El aire de la mañana era bastante agradable, casi perfecto. Podía sentir el agradable aroma de flores dulces, la yerba mojada por el rocío y el murmullo de agua fluyendo vertiginosamente, como si miles de cascadas la rodearan.
Alana hizo un esfuerzo sobrehumano para reponerse, la cabeza todavía le daba vueltas y las últimas luces se perdían en la claridad del nuevo día. Cuando se incorporó, sintió que su corazón se apretaba fuertemente.
No estaba en Grendich, de hecho, no estaba ni remotamente cerca de su pueblo
No podía explicar cómo pasó todo, es que no entendía nada. Momentos antes era una chica de Grendich un pueblo maderero, y luego en un momento estaba en otro mundo.
¿Cómo un simple deseo podía cambiarlo todo para siempre?
Por un instante se sintió vigilada, fue una sensación extraña en su nuca, miró a todos lados y solo vio entrecruces de ramas y hojas que no dejaban pasar la claridad, algunas aves volaban por entre las ramas, pero apenas si las divisaba, el camino se le hizo largo, y cuando vio la claridad se sintió feliz, fue a ella y su corazón se detuvo frente a lo que creyó una mala obra del destino.
Había otro abismo, abajo un río serpenteaba fieramente y rocas puntiagudas emergían de él peligrosamente, eran rápidos, el espacio que separaba una orilla de la otra estaba unido o más bien penosamente unido a un puente de cuerdas y maderos.
Dios se estaba burlando de ella. Si Dios era verdaderamente omnipotente, sabría que ella le tenía terror a las alturas y a los puentes como esos.
Con costes cruzó al otro lado y, casi desfalleciendo, divisó a una criatura resplandeciente que le decía algo como: “Bienvenido a este mundo”.
Fue encontrada y llevada a lo que después supo era Young, un reino en donde todos eran jóvenes.
Un castillo de siete torres de techos color azul y un puente ancho de piedra custodiado por catorce ángeles guerreros.
Alana pensó en la legión de San Miguel Arcángel; además, en varios puntos del castillo estaban otros ángeles de mirar censor, porque esas estatuas parecían observar severamente a todos.
Arriba de las puertas estaba la siguiente inscripción que ella pudo leer:
“Este es Young, el reino de los jóvenes. Donde el Creador se complace. Ningún adulto debe pisar este sitio a costa de su propia vida”.
Dios si estaba muerta este era un sitio muy cercano al paraíso.
**
Fue llevada a una antesala en donde en un trono de piedra labrada estaba un joven con vestimenta florida y de fina confección, revisaba lo que le ofrecían.
Su aspecto era muy elegante, casi real y la corona que ostentaba en su cabeza le daba cierto aire superior. Los sujetos no esperaron su turno, la empujaron en medio de la sala, ante las miradas de todos los presentes, todos jóvenes, por cierto, y el joven rey un poco sorprendido la analizó y les preguntó a los soldados.
—¿Qué significa esto, arcanos?
—Una espía, señor —dijo la joven—. Merodeaba los alrededores de Young, de seguro trataba de filtrarse para darle información a los adultos.
Alana supo que estaba frente a una especie de rey y se aventuró a hablar.
—Señor, no soy una espía… Anoche me perdí en el bosque y amanecí cerca de este lugar, no sé dónde estoy —miraba las vestimentas de esos muchachos—. No sé qué sitio es este… tengo miedo, hambre, más no sé qué esperar de ustedes.
Casio contempló la escena, la joven lucía ropas varoniles, su aspecto era lamentable y un moretón en su mejilla izquierda lo hizo preguntar:
—Señora, ¿alguno de estos os hizo ese moretón?
—¡Oh! No, señor —se apresuró a decir—, esto me lo hizo mi madre.
Hubo exclamaciones de asombro y murmullos en los presentes, entonces Casio habló.
—Es lamentable… Muy lamentable —miró a la joven—. ¿Cómo te llamas criatura?
—Alana Lorenzo, señor.
—Alana puedes quedarte en Young, serás bienvenida y tratada como una igual.
Esa fue su irrupción en ese extraño mundo y cada vez que se asomaba a la ventana y veía todo ese hermoso paraje solo preguntas acudían a su mente, ¿estaba muerta?, ¿eso era el cielo?, ¿su familia la estaría buscando?
Recordar es vivir, su camino para conocer lo que haría en Young era el primer paso.
Una doncella la acompañaba la condujo hasta el interior del palacio y salieron hasta los jardines.
El lugar era muy hermoso, con bellas construcciones de flores, arbolitos magistralmente cortados, asientos de piedras y pudo ver más entradas que conducían a otros salones.
Enormes mariposas retozaban sobre las flores, los pájaros cantaban alegremente y revoloteaban en los árboles de tonos ocres.
Alana, miraba todo sorprendida y le preguntó a la joven.
—¿Cómo se llama este paraje?
—Esto se llama Young.
—¿Todos los que viven aquí son niños?
La joven le corrigió.
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Editado: 06.10.2025