Nación Young

Capítulo 11 La Reina de la Cosecha

Las primaveras en Young eran muy coloridas, las flores despuntaban en bellos colores, los pájaros visitaban los jardines del palacio y se hacían arrumacos o se apareaban, por lo que los árboles de todo el reino estaban llenos de pequeños nidos, el romanticismo se extendía y muchas parejas salían tomadas de las manos o se realizaban promesas de amor eterno.

Otra forma de halagarse era regalarse pequeñas plantas florecidas como una forma de buena voluntad y amistad.

Se preparaba la fiesta de la cosecha, que siempre terminaba siendo de máscaras

Alana era saludada por todos los presentes. Algunos le obsequiaban flores a su paso y piropos, fue cuando vio a Esther junto con su compañera, Lena, se acercó sonriente.

—¿Qué es lo que sucede Esther?

—Es la primavera, Alana, el amor flota en el aire.

—Es maravilloso ver todo este entusiasmo.

—De cierta forma lo es —entonces le explicó—. En esta época se celebra la fiesta de la cosecha y se da gracias al Creador por todas las cosas buenas.

Alana jamás había visto que se anunciase la llegada de una estación con fiestas y tanta algarabía, pero la idea era encantadora.

—Una fiesta.

—El evento es de gala y se usan máscaras y disfraces. Se suele jugar bromas a los demás y a la media noche se descubren los rostros, es muy divertido.

—Suena genial.

La cosecha fue buena ese año y todos estaban agradecidos por ello. El ambiente que precedió era intenso, se preparaban los banquetes con los que se celebraría la llegada de la primavera

Los ríos estaban siendo visitados por peces de colores o carpas, todos corrían para verlos circular velozmente.

Todo muy llamativo para Alana que veía desde su ventana todo aquel movimiento, estaba preparando una máscara para esa noche en que sería la fiesta. Tenía piedras de colores vistosos y suaves plumas, se iba a elegir a la reina de la Cosecha y uno de los príncipes abriría el baile de gala conduciendo a la Reina.

Todas suspiraban con que sea Gregory el que ese año abriese el baile.

**

El joven príncipe tenía su grupo de seguidoras, pero él pasaba de todo eso, es más, las mujeres de Young no le llamaban la atención, las hacía demasiado engreídas y flojas excepto… Bueno, esa chica desbocada, Alana, Lorenzo—hizo una mueca— esa mujer lo desesperaba, pero tenía un encanto peligroso, miraba su máscara y observó que estaba muy bien hecha, prestó atención al trabajo de su mejor amigo y escuchó los improperios que le prodigaba a su máscara, eso le causaba risa.

Ellos no eran dados a las artes manuales. Tampoco eran dados al baile, por eso la idea de bailar ante muchos los incomodaba.

La tradición mandaba que cada año sea un príncipe el que abra el baile oficial, esa molesta tradición fue instaurada por Casio, el príncipe alfeñique, muy dado a girar graciosamente con su estilo afeminado, pero se suponía que cada año se iban turnando el bailecito y ese año era el suyo.

La idea lo perturbaba y si tenía suerte se iba a librar de ella de alguna forma.

Rutia entró entusiasmada con una canasta de higos para ellos, y unas cuentas para que usen en sus máscaras:

—Le traje más cuentas, señor y su fruta favorita.

—Gracias —tomó un higo y lo observó con deleite—, nos espera un festín.

—¡Maldición! —exclamó Notre—. Me desespera este asunto.

Rutia sonrió y le dijo al príncipe.

—¿Sabe?, están haciendo las postulaciones para la Reina de la Cosecha —vio el desdén del joven y entonces le comentó—. Alana Lorenzo lleva las de ganar.

Notre notó cierta turbación en Gregory que alzó la vista y le preguntó.

—¿Eso es cierto?

—Así es y se dice que ganará por unanimidad, de cierta forma todos están agradecidos por lo sucedido con los críos —entonces añadió—, después de todo Alana se ha ganado el respeto de todos en Young.

Notre hizo una mueca porque se había dado cuenta de que su líder estaba inquieto por primera vez por una hembra, no era que fuera malo ese detalle, creía que a todos les tocaba en su momento pasar por esas desventuras amorosas.

Ahora pensaba en su amigo, cómo tomaría esos sentimientos Gregory, pues nunca se había enamorado en la vida y eso que tenían esa edad en que nacían esos sentimientos.

En él estaban naciendo, era inevitable, pensó, la mujer que se robó su corazón era Rutia. Claro que la joven era altanera y pegaba como mula a todos, pero era hermosa y dulce, sin definir ese gesto, porque con nadie aparentaba dulzura, pero la tenía, solo ver sus facciones denotaban cierta ternura y firmeza, la joven lo vio atento a su persona.

—¿Pasa algo Notre?

—¡Qué!

—Pareces despistado.

—¿Yo? No sé de qué hablas —tomó un higo y lo mordió—, sabe bien.

Rutia entonces se retiró y Gregory le dijo.

—Eres muy evidente con Rutia…

—¿Yo? Nada que ver. Por cierto, ¿Usted abrirá el baile con la Reina?




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