran de lo que estábamos haciendo y no quisieran verlo. Que nos dejaran solos, porque no quisieran que continuáramos adelante. Pero en este momento no quería pensar en que eso sería así, tenía que creer que teníamos a los dioses de nuestro lado y que apoyaban esta decisión y que nos bendecían… de otro modo…

Me hinque de rodillas en medio del claro del bosque, clave mis puños en la tierra, note que estaba húmeda, pero no me di cuenta en que momento llovió. El aroma a tierra mojada fue reconfortante, su frescura era tranquilizante. Comencé a respirar lentamente, dejé que el aire entrara en mi cuerpo y llenara mis pulmones. En ese momento llego a mi cabeza algo que debí haber hecho en el momento en que Isidro Taftian me entrego el liderazgo del grupo.




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