Ellos se miraron confusos por esas palabras tan descabelladas. Gregory le dijo entonces con una paciencia que no sabía que tenía.
—No sé quién sea usted, esto no es el cielo y no está muerta.
Vio el rostro de la joven descomponerse y la escuchó decir.
—¡Oh Dios mío! Si esto no es el cielo, es… Es… Es el infierno.
—¡Por el Creador! —Gregory se pasó una mano por su cabello rojo y le mostró un mapa del sitio—. Esto es lo que conocemos como nuestro mundo, ahora de dónde procede.
Alana vio el mapa con atención, había estudiado muchos mapas de la tierra, de su tierra y este no se le parecía ni remotamente, había lugares con nombres como Tierras húmedas, Tierras áridas, Tierras secas, Bosques de Lot, Tierras frías… Este mapa denotaba una geografía muy distinta en ríos, valles y montañas.
La paciencia de Gregory se acababa y ella no sabía qué decir.
—Bien, señora, dígame de dónde procede.
—Es que este mapa no es… No es de mi lugar de procedencia.
—O sea que usted es de otro mundo —dijo riendo.
—En realidad… Yo vengo de un sitio llamado Grendich —buscó en el mapa—, aquí no está.
Gregory golpeó la mesa haciéndola saltar del susto y le dijo molesto.
—¡No me gusta que jueguen con mi juicio, señora!
—¡Yo no estoy jugando con usted!
Hubo sorpresa en todos los presentes, por la altanería de la mujer.
—No sé lo que pasó. No pertenezco a este lugar. Estaba en Grendich y… —Entonces su mente se aclaró y vio las luces ir hasta ellas y envolverlas, entonces dijo consternada—. Dios mío, unas luces me envolvieron y me trajeron a este sitio. Sí, fueron esas luces las responsables.
Notre bastante molesto por la altanería de la joven, le dijo a su amigo.
—Señor, si me permite opinar. Esta hembra está enferma y juega con nosotros.
—No juego… No entiendo nada, creí que estaba muerta y que esto era el paraíso, pero ahora recuerdo que esas luces me envolvieron y me trajeron a este paraje.
Gregory reparó en la ropa que la joven había traído puesta, la revisó delante de ella. El pantalón era de jean, el buzo de una tela de algodón sintético, la blusa era muy ajustada para su gusto, y los tenis. Jamás vio zapatos como esos en toda su vida, era un material desconocido para él y nada femenino.
—¿Qué pueblo viste a sus mujeres con este tipo de ropa?
—Es la ropa que usamos en Grendich. Considero que en todo el mundo —vio la expresión de todos—, en mi mundo.
—¡Qué horrible!
—Así que usted no sabe de dónde viene — volvió a mirar la ropa—. Viste como hombre, es altanera y malcriada.
Alana se levantó molesta.
—Espere, no soy altanera y malcriada.
—¡Lo está siendo ahora! —se levantó él.
La joven no se dejó intimidar por el porte del sujeto.
—Usted me grita y me trata como a una enemiga y no quiere que me defienda.
Gregory estaba molesto, era más alto que ella y más fornido que el resto, desde ese punto podía intimidar a cualquiera.
Alana se tuvo que sentar, pues de los ojos verdes del joven salían chispas de enojo, pero Gregory deseaba dejar en claro las cosas.
—¿Sabe con quién está hablando, señora?
Alana también deseaba dejarlas en claro y respondió.
—Con el príncipe Gregory, jefe de los Arcanos que custodian Young —entonces lo miró a los ojos y le añadió molesta—, y tan malcriado y altanero como insinúa que soy.
Gregory enrojeció de la ira, era la primera vez que una hembra lograba avergonzarlo e insultarlo de esa manera.
Sus amigos estaban molestos con la altanería de la mujer, lo cierto es que esa hembra lo estaba desesperando y tal parecía que se sentía una víctima suya.
—¡Ninguna hembra me ha insultado tanto como usted!
—Solo me defiendo, señor.
Entonces le preguntó por última vez.
—¿Quién la envió a espiarnos?
—Nadie, ya le dije. Soy una persona limpia, no le debo nada a nadie y no vengo enviada por nadie.
El joven entonces dijo con una paciencia que el mismo desconocía en sí.
—No le creo; sin embargo, voy a darle una oportunidad, Alana Lorenzo —eso sorprendió a todos sus colegas—. Voy a permitirle que continúe en Young, bajo mi entera vigilancia, y si por algún motivo usted me da una razón para echarla de Young, lo haré gustoso.
Alana se levantó movida por una extraña sensación de desasosiego ante ese interrogatorio y le dijo con altivez.
—¿Sabe una cosa? No me asusta. Soy una buena persona y se lo voy a demostrar.
Gregory la vio irse tan altiva y orgullosa, miró sorprendido a sus compañeros como si buscara en ellos algo que le explicase lo que estaba sucediendo; sin embargo, ellos estaban tan atónitos como él.
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Editado: 06.10.2025