Nación Young

Capítulo 15 Usada para investigar a Gregory

Alana asistió a un desayuno en los jardines de palacio. Hacia una mañana muy bonita, con sol radiante.

La joven vio a la doncella de Esther sirviendo el chocolate. Esther estaba sentada cubierta con una sombrilla y al verla se levantó emocionada y la saludó con un beso.

—Me alegra que vinieras a desayunar conmigo, Alana.

—Así es, todo se ve delicioso.

—Y lo está, como no sé tus gustos preparé algo que sé que te encantará —entonces anunció—, empanaditas de carne, pollo, queso y de crema.

Alana admiró la bandeja provista de todo lo delicioso, entonces miró a Lena muy seria y le preguntó

—¿Lena te sentarás con nosotras?

Eso causó gracia en Esther que le explicó.

—Querida, Lena es parte de mi corte y no es bien visto que se siente a nuestra mesa como una igual.

Ese parecer no le gustó a Alana, pero supuso que era parte del protocolo real, un protocolo que ella no entendía y no aprobaba.

El desayuno comenzó muy tranquilo, hablaban de temas intrascendentes hasta que Esther fue cerrando el círculo y tocaron el tema de la cena.

—Gracias a ti pude sobresalir en la pesca. Eres especial Alana.

La joven entonces le dijo.

—No sé qué pasó esa mañana, creo que fue magia de Young.

—Debe ser… Esa noche en los jardines te vi conversando con el príncipe Gregory, me preguntaba de qué —se servía una empanadita.

Alana recordó esa noche y respondió.

—El príncipe desconfía de mí, se molestó porque le ganamos y por la forma en cómo lo hicimos.

—Bárbaros —dijo sentida—, pero aún no me has dicho ¿Qué te parece Gregory como hombre?

Alana se sorprendió con la pregunta, desde que conoció a Gregory habían tenido una serie de encontrones, a veces creía que era pura antipatía de parte del joven, pero había algo más en medio de esos encontrones, después de todo fue el joven príncipe quien salvó su vida del grifo, le debía gratitud, ahora Esther le preguntaba lo que realmente pensaba de él y ella no tenía clara la idea.

—No te negaré que es apuesto, pero bastante grosero y desconfiado.

—Lo has descrito a la perfección —dijo Esther—, ¿qué pensarías si te dijera que me gusta Gregory?

Eso sorprendió a Alana, en realidad no sabía si una joven tan bonita y delicada como Esther podría ser el gran amor de Gregory, y pensar eso la dejó bastante desconcertada, porque se supone que Esther era una princesa y que toda princesa debe casarse con un príncipe.

Gregory era un príncipe, pero muy especial.

—Es lógico que gustes de él.

—Me gustó desde que lo vi por primera vez, pero es tan bruto el hombre que me desquicia con su actitud —entonces añadió—, quiero conquistarlo y necesito tu ayuda.

Alana preguntó sorprendida.

—¿Mi ayuda?

—Sí —se levantó—, eres una persona franca y abierta, podrías averiguar qué piensa Gregory de mí.

Alana no sabía qué decir y Esther continuó.

—Soy una princesa y no puedo correr tras un hombre, por muy príncipe que sea.

—¿En qué forma puedo ayudarte?

Esther sonrió complacida, pues Alana era tan noble que aceptaría hacer cualquier cosa por una amiga en apuros.

—Quiero que te vuelvas amiga de Gregory y que con tu amistad me puedes ayudar a saber lo que piensa de mi —acarició su cabello—, solo tú puedes hacer eso, ya que te considero mi amiga.

Alana se sintió presionada, pero no podía negarse porque Esther contaba con ella en esa empresa; sin embargo, ella no tenía idea de qué forma podía lograr esa misión y más tratando con un desconfiado Gregory.

Esa noche se puso manos a la obra. ¿Qué sabía de Gregory? Analizó la información que tenía.

Tenía ascendencia real, era un príncipe, de la nación Arcana, descendiente de los Bárbaros.

Pertenecía a la casa de Rogan, la casa de los futuros reyes.

Sabía que era fuerte, que gustaba del éxtasis de la batalla. Tenía un dragón como mascota llamada Eljiah, que era un hombre solo, a veces arrogante.

Aparte de todo, la nobleza de Gregory era su mejor bien.

Bien ya tenía su mapa para comenzar, ahora venía su apariencia: Era muy apuesto, rabiosamente masculino y atractivo, meneó la cabeza, no podía fijarse en el objetivo, pero no ver lo obvio era pecado.

A la mañana siguiente después de su jornada de trabajo pasó por los cuarteles, por algo debía comenzar.

El movimiento en los cuarteles era siempre intenso.

Nadie reparó en ella, de hecho, pensó que dada la habilidad de todos esos jóvenes ella sería un blanco fácil, solo bastaba una orden del líder para que ella fuese historia.

Escuchó la voz de Gregory dando instrucciones a sus hombres, tomó aire y se asomó.

Todos estaban rodeando la mesa y que veían algo que estaba en el centro.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.