Evento III.
Era pasado el amanecer del siguiente día, habíamos pasado casi toda la noche hablando con el presidente y mucha de su gente, incluso algunos científicos de reconocimiento internacional. Muy, muy interesados en saber de nosotros. El secretario de seguridad nacional, no dejo ningún momento de arrojar huesos, para ver quien los mordía.
Por poco caímos….
(Remembranza)
—¿Cuál es la verdadera razón para que le mostraran su cola al mundo, señor Von der Rosen?
—Es una verdad incuestionable que mi pueblo está en juego, pero no es por ello que acudimos a los Humanos… por siglos hemos querido vivir en paz y entre los Humanos sin tener que estar escondiéndonos.
—¿A caso será que están siendo cazados como perros?
El tono sardónico del secretario me puso los pelos de punta, tuve que utilizar todo mi poder por no destrozarle la yugular de una mordida.
Tenía que frenar a este grandísimo hijo de perra.
Fue Dimitri el que gruño furiosos y se puso de pie, colocando sus gigantescas y peludas patas en la mesa enfrentando al secretario.
—A lo largo de toda la historia se ha demostrado señor, que los pueblos que no son comprendidos o tienen costumbres distintas han sido cazados, casi hasta su extinción. Y si, existen Humanos que saben de nosotros… se hacen llamar Venántium.
Los ojos del secretario se abrieron como platos, el aire en la enorme habitación dejo de circular, todos los Lobos presentes pudimos sentir la ira del secretario.
—Esta es su marca— Señale un estandarte pequeño que estaba en una mesita al lado de una lampara, uno de mis chicos tuvo que ponerla allí. No tenía ni idea de que mis chicos habían planeado hacer ese movimiento, pero era necesario aun que sentí, que estaba fuera de tiempo. —Pero, estos bastardos no son el tema de discusión aquí señor secretario.
El presidente tomo la pequeña bandera insignia que tenía el escudo de armas de los Cazadores, estaba estudiándolo, pude captar unas fugas pensamiento proveniente de él, ya había visto ese escudo antes… pero, ¿Dónde?
—Supongo que se manejan como una pequeña economía— Dijo el secretario de economía del país en un murmullo que cambió el rumbo de las cosas.
—De hecho, somos una gran economía, tenemos bienes en todo el mundo en todos los rubros existentes.
(Fin de la remembranza)
Yo mismo estuve a punto de morder a uno, cuando el muy bastardo menciono a mis padres los Von der Rosen y la forma en que murieron… casi salte a su yugular. Pero fue Dimitri Ruso de nuevo quien desvío la bala hacia él y resistió estoicamente la avalancha de preguntas. En un par de días será la segunda reunión de nuestra gente con el presidente, y algunos otros de los países más cercanos.
Somos el “descubrimiento más importante de la historia” en palabras de uno de esos científicos, que seguramente cree que somos ratas de laboratorio. Todo esto era nuevo, aterrador y si queríamos dar un paso adelante, era lo que debías ser. Me sentía no solo exhausto emocional y físicamente, estaba ansioso, un tanto furioso.
Me senté en el asiento posterior de la camioneta de Dimitri, ni él, ni Ewah dijeron una sola palabra, por lo cual agradecía infinitamente. Estaba dándole vueltas a los acontecimientos de esa noche, hubo muchas cosas que no encajaron. En especial al hecho de que el secretario no hubiese descubierto que Isaías Arturo era un Lobo, que además de todo estaba casado con su hija y sus futuros nietos gemelos serian Latentes.
La verdad era que Isaías se estaba jugando el pellejo de toda su familia al estar bajo las narices del Venántium, quería dejarlo a él como enlace entre nosotros y el gobierno del país. Pero, eso habría implicado a él y seguramente habría sido su sentencia de muerte. No podía hacerle eso, a ningún de los míos.
En algún momento el maldito secretario dijo algo que se suponía ni siquiera pocos Lobos que me rodeaban sabían… Menciono a Henriette Taftian, mi madre biológica cosa que no negué, pero tampoco aclaré. Aunque el idiota se hecho de cabeza, haciéndoles saber a todos que él, sabia de nosotros. Murmuro algunas respuestas que no convencieron a nadie, y creo que eso lo metería en problemas alejándolo de nosotros por un tiempo.
“Lo hiciste bien hijo mío, estoy orgullosa de ti”
La facilidad con la que ella se estaba comunicando telepáticamente conmigo, me puso los pelos de la nuca de punta.
“¿Por qué nunca antes lo habías hecho Henriette?”.
“¿El “que” hijo?”— Se burló ella.
“Comunicarte así conmigo”.
“Isidro me tenía bloqueada, sabía que nuestra sangre era el puente en nuestro vinculo telepático”.
“Me imagino porque… ¿Cuál fue la reacción de tu gente?”.
Deliberadamente hice la diferencia entre nosotros, no quería sentir nada por esta mujer, ni cariño, ni empatía… solo quería que se mantuviera lejos de mí como lo había hecho por más de ochocientos años…
“Si pudieran hacerlo, estarían trepándose a las paredes… muchos ven esto como la decisión más temerariamente estúpida jamás tomada por un Alfa, desestimando la creación de la Alianza del Este”.
“Voy a tomarme eso como un halago”— Tuve la impresión de que ella negó con la cabeza. “Henriette… quiero pedirte un favor”.
“¿Qué favor hijo? Sabes que daría todo por ti, pero…”.
“Lo se Henriette tus obligaciones con los Cazadores te lo prohíben”— Entendía perfectamente que nuestra situación era extremadamente delicada, si la descubrían o sospechaba que tuviera tratos conmigo, moriría y quizá también Patricia Caballero. —“Lo que quiero pedirte no es fácil, pero es necesario”.
“Tendrá que ser en otro momento, el secretario ha entrado a mi oficina”.
No me gustó nada la alarma que detecte en su voz, pero eso era de esperarse, los Cazadores al igual que la manada se habían dividido en dos facciones, demostró que era obvio que el secretario trataría de unir fuerzas con la otra facción de los Cazadores.