Elaine
28 de agosto, 2009
No sé cómo describir todo lo que siento en este momento, es como si me estuviesen quitando una parte muy importante de mi vida, sin embargo, tengo que aceptar lo que va a pasar.
Estoy sentada en la banca frente al edificio donde vivo… vivía, escuchando música mientras a mi alrededor están las personas de la mudanza bajando las cajas del piso con nuestras cosas.
Está siendo muy difícil tener que decirle adiós a las personas que viven en este edificio, hice grandes amistades, hasta llegué a tener una mejor amiga y ahora todo se va a la mierda, porque tenemos que ir a Francia.
Alzo la mirada y lo veo.
Está hablando con mi mamá
Suspiro.
Gabriel, él me gusta desde hace dos años, sé que está un poco mayor para la edad que tengo, pero como dicen muchas personas «para el amor no hay edad» aunque lo más probable es que él no me vea de la misma forma en la que yo lo hago.
Mi madre me hace señas para que me acerque a donde están ellos dos por lo que me dirijo a donde están ellos.
—Gabriel quiere hablar contigo Ela –dice mamá. Solo atino para asentir. Me siento ridícula.
—Pues… ¿vamos? –le pregunto apuntando con mi hacia el parque para luego salir corriendo allí porque él con tres pasos ya llega ahí.
Llegamos al parque y me siento muy nerviosa, no sé qué es lo que me quiere decir y eso me causa una gran cantidad de nervios.
Él no para de frotar su ojo. Parece dudar si decirme algo o no. Luce diferente. No podría decir que es lo que siento que tiene diferente exactamente, pero sí que se ve diferente a como suele ser siempre.
—Quería despedirme, pero creo que es mejor decir hasta pronto así todo será… menos triste —lo dice con esa sonrisa que hace que se me olvide hasta como me llamo, aunque esta vez parece un tanto forzada.
—Sí… creo que es mejor decirnos hasta pronto — le respondo, obligando a mi boca a sonreír también. Él se ríe suavemente. —¿De qué te ríes?, no es gracioso.
—Nada. Es que… —me mira más de lo que estoy acostumbrada—Te voy a extrañar, Elaine. Aún no puedo creer que te vayas.
—Y yo no puedo creer que tú, don frío, estés diciéndome eso.
Nos quedamos en silencio, observando el camión de mudanza.
Gabriel parece estar pensando algo, y yo simplemente lo veo a él.
¿Será que es este el momento adecuado para decirle que me gusta?, aunque yo creo que él lo ha de suponer... o tal vez no.
Mientras él sigue viendo el camión yo sigo preguntándome y analizando que tan correcto es que le diga lo que siento por él. Igual no creo que nos volvamos a ver y no aguanto ni un segundo más, ni un segundo menos sin decirle.
—¿Qué me ves? –pregunta aun viendo hacia el camión.
—Me gustas —lo suelto de golpe. Sin adornos. Él no parece asombrado. —No sé qué estás pensando, pero no aguanto ni un segundo más sin decírtelo.
Gabriel se gira y me ve, no dice nada, ni una sola palabra, su boca no hace ni un movimiento, parece que no estuviera aquí, al menos su mente.
Algo me decía que esta iba a ser su reacción, él siempre reacciona de la misma manera en situaciones parecidas.
Por Dios, él tiene diecinueve, seguro hay miles de chicas ya desarrolladas que quieren estar con él, y luego estoy yo, que parezco de doce años.
Durante un segundo pensé que no iba a decir nada. Luego habló demasiado rápido, como si quisiera arrancarse las palabras de encima.
—Has elegido un muy mal momento para decirme, además, ¿Cómo podría estar con alguien como tú? Yo… No ahora.
Y ahí se quiebra algo.
“¿Cómo podría estar con alguien como tú?”, en qué momento pasamos a esto, estábamos riéndonos.
Ahora esto se repite en mi cabeza, era claro y más que obvio que me iba a rechazar, pero nunca me llegue a imaginar que iba a ser así, y es que cómo podría estar con alguien como yo, una niñata inmadura con alguien como él, más maduro que yo, con un futuro prometedor.
Le quería pedir mucho a la vida.
Luego de pensar todo eso mis ojos se cristalizaron.
—No llores, sé que debes estar confundida por lo que pasó, pensé que lo habías entendido.
No puedo creer lo que me dice, todo este tiempo, pensé que había sido especial para él de la forma en que él lo es para mí, pensé que él había llegado a sentir algo por mí, aunque sea un poco, pero me doy cuenta de que no.
—Y yo que nunca quise escuchar lo que me decían de ti—susurro— Ahora me doy cuenta de que es verdad, te das cuenta de que alguien te quiere y lo primero que haces es alejar a la persona, y después te preguntas por qué estás solo.
» ¿Qué te costaba decirme simplemente “no me gustas”? ¿Qué necesidad había de hacerme sentir menos?
—Yo sé lo que la gente dice de mí, que soy una mierda. Pues sí, lo soy. No me lo tienes que recordar.
» Ya no hay más que decir. Vete Elaine, tú madre te espera.
#4935 en Novela romántica
#1411 en Chick lit
actor romance adult, drama amor, friends to enemies / enemies to lovers
Editado: 22.12.2025